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domingo, 23 de enero de 2022

Jerzy Kawalerowicz (1922-2007)

 

Jerzy Kawalerowicz fue un director cinematográfico nacido en 1922 en la ciudad polaca de Gwozdziec (actualmente Hvizdets, Ucrania) y fallecido en Varsovia el 27 de diciembre de 2007. Estudió Bellas Artes y cine en Cracovia. Fue ayudante de dirección durante varios años.

 

Un guión suyo, escrito en colaboración con Kazimierz Sumerski, fue premiado en un concurso en 1950. Ambos autores dirigieron la película en la que se basa este guión, titulada La comuna, que obtuvo una mención especial en el Festival de Karlovy Vary. La película trataba del surgimiento del espíritu colectivo en un pueblo agrícola y fue rodada con actores no profesionales. En España se presentó con el título Hombre sin tierra. En la época, el cine político se concebía de un modo muy primitivo. Por ello, Kawalerowicz reconoció que la película es muy esquemática, como el cine polaco del momento.

 

Su segundo filme –Recuerdo de una fábrica de celulosa–, realizado en 1954 sobre una novela de Igor Newerly, se basó en la toma de conciencia de un joven campesino. Al margen de su pretensión de hacer una película política y revolucionaria, su intención principal fue romper el esquematismo del cine de su país y convertir a sus personajes en seres humanos y no en esquemas ideológicos.

 

Con La sombra consiguió el Premio de la Crítica Cinematográfica polaca. Fue presentada en Francia y con ella dio a conocer el cine polaco en los países occidentales.

 

No todo acabó, de 1957, mostraba, según las palabras del realizador, la mutilación –no tanto física como psicológica– que sufrió la población de su país durante la Segunda Guerra Mundial. La película presentaba la historia de una mujer que, creyendo a su marido muerto en la guerra, se enamora de otro hombre. Pero el marido vuelve, aunque destrozado física y mentalmente por los sufrimientos padecidos en un campo de concentración nazi. Como advierte que no puede integrarse en la vida social porque no puede hablar ni escribir, y tampoco en la vida familiar porque su mujer ama a otro hombre, decide que su único camino es el suicidio.

 


La fama le llegó a Kawalerowicz con Matka Joanna od Aniolow (Madre Juana de los Ángeles, 1961), que obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes de 1961. La película, situada en el siglo XVII, trata de unas monjas de un convento que parecen estar endemoniadas, en especial la madre superiora. El sacerdote enviado para romper el exorcismo que las atenaza, como no consigue su objetivo, ofrece su alma al diablo para que la madre superiora recobre su pureza. Es una profunda reflexión sobre el ser humano. El director dijo de su filme: “Partiendo de una posición materialista, la pongo en contraposición al idealismo. Hablo contra muchas cosas, contra todo tipo de dogmatismo que esclavice la naturaleza del ser humano, sobre la naturaleza del ser mismo”.

 

En Pociag (Tren de noche, 1959) decidió romper con el drama polaco de los años de guerra para incorporar al cine de su país el tema de los problemas sentimentales, tratado por otras filmografías europeas. La película fue premiada en Venecia.

 

Durante años tuvo un proyecto que le costó mucho llevarlo a cabo debido a sus elevados costes de producción: filmar la novela Faraón, de Boleslaw Prus. Intentó realizarlo mediante una coproducción con algún otro país, pero estos intentos no cuajaron, aunque al final consiguió hacer la película en 1966. Costó nueve veces más que el filme más caro rodado en Polonia hasta aquel momento, pero se amortizó sólo con las proyecciones en Varsovia. Partiendo de las características de una superproducción, el director consiguió trascender estos presupuestos y rodar un filme que puede calificarse de autor, a pesar de ser de gran formato. Faraón es cine histórico y, aunque sus casi tres horas de duración no dan la sensación de ser innecesarias, algunos críticos consideraron que es excesivamente larga. El director trata la personalidad del faraón, la relación entre el pueblo y sus gobernantes, y entre éstos y los sacerdotes, el poder y sus consecuencias. En definitiva, expone las circunstancias religiosas y políticas en las que se desarrolla la historia. Es un claro ejemplo de cine histórico en el sentido más evidente del término, todo ello para establecer cierto paralelismo con los problemas de su país en los años sesenta del siglo XX. El director intentó reconstruir la época de la manera más fiel posible, basándose en las representaciones de la vida egipcia que refleja el arte.

 

Más tarde, en 1977, con Smierc Prezydenta (Muerte de un presidente) aborda los problemas de la Polonia contemporánea -la falta de representatividad de sus líderes políticos, su dependencia de la URSS, el peso de la Iglesia, etcétera- a través del asesinato de un dirigente político en 1922. Es una realización ejemplar.

 

Director durante años del equipo de realización de la llamada escuela de Kadr, de la que había pasado a ser director artístico en 1972, había rodado su última película en 2001, nada menos que una adaptación de la célebre novela católica de Sienkiewicz Quo Vadis, lamentablemente no presentada fuera del mercado polaco. 

 


 

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