Páginas

lunes, 12 de noviembre de 2018

Burning (Lee Chang-dong, 2018)



Título original: Buh-ning. Dirección: Lee Chang-dong. País: Corea del Sur. Año: 2018. Duración: 148 minutos.  Guión: Lee Chang-dong y Jungmi Oh (basado en un relato de Haruki Murakami). Producción: Lee Chang-dong y Gwang-Hed Ok. Música: Mowg. Fotografía: Kyung-Pyo Hong. Montaje: Da-won Kim y Hyun Kim.

Intérpretes: Yoo Ah-In (Jongsu), Yeun Steven (Ben), Jun Jong-seo (Haemi).

Sinopsis: Cuando hace una entrega, Jongsu, un joven mensajero, se encuentra con una amiga de la infancia, Haemi. Ésta le pide que cuide de su gato mientras está de viaje. Cuando regresa, lo hace con Ben.

Jongsu, Haemi y Ben

Burning es la sexta película del surcoreano Lee Chang-dong. De todas ellas es también su guionista y ha obtenido numerosos premios a nivel internacional destacando el Premio al Mejor Director en el Festival de Cine de Venecia por Oasis (2002) y el Premio al Mejor Guión en el Festival de Cine de Cannes por Poesía (2010). Con Burning sigue cosechando galardones: en Cannes obtuvo el premio FIPRESCI (el que otorga la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica).

Tres son los personajes principales: un joven con aspiración de escritor y realidad de empleos precarios, una alocada amiga de la infancia que irrumpe en su vida y un adinerado Gran Gatsby que aparece en la de ella (así lo nombran en el relato de Haruki Murakami en que se basa, si bien en la película la comparación es más pertinente todavía). Los tres se relacionan en distintos contextos siendo importantes sus viviendas para retratarnos no solo sus clases sociales sino cómo son.

En cuanto a los exteriores, sobresale el entorno del protagonista, la granja familiar a la que tiene que trasladarse. Allí vemos los invernaderos abandonados, inútiles, que nadie lamenta que desaparezcan, invernaderos que eran graneros en el texto de Murakami, establos en el relato de William Faulkner de 1939 al que también se alude.

El protagonista ante un invernadero

Es en dicha localización rural donde tiene lugar la secuencia central de la película, de una gran belleza: contemplando el crepúsculo con la chica mientras escuchamos la música que compuso Miles Davis para Ascensor para el cadalso (en el texto se dice que estar con ella es una “sensación agradable… como si observara las luces en el horizonte”) y la posterior conversación de los dos hombres.

Haemi bailando al atardecer

Burning se nos presenta para muchos como algo prometedor al saber que se basa en un relato de Haruki Murakami, uno de 1983 publicado en Japón en 1984 aunque aquí en España apareció en otra colección de relatos distinta con el nombre El elefante desaparece (2016). Es un acierto saber dicha  filiación porque va a orientar sobre lo que vamos a encontrar en la película: ambiente enigmático, fatalismo, interrogantes que no se verbalizan. Por supuesto no aparecen respuestas elaboradas. Cada espectador nos llevamos a casa nuestra propia película, al igual que los textos de Murakami provocan una experiencia interpretativa única a cada lector.

La inspiración en el relato de Faulkner también resulta interesante, ya que allí lo que encontramos es a un hijo que se mueve entre el rechazo y la fidelidad a un padre corroído por la ira que incendia establos. El esbozo del carácter del padre del protagonista en la película, ese incendio que aparece en sueños o la oscilación del hijo entre darle la espalda o recoger firmas para ayudarle, bien podrían tener su origen en el relato del estadounidense.

Un incendio soñado conecta con los miedos del protagonista

Por otro lado, se le ha puesto la etiqueta de thriller y esto puede frustrar las expectativas del que la aborde esperando encontrar una típica obra del género: no tiene ritmo trepidante precisamente, ni trama complicada que desenredar, ni desenlace con explicaciones que deje todo bien atado. La tensión parte de la incertidumbre que generan las situaciones y los personajes, ambiguos como es habitual en Murakami: son individuos solitarios, desubicados, con familias desintegradas, que se agarran a algo bello que les pasa aunque sea algo tan breve como unos instantes de luz (reflejados en este caso por la Torre de Seúl).

Este último detalle, como otros muchos que aparecen en la película sin estar en el relato (el gato, por ejemplo), dan pinceladas propias del universo del autor. Parece como si las aportaciones originales del guión fueran encaminadas a contribuir a la creación de la misma atmósfera sugerente que se respira en las novelas del japonés. Estamos ante una buena adaptación precisamente por lo que introduce como novedoso, aunque parezca paradójico.

Haemi y Jongsu en el desordenado y reducido estudio de ella

Otro ejemplo ilustrativo. El protagonista del relato, casado y despreocupado, se transforma en alguien más atormentado en la película, más parecido al protagonista de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1995), que buscaba a su mujer desaparecida: alguien que, cuando busca a otro, también se está buscando a sí mismo.

Es muy atrevido afirmar esto pero, a mi parecer, la película aglutina todavía más el espíritu de Murakami que el propio relato y es que éste es de fecha temprana, 1983, cuando el escritor sólo tenía en su haber tres novelas. Un relato basado en la película, como un viaje de ida y vuelta, tendría un tono similar a los escritos entre el 2013 y el 2014 recogidos en Hombres sin mujeres (2015) con los que tiene también similitudes por la temática.

Lee Chang-dong, que hizo incursiones en la literatura antes de ser cineasta, ha demostrado una sensibilidad especial para aunar dos relatos: uno de un ganador del Premio Nobel de Literatura y otro de un perenne candidato. Si a eso unimos la belleza de su anterior película, Poesía (2010), esperamos atentos su próxima creación.


1 comentario:

  1. Fantástica reseña Isabel; Se nota que conoces bien la obra de Murakami. Espero poder ver la película, has hecho que me interese por ella.

    ResponderEliminar