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lunes, 1 de enero de 2018

La princesa prometida: Paseo a través del tiempo y las generaciones



Que mejor manera de despedir el año 2017 y recibir al 2018 que recordando “La princesa prometida” una película intemporal que pasa a través de los años y las generaciones y que acaba de cumplir 30 años de su estreno en España en este mes de diciembre (Su estreno fue el 18-12-1987).
Es uno de esos cuentos imperecederos que nos cautivaron, nos siguen cautivando y nos seguirán cautivando a nosotros y a nuestras futuras generaciones sin duda alguna. Parte de una base de la aventura como género, que nos  guía hacia una narración en la que también figuran el romance, el suspense, el terror y, por supuesto, la comedia, pasando de uno a otro terreno de forma fluida e imperceptible. “La Princesa prometida” es una película de culto con la que han crecido varias generaciones en todo el mundo, es una historia narrada entre dos generaciones (abuelo y nieto) con distintas sensibilidades, por ello nos remite a ese algo atemporal e intangible que es la narración verbal, las historias pasadas de abuelos a padres y nietos.


Lo primero a destacar en esta película es el guion, basado en una novela de William Goldman, escritor, novelista, guionista y articulista estadounidense nacido en 1931 que escribió la novela con el alias de Simon Morguestern y la publico en 1973, se comenta que era un cuento dedicado a sus dos hijas y tras preguntarles sobre que les gustaría que hable el cuento, una de ellas sugirió la palabra princesa y otra la palabra boda. Goldman ha sido uno de los guionistas cinematográficos más afamados del último cuarto del siglo XX, ganó el Oscar al mejor guion original por Dos hombres y un destino en 1970 y otro al mejor guion adaptado por Todos los hombres del presidente en 1977. Desde la publicación de la novela fueron varios los intentos de llevarla a la pantalla, ya en 1973, la 20th Century Fox pagó al escritor medio millón de dólares en derechos de adaptación y como pago por su labor de guionista, asignó a Richard Lester como director y la cinta estaba en un tris de hacerse realidad cuando el responsable de producción de los estudios fue despedido y todo se paralizó, el director ha comentado que el mismísimo François Truffaut estuvo interesado en el proyecto. A la vista de que no se ponía en marcha el proyecto, el propio autor recompró los derechos de vuelta años más tarde, contacto con Reiner, de cuyo padre era amigo y ambos consiguieron que el proyecto se reactivase.

La historia comienza con el recurso del abuelo que le lee un cuento al nieto diciéndole "Cuando yo tenía tu edad, los libros eran nuestra televisión. Y este es un libro especial. Es el libro que mi padre me leía cuando yo estaba enfermo y que yo solía leerle a tu padre. Y hoy voy a leértelo a ti". Desde el aburrimiento inicial que el niño manifiesta ante la lectura, pasa a estar atrapado por la pura aventura, con una fenomenal persecución en los Acantilados de la Locura, y una secuencia de esgrima de las mejores, más divertidas e ingeniosas de la historia del cine, siguiendo con pruebas de astucia y de fuerza, realizadas para conseguir rescatar a su amor verdadero. En realidad, hay dos partes bien diferenciadas, la primera hasta que la princesa es liberada por el hombre de negro, y la segunda el nuevo intento de rescate, con un enamorado hecho polvo y ayudado por los dos antiguos enemigos. Durante toda la película se habla de amor y de venganza, pero sin ñoñería, ni de violencia, consiguiéndose un gran equilibrio estético que conquista a personas de cualquier edad y de cualquier parte del mundo.

El director Rob Reiner nos remite de una manera muy simple a valores universales y fácilmente comprensibles para cualquier generación, el amor y el honor. El amor se nos transmite como algo que no entiende de razas, ni clases sociales, ni género, ni de nada más que de sí mismo, ya que nos cuenta el amor de la pareja formada por Buttercup y Westley, pero también el de un abuelo por su nieto, y el que existe entre Fezzik el gigante, con su alma sensible capaz de concebir ingeniosas rimas mientras emplea su gran fuerza para salvar a sus amigos de cualquier peligro, y su inseparable amigo Íñigo Montoya, este peculiar dúo nos demuestra la importancia de la amistad para superar los obstáculos que se nos presenten en nuestras aventuras por la vida.
El honor, lo encarna Iñigo Montoya, un buscavidas que lleva veinte años intentando vengar la muerte de su padre, asesinado por un hombre con seis dedos en la mano derecha y no descansará hasta alcanzar su meta haciendo gala de unos modales excelentes como espadachín. La frase “Hola, me llamo Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre. Prepárate a morir" que Iñigo pronuncia repetidamente es mítica en el ideario cinéfilo. 
La película está filmada en impresionantes paisajes de Inglaterra e Irlanda, magníficamente fotografiada por Adrian Biddle (director de fotografía de Alien y de Willow). Esta acompañada por una maravillosa banda sonora realizada por Mark Knopfler, de Dire Straits, sin esa música no sería la película lo que es. No olvidarnos del diseño de vestuario de Phyllis Dalton, toda una leyenda de su oficio, con títulos como Lawrence de Arabia y Doctor Zhivago a sus espaldas. Pero es el reparto en el que finalmente recae el hacer creíbles a esos personajes, siendo en general los actores unos casi desconocidos protagonistas, Robin Wright y Cary Elwes como Buttercup y Westley que nada o muy poco habían hecho para el cine, dos caras más familiares como Fred Savage y Peter Falk (nieto y abuelo), Billy Cristal irreconocible como el extravagante personaje de Vizzini,  Chris Sarandon muy poco conocido en aquella época como príncipe Humperdinck y  Mandy Patinkin que venía del mundillo de Broadway como Iñigo Montoya.

La princesa prometida no fue un éxito en su momento, aunque tampoco un fracaso, recaudó poco más de 30 millones de dólares, una suma aceptable, pero muy alejada de los más de 300 millones que logró Atracción fatal ese mismo año. Fue el vídeo quien la encumbró, el boca a oreja, la mejor campaña de marketing de las buenas películas hizo su trabajo y la convirtió en la película de culto que es hoy en día.

Es una película que emociona, que nunca cansa y siempre sorprende, que no envejece y que es objeto de culto y veneración por todos los amantes del cine que siguen creyendo en los cuentos de hadas. Si volvéis a verla reconoceréis cada pasaje y cada diálogo como el primer día y descubriréis de nuevo, que es una de esas películas que se mantienen en forma con el paso del tiempo.

En palabras de un crítico “Si alguien se pregunta por qué seguimos hablando de La princesa prometida treinta años después de su estreno, la respuesta es que la película de Rob Reiner es cine total, es familiar y adulta, autoconsciente sin ser paródica, respetuosa, humilde, tierna y profundamente honesta



1 comentario:

  1. Muy buen comentario. Me encanta la descripción que has hecho de la película, muy documentada. La frase de Iñigo Montoya es muy conocida entre los cinéfilos y ayer la escuché en unas escena de Big Bang Teory. Entran muchas ganas de volver á verla. Gracias

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