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miércoles, 1 de junio de 2016

Recordando… Los vampiros, de Louis Feuillade




La legendaria obra de Louis Feuillade ha sido citada como un hito de los seriales cinematográficos, precursora de la estética de la profundidad de campo perfeccionada más tarde por Jean Renoir y Orson Welles, y prima hermana del movimiento surrealista. Sin embargo, está más estrechamente relacionada con el desarrollo del thriller cinematográfico. Integrada por diez partes apenas conectadas entre sí y carentes de un final emocionante, de duración muy variada y estrenadas a intervalos irregulares, "Los vampiros" queda a medio camino entre el cielo cinematográfico y el serial. El argumento, complicado y a menudo inconsistente, gira en torno a una extravagante banda de criminales parisinos, los Vampiros, y su enemigo implacable, el periodista Philippe Guérande (Edouard Mathé).

Los Vampiros, maestros en el arte de disfrazarse -suelen llevar capuchas negras y leotardos para cometer sus delitos-, tienen como líderes a cuatro "Grandes Vampiros" que van muriendo sucesivamente y son servidos con fidelidad por la vampiresa Irma Vep (cuyo nombre es un anagrama de vampiro). Irma constituye el alma y el corazón no solo de la banda, sino también de la película. Encarnado con voluptuosa vitalidad por Musidora, que gracias a ello se convirtió en una estrella, Irma es el personaje más atractivo de la cinta y supera sin problemas al soso héroe Guérande y a su contrapunto cómico Mazamette (Marcel Lévesque). Su carisma subvierte el tema del bien contra el mal y contribuye al tono amoral de la película, reforzado porque los buenos utilizan con igual frecuencia que los malos métodos poco escrupulosos, así como por la feroz matanza de los Vampiros al final de la historia.

Musidora interpreta a Irma Vep

Al igual que en las historias de detectives y de casas embrujadas, "Los vampiros" crea un mundo de orden burgués de aspecto inamovible al tiempo que lo socava. Las espesas paredes y suelos de los castillos y hoteles están plagados de puertas falsas y paneles secretos. Las enormes chimeneas sirven de ruta de escape para asesinos y ladrones, que corretean sobre los tejados de París y suben y bajan por las tuberías como monos. Los taxistas suelen transportar polizones en el techo y abren trampillas para que los fugitivos accedan a refugios secretos. En un momento dado, el héroe se asoma a la ventana de su apartamento, situado en el último piso del edificio, y en ese mismo instante le pasan un lazo alrededor del cuello, tiran de él y lo arrojan a la calle, lo meten en una gran cesta y lo depositan en un taxi en menos tiempo del que se tarda en decir "¡Irma Vep!". En otra escena, una pared con chimenea se abre para dejar paso a un enorme cañón, que se desliza hasta la ventana y dispara proyectiles contra un cabaré cercano.
Para reforzar esta atmósfera de estabilidad caprichosa, el argumento está construido alrededor de una serie de sorpresas inverosímiles, que implican apariencias engañosas a ambos lados de la ley: personajes "muertos" que vuelven a la vida, pilares de la sociedad (un cura, un juez, un policía) que resultan ser Vampiros, y Vampiros que son agentes de la ley infiltrados en la banda. Lo que es fundamental para la evolución del thriller, y lo que lo convierte en un pionero de la forma, es la capacidad de Feuillade para crear, a una escala amplia e imaginativa, un mundo doble, sólido y onírico, conocido y desconocido a la vez.


Fotograma de "Los vampiros"


En el capítulo nº 2, titulado El anillo que mata, el Gran Vampiro asesina con un anillo envenenado a la bailarina Marfa Koutiloff, prometida de Guérande. La pobre bailarina cae fulminante durante su actuación. Os dejo con esa secuencia.


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