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jueves, 26 de abril de 2012

Universo Kieslowski: Dekalog, Dwa


CAPÍTULO 2. No invocarás el nombre de Dios en vano.




Dirección: Krzysztof Kieslowski.
Guión: Krzysztof Kieslowski y Krzystof Piesiewicz.
Fotografía: Edward Klosinskm.
Música: Zbigniew Preisnen
Sonido: Malgorzata Jaworska.
Dirección Artística: Halina Dobrowolska.
Montaje: Ewa Smal.
Producción: Ryszard Chutkowski para la Televisión Polaca.
Duración: 57'

Intérpretes:
Krystyna Janda (Dorota), Aleksander Bardini (el médico), Olgierd Lukaszewicz (Andrzej), Artur Barcis (el joven), Stanislaw Gawlik (el cartero), Krzystof Kumor (el ginecólogo), Macej Szary (el guarda), Krystyna Bigelmajer (la secretaria), Karol Dillenius (enfermo), Ewa Ekwinska (la señora Basia), Jerzy Fedorowicz (Janek), Piotr Siejka (médico), Aleksander Trabczynski.

Sinopsis:
Medicina, juramentos, y el dilema moral más brutal de la serie. Estratosférica actuación del viejo doctor. Dorota visita a Andrzej, su esposo moribundo, en el hospital. Ella está embarazada de otro hombre. Consulta con el doctor si su marido morirá. Ha tomado una determinación: si muere tendrá el bebé, pero si vive, abortará. El médico se ve obligado a tomar una decisión. Le dice que su marido morirá. Sin embargo, Andrzej sobrevive. Entonces, Dorota le dice a Andrzej que van a tener un hijo y él piensa que es suyo.



Fotograma de Dekalog Dwa


Reflexiones:

Segundo de los diez capítulos que Kieslowski realizó para la televisión pública polaca entre 1989 y 1990 sobre los Diez Mandamientos.

La historia se desarrolla en un barrio de Varsovia de grandes bloques de hormigón en el que se desenvuelven todas las historias relacionadas con las Sagradas Escrituras.

En esta ocasión, el argumento se centra en el Mandamiento “No invocarás el nombre de dios en vano”. En este capítulo, se cruzan las vidas de dos vecinos del mismo bloque, un doctor (Aleksander Bardini), y una mujer músico, llamada Dorota Geller (Krystyna Janda), una mujer profundamente sumida en una gran tristeza ocasionada por el dilema que se le presenta en el momento en que su marido está ingresado en un hospital esperando la muerte. Ella tiene el corazón dividido entre dos hombres: por una parte, su marido, y por otra un amigo con el que le ha sido infiel y del que se ha quedado embarazada. Ella se carcome por dentro debido a una profunda duda: abortar esperando la recuperación de su marido o tener al hijo y marcharse con su amante sabiendo que su marido es un  enfermo terminal.

El problema es: si el marido vive, el niño muere; y si el marido muere, el niño vive. Entonces ella habla con el médico y se lo explica, y éste quiere a toda costa que no aborte. Ahí veo al médico como si fuera Dios, porque el médico días antes sabía que el marido iba mejorando; no obstante, le dijo que estaba peor, que no abortara. Una decisión muy complicada para cualquier ser humano. Aquí el médico está tomando el nombre de Dios en vano, porque sólo Dios –para los creyentes- es el único que sabe cuándo morirá.

La película está llena de símbolos, con poco o ningún diálogo; refleja muy bien la Polonia postcomunista, con sus miserias, dudas y esperanzas. Uno de los símbolos más claros que Kieslowski emplea es el insecto saliendo del vaso, agarrándose a la cuchara: para mí es un canto a la vida. Y el vaso de café que ella tira intencionadamente es el aborto, la muerte.

Cuando ella va al hospital a ver a su marido, en otra sala hay un enfermero que la está observando, que no tiene nada que ver con los personajes centrales de la historia,  sale en ese momento y no vuelve a aparecer; bajo mi punto de vista parece como si fuera el ojo de Dios.

La racionalidad de sus personajes nunca alcanza para abarcar la complejidad del problema, la resolución siempre contiene al misterio, algo que opera por fuera de cualquier tipo de racionalidad o planificación. Así como el problema surge de lo contingente, en su solución opera lo misterioso. Lo que los personajes aportan es la persistencia, el deseo; el acto vital de sostenerse en la oscuridad, de no darse por vencido.

Para finalizar, el marido sale del hospital recuperado “milagrosamente” y va a ver al médico y le comenta que su mujer está esperando un hijo, ajeno totalmente a la realidad de este hecho. Aquí Kieslowski nos plantea la utopía de un amor único (Dios único), el azar en la paternidad biológica (origen de la vida) y sobre todo la prepotencia de la ciencia (el hombre como centro de la creación), desnuda la fragilidad de cualquier postulado, tanto físico como racional, a través de una simple historia tan cotidiana como compleja.

Como colofón, cito una frase bíblica: “Todo pecado y blasfemia será perdonado al hombre; mas la blasfemia contra el espíritu no será perdonada” (Mateo, XII, 31, 32).

Trabajo presentado en el Taller de Cine por Toñi Pascual Álvarez.


Aleksander Bardini (el médico)



Reflexiones:

Vemos perfectamente reflejado en este capítulo del Decálogo que nada podemos hacer ante la casuística y el comportamiento de la naturaleza que se rige por un azar que escapa de nuestro control.

El ser humano piensa que es dueño de su destino y creemos que sabemos cómo somos y cómo funcionamos y que podemos intuir lo que pasará.

En este episodio del Decálogo tenemos a dos personajes que son vecinos aunque no tienen una estrecha relación. Él, médico de profesión, cuenta entre sus pacientes con el marido moribundo de ella, personaje que se encuentra en un conflicto ya que está embarazada de su amante. Lo que une a estos dos personajes es la necesidad de ella de saber que su marido va a morir para seguir adelante con el embarazo o no.

Tenemos en este episodio dos fuertes dilemas:

  • Carlota que ama a dos hombres, su marido, enfermo terminal y estéril y, su amante, un músico de éxito del que espera un hijo.
  • El Doctor que intenta salvar vidas aunque nada pudo hacer por la de su propia familia.

Igualmente encontramos una serie de símbolos que nos llevan al mensaje de la película por ciertos recovecos: un ficus que poco a poco es podado hasta que se destruye, un vaso de agua que ella tira al suelo y se hace añicos. Estos dos primeros símbolos parecen indicar que el marido morirá como vaticina el médico pero…    

Por otro lado, un insecto atrapado en un vaso consigue escapar por una cuchara cuando parecía del todo improbable. Con un maravilloso plano detalle de cámara subjetiva descubrimos el mensaje final de la película: el marido habla con el médico y le dice “He vuelto de ahí. Vamos a tener un bebé”. Es decir, que el médico se equivocó y el marido no falleció, la mujer no abortó aunque tenía la cita para hacerlo y el marido aceptó tener un bebé aun a sabiendas de que no era suyo.

Cuando el médico contesta a la pregunta que le hace ella “¿Usted cree en Dios?” le dice “Tengo un dios que supongo que a mí me basta” ella le recrimina diciéndole “¿Privado? Pues vaya pidiendo la absolución”. No podemos invocar el nombre de Dios en vano.

Trabajo presentado en el Taller de Cine por Ana Salas Cardona.


Krystyna Janda (Dorota)


Os dejamos con una secuencia, en la que Dorota visita a su vecino, el doctor que tiene como paciente a su marido, Andrzej, ingresado en el hospital. Dorota quiere arrancarle alguna información al médico sobre el estado de Andrzej. Por otro lado, conviene conocer que, dos años atrás, Dorota había atropellado con su coche el perro del médico. La verdad es que la reacción del médico a la llamada de Dorota no es muy amable, al menos, en estos primeros instantes del capítulo. Fijémonos.





CAPÍTULO 3. Santificarás las fiestas.

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