Páginas

lunes, 16 de octubre de 2023

Los colonos (Felipe Gálvez Haberle, 2023)

 

Título original: Los colonos. Dirección: Felipe Gálvez Haberle. País: Chile. Año: 2023. Duración: 97 min. Género: Drama, Aventuras.

Guión: Felipe Gálvez Haberle, Antonia Girardi. Música: Harry Allouche. Fotografía: Simone D’Arcangelo. Producción: Don Quijote Films, Rei Cine, Snowglobe Films.

Sección “Una cierta mirada” del Festival de Cine de Cannes 2023.

Fecha del estreno: 11 Octubre 2023 (España).

 

Reparto: Alfredo Castro (José Menéndez), Camilo Arancibia (Segundo), Mark Stanley (Alexander MacLennan), Benjamin Westfall (Bill), Marcelo Alonso (Vicuña), Mariano Llinás (Francisco Moreno), Luis Machín (Monseñor).

 

Sinopsis:

A fines del siglo XIX las estancias ovejeras cubren cada vez más territorio en la Patagonia chilena. En 1893, Segundo, un mestizo chileno; Maclenan, un militar inglés y Bill, un mercenario estadounidense, emprenden una expedición a caballo para delimitar y reclamar las tierras que el Estado le ha otorgado a José Menéndez. Lo que parece ser una expedición administrativa, se transforma en una violenta cacería de onas, los nativos del archipiélago de Tierra del Fuego.

 

Comentarios: 

En el cine los conceptos de frontera y de conquista suelen venir asociados al wéstern: a sus esencias de fondo y a sus peculiaridades formales. Pero también a la aventura: la adulta, no la de parque de atracciones; la que vuelve su mirada a la historia de la humanidad para reflexionar al mismo tiempo sobre la exploración del territorio, sus condiciones económicas y sociales, y el lado más sombrío de la condición humana. Y en esos dos territorios fílmicos, el wéstern y la aventura, se mueve la insólita película chilena Los colonos, dirigida por Felipe Gálvez, elegida por la academia de su país para labrarse un camino hacia el Oscar a mejor película internacional.

Tratado teórico sobre el colonialismo sin necesidad de los excesos retóricos del discurso ni de la impostura, bello ejercicio visual y sonoro con un lenguaje cinematográfico lejos de la complacencia y de cualquier convencionalismo contemporáneo, y aguerrida representación de la crueldad y el salvajismo en nombre de una supuesta civilización, Los colonos es un viaje al corazón de las tinieblas ambientado en tierras fronterizas entre Chile y Argentina, en los alrededores del año 1900. La Tierra del Fuego es el escenario de un mandato y una búsqueda brutal: el encargo de un terrateniente blanco a tres de sus trabajadores, un mercenario estadounidense, un exmilitar inglés y un mestizo chileno, de intentar abrir una ruta para sus ovejas desde sus tierras y hasta el Océano Atlántico, aun a costa del sacrificio de cualquier pueblo o tribu nativos que se interponga en su camino.

En ese recorrido hay algo de conradiano, de “almas saciadas de emociones primitivas”, de personajes “ávidos de falsas glorias, de distinciones fingidas y de todas las apariencias que dan el éxito y el poder”. También, de locura a lo Werner Herzog, al estilo de Aguirre, la cólera de Dios o Fitzcarraldo, aunque cambiando la jungla por una senda abierta en la que los atardeceres y los amaneceres son retratados por la hermosa fotografía de Simone D’Arcangelo con preciosa rotundidad. La niebla nocturna, la fuerza de la naturaleza y la puntual calma de los escenarios de interior, iluminados de un modo delicado aunque brillante, contrastan con el ejercicio de bestialidad del poder y de la depravación, incluidas las violaciones.

“Una libra por cada oreja cortada”, reza el lema de la película en su póster, entresacando una frase y una acción dementes. “Matar salvajes” en beneficio del “desarrollo de las tierras”. En los confines del mundo, y con los posteriores acuerdos con el pueblo mapuche al fondo, resoluciones que recorren buena parte de la historia del país, Los colonos habla del antes sin que el aquí y el ahora dejen de estar presentes. Y tratándose además de una ópera prima, Gálvez narra su relato con el freno de mano quitado en el aspecto musical, con una banda sonora extraordinaria que a veces corre peligro de comerse las imágenes, pero que retumba como el grito de los indígenas y le acaba encajando a la perfección. La fuerza de su percusión, de sus contrabajos y sus trompetas estremece entre la imponencia de sus paisajes y las monstruosidades de sus personajes. (Javier Ocaña)

Recomendada.



No hay comentarios:

Publicar un comentario