Título
original: Las buenas compañías. Dirección: Silvia
Munt. País: España. Año: 2023. Duración: 93 min. Género:
Drama.
Guión: Silvia Munt, Jorge Gil
Munárriz. Música: Paula Olaz. Fotografía: Gorka Gómez Andreu. Producción:
Irusoin, Oberon Media, En la Frontera Película, Manny Films, La Fidèle
Production.
Sección Oficial del
Festival de Cine de Málaga 2023.
Fecha del estreno: 5 Mayo 20232 (España).
Reparto:
Alícia Falcó, Elena Tarrats, Itziar Ituño,
Ainhoa Santamaría, María Cerezuela, Nagore Cenizo, Ivan Massagué, Heren de
Lucas, Mikel Laskurain, Sara Barroeta, Mikel Tello, Miguel Garcés, Itziar
Aizpuru, Garazi Urkola.
Sinopsis:
Verano de 1976. Bea tiene
16 años y se suma a los aires de cambio que recorren el país; colabora con un
grupo de mujeres para visibilizar la causa feminista y lograr la aprobación del
derecho al aborto. La rebeldía que siente en la sangre se mezclará con un
sentimiento inesperado que trastocará su mundo interior. A lo largo de estos
meses, Bea entablará una amistad muy especial con Miren, una chica algo mayor
que ella y de buena familia. Su compromiso político y su relación con Miren
convertirán ese verano en una etapa que marcará un antes y un después en su
vida.
Comentarios:
En unas impactantes
imágenes de Después de… No se os puede dejar solos (1981), documento
fundamental sobre la Transición dirigido por Cecilia Bartolomé y su hermano
Juan José, un grupo de féminas en lucha clamaba a las puertas del Palacio de
Justicia de Bilbao por la libertad de las llamadas Once de Basauri, mujeres de
clase obrera encausadas por haber abortado. La clandestinidad del aborto se
unía así a la clandestinidad de las imágenes y hasta del juicio, pues en
principio estaba previsto que este fuera a puerta cerrada, y posteriormente la
película de los hermanos Bartolomé fue secuestrada durante dos años por el
gobierno de UCD.
Sin embargo, pese a la
importancia del proceso penal, desarrollado nada menos que entre 1976 y 1985,
de los sucesos que lo rodearon y de la pugna de las mujeres, primero anónimas,
luego con el apoyo de figuras de diversos ámbitos profesionales, no se trata de
acontecimientos que se hayan asentado en el imaginario colectivo de nuestro
país, sobre todo fuera del País Vasco. Así que la llegada de una película como Las
buenas compañías, segunda obra de ficción de la habitual actriz y directora
de documentales Silvia Munt, trasciende el hecho cinematográfico para alcanzar
el del colectivo social y el del recuerdo de una época atroz en demasiados
sentidos.
Quizá por cuestiones
presupuestarias y de producción, Munt, como directora y coguionista (junto con
Jorge Gil Munárriz), ha preferido recordar a aquellas mujeres no con una
ambiciosa historia política que rememore el proceso, sino con un relato íntimo
de ficción pergeñado desde el dolor de la intimidad de algunas de las personas
que acompañaron a las encausadas durante el proceso. Sus reivindicaciones, las
peticiones de amnistía, sus vidas cotidianas y el activismo social en un tiempo
solo para valientes, en el que la visibilidad de la causa feminista estaba
lejos de aceptarse por una sociedad que venía de donde venía.
En un digno acercamiento
a una época oscura que caminaba hacia la luz sin encontrarla aún del todo, desconocida
para la inmensa mayoría de las jóvenes generaciones, Munt ha compuesto una
película protagonizada por dos chicas adolescentes de distintas clases sociales
en la que se acumulan las temáticas de corte feminista: desde los actos de
denuncia pública de abusadores y violadores hasta el descubrimiento propio de
la sexualidad. La toma de conciencia de un grupo de jóvenes, todas ellas
mujeres, en un tiempo áspero y gris, retratado por la directora con el habitual
lugar común fotográfico de los tonos sepias, en el que unos cuantos se
significaron mientras otros muchos miraron para otro lado.
“Si la vida nos separó
fue sin querer / ¿qué vas a hacer? / ¿adónde irás, así mujer? / Nadie te quiere
ya…”, cantaban Los Brincos en un mítico tema de los años sesenta (Nadie te
quiere ya) que ejerce de símbolo explícito de la película, sonando dos veces a
lo largo del metraje, y atronando con un estribillo que, aunque no estuviera
creado para el activismo sino para el amor, es recuperado por Munt como
desgraciada letanía de soledad. Mejor en las secuencias más tenues e íntimas
que en las protagonizadas por la lucha colectiva, con extras y policías que
únicamente aparecen de soslayo, Las buenas compañías recupera de este
modo la lucha por el derecho al aborto y la solidaridad femenina, y se une así,
de un modo más modesto pero también estimable, a títulos recientes como Modelo
77, relatos reveladores de una realidad escondida durante demasiado tiempo.
(Javier Ocaña)
Recomendada.
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