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sábado, 2 de julio de 2022

Top Gun: Maverick (Joseph Kosinski, 2022)

 

Título original: Top Gun: Maverick. Dirección: Joseph Kosinski. País: USA. Año: 2022. Duración: 131 min. Género: Acción, Drama.  

Guión: Ehren Kruger, Eric Singer, Christopher McQuarrie (basado en personajes de Jim Cash, Jack Epps Jr. y una historia de Peter Craig, Justin Marks). Fotografía: Claudio Miranda. Música: Harold Faltermeyer, Hans Zimmer, Lorne Balfe, Lady Gaga. Montaje: Eddie Hamilton. Vestuario: Marlene Stewart Producción: Jerry Bruckheimer, David Ellison, Tom Cruise.

Sección Oficial (fuera de competición) del Festival de Cannes 2022.

Fecha del estreno: 27 Mayo 2022 (España)

 

Reparto: Tom Cruise, Miles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm, Glen Powell, Ed Harris, Val Kilmer, Lewis Pullman, Charles Parnell, Bashir Salahuddin, Monica Barbaro, Jay Ellis, Danny Ramirez, Jean Louisa Kelly, Manny Jacinto, Jake Picking, Penelope Kapudija, Peter Mark Kendall, Chelsea Harris, Kara Wang, Raymond Lee, Lyliana Wray, Roberta Sparta, Jason Woods, Dana Byrne, Nancy DeMars, Mark Anthony Cox, James Quach, Tristan Henry.

 

Sinopsis:

Después de más de treinta años de servicio como uno de los mejores aviadores de la Armada, Pete "Mavericks" Mitchel se encuentra donde siempre quiso estar: superando los límites como un valiente piloto de pruebas y esquivando el ascenso de rango, que no le dejaría volar emplazándolo en tierra. Cuando es destinado a la academia de Top Gun con el objetivo de entrenar a los pilotos de élite para realizar una peligrosa misión en territorio enemigo, Maverick se encuentra allí con el joven teniente Bradley Bradshaw, el hijo de su difunto amigo "Goose".

 

Comentarios:

Se convirtió en uno de los paradigmas del cine popular de la década de los ochenta y de su espíritu dionisiaco, pero 36 años después, mientras algunas de sus compañeras de generación aguantan frescas y divertidas, resulta imposible revisar Top Gun (Ídolos del aire) sin un rictus de cierta vergüenza: ajena y quizá también propia. Su tono, su estilo, su sobredosis de testosterona y de virilidad, y sus gruesas sentencias de guion, casi risibles, solo pueden ser hoy objeto de parodia. De hecho, ya las hubo: Hot Shots ¡La madre de todos los desmadres! (1991) y Hot Shots 2 (1993), ambas dirigidas por Jim Abrahams, y eso que apenas habían cambiado los tiempos. Quedan en ella el inabarcable carisma juvenil de Tom Cruise y algunos de sus accesorios, presididos por ese modelo de gafas que para muchos siempre será el de topgun, pero muy poco más.

Quizá por ello, a la hora del renacimiento, Cruise y los nuevos responsables de Top Gun: Maverick, tardía secuela de la película dirigida en 1986 por Tony Scott, han practicado con el tono uno de los espectaculares virajes de avión de sus pilotos protagonistas: de la arrogancia a la épica. La ostentación de siempre, pero con un manejo mucho más controlado de la vanidad, del exhibicionismo masculino, de las actitudes. El rock, siempre de fondo musical, la cerveza, la camaradería entre hombres y la presencia de mujeres en puestos en los que antes ni se las esperaba, como símbolos de unos aparentes nuevos tiempos. La vieja escuela nunca muere. Cruise se las sabe todas.

Con Joseph Kosinski al mando de la dirección, la película abraza ese tipo de concordia de pub, entre amigos que se respetan mientras juegan a los dardos y al billar, pero que, en la línea del modo de vida americano, luchan sin piedad por sus sueños, tan practicado en la última década y media por directores como Peter Berg. Ahí parecen mirarse Kosinski y sus guionistas, en títulos como El único superviviente, Marea negra y Spenser: Confidencial. La misión a realizar por los jóvenes pilotos a los que debe entrenar Cruise es la destrucción de una planta de enriquecimiento de uranio, pero el hecho de que en el guion no se cite ni siquiera el país enemigo da cuenta de lo blanca que es en realidad la historia. Así no hay líos con nadie de cara al estreno.

La nueva entrega se abre con una secuencia casi calcada a la de su predecesora: reto conseguido, valentía, insolencia. Pero el tono, de la hombría jactanciosa a una cierta nobleza, es muy distinto. El rol de Cruise ha pasado de ser un chulo porque sí a un rebelde con experiencia y hasta con motivos, y eso encaja mejor con la contemporaneidad. Por lo demás, junto al espectáculo del aire, la secuela introduce con inteligencia un bonito homenaje a Val Kilmer. No ya a su personaje, que también, sino sobre todo a un actor al que la enfermedad no le permitió continuar con su carrera, y cuya mirada triste pero distinguida, sabiendo lo que hay detrás, estremece.

Los trucos de magia de narrador trilero del clímax final son los de siempre, pero confirman que, en determinados productos como este, digno cine popular, siguen funcionando, redondeando así un producto de molde que, sin embargo, no es fácil de pulir hoy en día. Cuando en una secuencia aparentemente intrascendente, el personaje de Ed Harris, un alto mando, dice al de Cruise que “el futuro ha llegado” con los “aviones sin piloto”, no es difícil ver el paralelismo que envuelve toda la producción y hasta las intenciones de la estrella: el futuro parece haber llegado en el cine con las películas en plataformas y la gente en sus casas, pero la pantalla gigante, la oscuridad y la comunidad se seguirán imponiendo. Vieja escuela. (Javier Ocaña)

Recomendada (con reservas).



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