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domingo, 17 de julio de 2022

Ennio: El maestro (Giuseppe Tornatore, 2021)

 

Título original: Ennio: The Maestro. Dirección: Giuseppe Tornatore. País: Italia. Año: 2021. Duración: 156 min. Género: Documental.

Guión: Giuseppe Tornatore. Música: Ennio Morricone. Fotografía: Giancarlo Leggeri, Fabio Zamarion. Producción: Piano b Produzioni, Gaga, Potemkino, Fu Works, Blossoms Island Pictures, Eurimages.

Premios David di Donatello 2021 al Mejor Documental, Mejor Montaje y Mejor Sonido. Sección Oficial del Festival de Venecia (fuera de competición).

Fecha del estreno: 13 Mayo 2022 (España)

 

Intervenciones: Ennio Morricone, Quentin Tarantino, Clint Eastwood, Oliver Stone, Hans Zimmer, Terrence Malick, John Williams, Wong Kar-Wai, Barry Levinson, Dario Argento, Bernardo Bertolucci, Quincy Jones, Giuseppe Tornatore, Bruce Springsteen, James Hetfield, Roland Joffé, Marco Bellocchio, Lina Wertmuller, Carlo Verdone, Phil Joanou, Joan Baez, Enzo G. Castellari, Mike Patton, Mychael Danna, Liliana Cavani, Laura Pausini, David Puttnam, Vittorio Taviani, Giuliano Montaldo, Gianni Morandi, Roberto Faenza, Nicola Piovani, Mario Caiano, Paul Simonon, Claudio Mancini, Zucchero, Pat Metheny, Ornella Vanoni, Silvano Agosti, Alessandro Alessandroni, Dulce Pontes, Caterina Caselli, Franco Migliacci, Edoardo Vianello, Franco Piersanti, Federico Savina, Gilda Buttà, Enrico Pieranunzi, Fausto Ancillai, Miranda Martino, Tonino Poce, Sergio Bassetti, Boris Porena, Ettore Zappegno.

 

Sinopsis:

Retrato de Ennio Morricone, el compositor de cine más popular y prolífico del siglo XX, uno de los más queridos por el público, dos veces ganador del Oscar y autor de más de quinientas partituras inolvidables. El documental presenta al Maestro a través de una larga entrevista realizada por Tornatore, testimonios de artistas y directores como Bernardo Bertolucci, Giuliano Montaldo, Marco Bellocchio, Dario Argento, los hermanos Taviani, Carlo Verdone, Barry Levinson, Roland Joffé, Oliver Stone, Quentin Tarantino, Bruce Springsteen, Nicola Piovani, Hans Zimmer y Pat Metheny, música y material de archivo. El documental también se propone revelar el lado menos conocido de Morricone, como su pasión por el ajedrez, que puede tener vínculos misteriosos con su música. Así como el origen en la vida real de algunas de sus intuiciones musicales.

 

Comentarios: 

La primera escena de 'Ennio' muestra a un hombre mayor, casi anciano, correteando por el salón de una casa repleta de libros, cuadros, carteles de películas, fotos antiguas, algún trofeo, partituras a medio corregir, un tablero de ajedrez y mil pequeños recuerdos dispuestos sobre un tapiz en el que se adivina la historia entera de un siglo. Ennio Morricone hace ejercicio. Ennio Morricone se tumba en el suelo, pliega las piernas sobre el pecho y respira profundo. Por un momento se le empañan las gafas. Ennio Morricone se esconde tras una montaña de papelas, coge el lápiz y a una velocidad desusada dibuja sobre el pentagrama el perfil exacto de su imaginación. "Lo curioso", comenta uno de sus amigos, "es que no le hace falta piano para componer nada. Cuando escribe escucha la música con toda la orquestación".

'Ennio' es un documental que aterrizó en el Festival de Venecia con el que Giuseppe Tornatore ajusta las cuentas con su memoria, con el tiempo y, claro está, con el hombre, además de genio, fallecido a los 91 años el 6 de julio de 2020 y con el que el director de 'Cinema Paradiso' colaboró durante 30 años. Se trata de un homenaje, de una lección de vida y, lo más interesante, de una clase de arqueología iluminada donde quedan al descubierto buena parte de los secretos y contradicciones que configuran la personalidad del hijo del trompetista que, queda demostrado, cambió la historia de la música en el cine para siempre.

Es un documento esencialmente cinéfilo, o cinéfago, dispuesto, en palabras del director, como una "novela audiovisual" en la que una larga entrevista ordena cada uno de los hallazgos de una filmografía casi eterna con más de medio millar de créditos firmados. Sobre la pantalla, su cuerpo diminuto lo ocupa todo. Irónico, ligeramente cascarrabias y obligado constantemente a un ejercicio tozudo de modestia, la película acaba por convertirse en una celebración del milagro del genio, del brillo de lo oculto, del misterio de la inspiración. De eso o de la pleitesía en la más dulce de sus acepciones. Él habla delante de sus mayores logros y, a su lado, una nómina de 'fans' que van de Bernardo Bertolucci a Bruce Springsteen pasando por Marco Bellocchio, Dario Argento, los hermanos Taviani, Carlo Verdone, Barry Levinson, Roland Joffè, Oliver Stone, Quentin Tarantino, John Williams, Quincy Jones, Hans Zimmer o Pat Metheny completan el camino de santidad que lo es también de reivindicación.

"Él hizo coincidir la poesía con la prosa", dice Bertolucci. "Sus obras le colocan al lado de los grandes de la música y por grandes entiendo a Beethoven, Schubert o Bach", añade Tarantino. "Es un genio de la música, pero de la música absoluta", corrobora el último. Y así. En realidad, todas estas declaraciones entusiastas y no por ello menos sinceras giran alrededor de la misma herida. Desde sus primeros pasos como músico, Morricone no oculta un leve (o grande incluso) resentimiento con todos los colegas que le menospreciaron. Incluido su admirado maestro Goffredo Petrassi. Se sintió humillado, confiesa, cuando empezó sus estudios en el Conservatorio de Santa Cecilia en Roma, él que sólo era, al lado de la élite pudiente, el hijo del músico popular. Y durante toda su carrera enterró en infatigable trabajo las innumerables miradas altivas de los que, sólo al final y bajo el peso de lo evidente, le pidieron perdón incluso. Una de esas cartas de un colega son leídas ante la cámara se diría que con orgullo.

La película recupera sus trabajos como arreglista para la casa RCA en los sesenta. Y, a su modo, esa nueva, revolucionaria y conceptual manera de entender los arreglos (que no acompañamiento) de la canción italiana pop prefiguró todo lo que vendría después. Su modo de utilizar sin prejuicios el contrapunto de Bach al lado de los hallazgos más revolucionarios de la música contemporánea hacen que los éxitos de Edoardo Vianello, Dino, Gianni Meccia, Mina y, sobre todo, Gianni Morandi suenen distintos, suenen a Ennio. Clásicos como 'Sapore di sale, 'Il mondo', 'Se telefonando' o 'Guarda como dondolo' llevan su sello. Y todo ello sin renunciar a formar parte de los nuevos tiempos de la mano del grupo experimental Nuova Consonanza.

Y así hasta llegar al cine. Hasta llegar, esencialmente, a Sergio Leone. Ennio grita delante de la cámara como lo haría un coyote afónico y en realidad da la clave del tema principal de 'El bueno, el feo y el malo'. Ennio niega y hasta dice odiar la melodía y no hay nadie que no sea capaz de tararear un puñado de sus melodías más conocidas. Ennio silba y en su ayuda acude Alessandro Alessandroni para acercar la banda sonora y silbada de 'Por un puñado de dólares' al mito. Ennio explica los motivos de cada uno de los vacíos de 'El gran silencio', de Sergio Corbucci, y en su entusiasmo deja un encendido panegírico de la sencillez. Ennio confiesa el secreto detrás de las cuatro notas que componen el tema principal de 'El clan de los sicilianos', de Henri Verneuil, y allí se descubre un acrónimo que hace coincidir el cifrado anglosajón y alemán de esas notas con el nombre de BACH. Ennio habla de sonidos que envuelven, que empapan, que suenan a metal y Ennio vibra.

"Para mí las notas no son más que ladrillos. Todos los ladrillos son exactamente iguales, pero nada tiene que ver un palacio con otro", dice Morricone no queda claro si convencido de su modesta sencillez o de su inabarcable genialidad. A medida que avanza la película se llena de chasquidos, de onomatopeyas, del recitado del "Ta, ta, ta, ta" que se escucha en 'El desierto de los tártaros' de Valerio Zurlini, de ideas geniales recuperadas del sonido monocorde de unos tambores en una manifestación (ocurrió en 'Sostiene Pereira', de Roberto Faenza). Terrence Malick (sí, el que no habla nunca) describe su trabajo con el italiano y él le devuelve el cumplido con una explicación detallada del sonido del fuego que aparece en 'Días del Cielo'. Los dos continuarían una larga amistad por carta. Brian de Palma cuenta que accedió a incluir contra su voluntad la propuesta de Morricone en 'Los intocables' para, una vez estrenada la película, confesar que el equivocado era él. Pocos momentos tan encendidos como la declaración de amor de Bertolucci al maestro después de 'Novecento'. Ése o el instante en el que Leone se rinde al sonido de flauta en 'Érase una vez en América'. "Él lo quería emplear constantemente. Le tuve que convencer de que no, que se usaría cuando tocara", comenta tajante. En 'La misión', de Roland Joffré, no quiso poner música porque "no hacía falta". Luego sí que fue necesario. Y así hasta completar el mapa sonoro, o geografía emocional, como se quiera, del cine moderno desde la radicalidad de Dario Argento a la efusividad Tarantino, de Leone a Leone. Siempre Leone.

Morricone buscaba siempre el eco, la reverberación. Todos los instrumentos le valen, desde el silbido al berimbao, pasando por el repicar de campanas que se alejan o unas imponentes masas corales. Pero, en realidad, su don fue siempre, como insiste Tornatore, su tacto especial para reconocer algo tan delicado y único, a la vez que universal, como la simple emoción. Con o sin melodía. Con o sin el reconocimiento de la 'intelligentsia'. Y, por ello, su legado va más allá, mucho más allá de la sala del cine. No es casualidad que Muse y Metallica abran sus conciertos con 'Man with a Harmonica' y 'The Ecstasy of Gold' o que Pat Metheny y Charlie Haden hayan grabado una versión del 'Love Theme' de, en efecto, 'Cinema Paradiso'. Thom Yorke (cantante de Radiohead) lo considera su "gran obsesión" y Giorgio Moroder afirmó que fue Morricone quien le inspiró a dedicarse a la música.

Para el final queda Ennio antes que Morricone. Ennio hace ejercicio. Ennio juega al ajedrez ("un juego que permite conocer al adversario"). Ennio habla con las gafas empañadas. Y Ennio, como el personaje perdido de Leone, encuentra gracias a 'Ennio' a su particular Arch Stanton. (Luis Martínez)

Recomendada.



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