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miércoles, 18 de mayo de 2022

La larga noche de los bastones blancos (Javier Elorrieta, 1979)

 

Título original: La larga noche de los bastones blancos. Dirección: Javier Elorrieta. País: España. Año: 1979. Duración: 95 min. Género: Drama.

Guión: Joaquín Amichartis. Fotografía: Andrés Berenguer. Música: Guido De Angelis, Maurizio De Angelis. Montaje: Rafael de la Cueva.  Producción: Apollo Films.

Fecha del estreno: 7 Mayo 1979 (España).

 

Reparto: José María Rodero, Enrique San Francisco, Virginia Mataix, Mireia Ros, Irene Gutiérrez Caba, Manuel Pereiro, Israel Morales, Manuel Guitián, José Riesgo, Alfonso Castizo, Luis Ciges, Jose Larrea, Santiago Rivero, Mariano Buendía, Antonio Ross, Emilio Higuera.

 

Sinopsis:

Andrés, joven provinciano que quedó ciego durante su infancia, viene a la capital con posibilidades de hacerse un transplante y recuperar la vista. A su llegada se hospeda en casa de un viejo amigo de la familia, Rogelio Molinos, quien vive con su hija Marisol. Pronto entre los dos jóvenes se establece una relación que hace que Andrés conciba falsas ilusiones. Paralelamente el joven ciego conoce en una taberna a otro invidente, este de nacimiento, y entre ellos nace una profunda amistad que culminará al quedar encerrados en un vagón del Metro que se dirige fuera de servicio a unas cocheras desiertas.

 

Comentarios:

La película del debutante Javier Elorrieta hace una explícita denuncia hacia una sociedad deshumanizada y egoísta que ignora los problemas de los incapacitados, en este caso, los invidentes. Critica las barreras arquitectónicas, pero no sólo las físicas, también las morales. Buena prueba de ello es el trato que recibe el pueblerino Andrés (excelente trabajo de Enrique San Francisco), un joven que sueña en volver a la luz con un trasplante de córneas, donde sólo encuentra tinieblas. El trato ingrato y vejatorio, por compromiso y mala gana que recibe de sus anfitriones en Madrid: Marisol (Virginia Mataix), mezquina y perversa, y su padre, antiguo amigo del progenitor del invidente.

Andrés se traslada a la gran urbe para operarse. Conoce a otro maduro ciego, escéptico y muy crítico con la sociedad que le rodea, con el que entabla una buena amistad de la que ambos se retroalimentan para justificar su existencia. Pero el buen entendimiento entre los dos es puesto a prueba cuando, de manera imprevista, se quedan encerrados en un vagón del Metro. Drama con grandes momentos de suspense y hasta terror, situado dentro del panorama del cine posterior a la nueva democracia constitucional. Se trata de una historia realista y sensible que se involucra de lleno en el mundo de los discapacitados. Protagonizada por un magistral José María Rodero (Pablo), en la que se trataba de su vuelta a la gran pantalla después de una larga ausencia teatral. Sus amargas reflexiones existencialistas, aportan un tono irónico y lírico a la relación entre el hombre maduro de vuelta de todo y el joven lleno de esperanza.

El pulso narrativo es bueno para un cineasta sin experiencia, la trama emotiva y desgarrada, su puesta en escena atractiva, sacando un gran partido de los actores. Mención especial merece Irene Gutiérrez Caba como compañera de Pablo, una mujer comprensiva y noble. La trama es interesante y a veces nos invade la zozobra, dos desgraciados seres luchando desde la misma “trinchera oscura”, como afirma Pablo en un momento emotivo del film. Un joven que añora su hábitat y un viejo intrépido que presume de conocer los laberintos subterráneos de la gran ciudad. Imágenes tétricas y angustiosas se intercalan con imágenes idílicas de una infancia luminosa. La película no te deja indiferente porque plantea reflexiones por medio de metáforas y alegorías, con situaciones límites que a veces se nos presentan en la vida. (Albatros)

Recomendada.




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