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domingo, 21 de noviembre de 2021

El nacimiento de una nación, de David W. Griffith (1915)


  “La acera es tan nuestra como suya, Coronel Cameron”


Durante la guerra civil estadounidense, los Estados del Norte industrializados lucharon contra los Estados del Sur, dedicados en su mayoría a la agricultura. La contienda se prolongó de 1861 a 1865 y terminó con la derrota del Sur. La economía de esta región se vió arruinada casi por completo, en gran parte por la liberación de casi cuatro millones de esclavos. “El nacimiento de una nación”, la cuestionada epopeya nacional de mayor envergadura de David Wark Grffith, narra la historia de esta guerra tomando como hilo conductor el destino de dos familias, los Stoneman de Pensilvania, en los Estados federados del Norte, y los Cameron de Piedmont (Carolina del Sur), un clan sudista. Ambas familias están vinculadas por lazos amistosos, los hijos varones fueron juntos a la escuela. Poco después de declararse la guerra, Phil Stoneman (Elmer Clifton) y su hermano menor van de visita a Piedmont. Los Stoneman disfrutan de la hospitalidad de sus amigos sureños. Phil pronto se enamora de Flora Cameron (Mae Marsh). Por su parte, Ben (Henry B. Walthall), el mayor de los Cameron, contempla embelesado un retrato de Elsie Stonemam (Lillian Gish), que en adelante y durante toda la contienda llevará consigo.



La película muestra estas escenas de tipo familiar y las reuniones de los amigos de una manera fresca y viva, evitando el dramatismo propio del cine mudo. También en lo referente a la representación del conflicto es pionera para la época. El director David Wark Griffith presenta las grandes escenas de masas y las costosas batallas con una opulencia nunca vista hasta entonces. “El nacimiento de una nación” se consideró precursor de los largometrajes de cuño moderno al ser uno de los primeros en explorar a fondo las posibilidades técnicas fílmicas y servirse únicamente de medios narrativos cinematográficos, evitando así toda teatralidad. Griffith pone en práctica un hábil ensamblaje. Va de las tomas de masas a “pequeñas” escenas humanas y, al final, obtiene un montaje paralelo muy efectista cuando hace confluir tres escenas de acción en un “salvamento de última hora” (last minute rescue).



Actualmente, esta película se considera el primer éxito de taquilla de la historia del cine. En tiempos anteriores se solían producir en EE.UU. Películas con una duración de 3 a 18 minutos (las denominadas películas en uno y dos actos); el propio Griffith había rodado más de 400 filmes de este tipo. Por lo general sus costes no superaban los 1.000 dólares.

El nacimiento de una nación” alcanzó la muy respetable suma de 100.000 dólares. En 1932 había recuperado el 90 por ciento de los costes de producción y siguió siendo la película de mayor éxito en la historia del cine, hasta que en 1939 fue reemplazada por “Lo que el viento se llevó”, que también versaba sobre la guerra civil americana.



Pero la obra de Griffith merece aún más calificativos: fue el primer largometraje que un presidente estadounidense, Woodrow Wilson, se hizo proyectar personalmente en la Casa Blanca y una de las primeras películas monumentales. Pero Griffith no se detuvo con el final de la guerra, sino que narró los acontecimientos que siguieron al armisticio, sobre todo la situación que resultó de la emancipación de los esclavos. A la primera parte, que culmina con la esmerada representación del atentado mortal que acabó con la vida del presidente de los Estados Unidos del Norte, Abraham Lincoln el 14 de abril de 1865, le sigue una segunda parte titulada “Reconstrucción”. Ésta se desarrolla únicamente en el Sur y es, hay que reconocerlo, un panfleto racista. La “reconstrucción” es un concepto histórico importado con el que se designa la reincorporación de los Estados sureños a la Unión tras la guerra y narra las condiciones supuestamente insoportables que comporta la liberación de los esclavos. Los negros (a menudo actores blancos pintados de negro) humillan a los blancos, codician a sus mujeres, se comportan mal en el Parlamento y amenazan el orden público. Sólo consigue la salvación de los blancos y la vuelta al orden natural el Ku-Klux-Klan con sus cuadrillas asesinas, cuyos miembros van provistos de capirotes y portan cruces. Esta moraleja resulta tan chocante en la actualidad como en su día. Cuando se estrenó en los cines de 1915, la película provocó una gran controversia y se prohibió en algunos estados federados. El director Griffith se sintió incomprendido, defendió el derecho a la libertad de expresión y finalmente rodó una película con el explícito título de “Intolerancia” (1916) una oda a la bondad humana.



En palabras del historiador de cine George Sadoul, David Wark Griffith fue “no el descubridor sino, lo que es más, el creador de todo un lenguaje cinematográfico basado en el montaje”. Griffith se crió en una granja de Kentuky, donde fue educado como el típico “señorito del Sur”. Después de hacer giras como mimo con un teatro ambulante, comenzó a trabajar como actor, y luego como guionista y director de la compañía Biograph. Ésta se dedicaba a crear cortometrajes para pequeños teatros donde se proyectaban películas, que, por aquel tiempo habían comenzado a surgir por doquier. Griffith rodó más de 400 para la compañía Biograph y trabajó en muchas de ellas junto a la actriz Lilliam Gish y el cámara G.W. Bitzer. En estos cortometrajes ensayó el medio narrativo cinematográfico que posteriormente utilizaría en sus producciones de larga duración. Entre ellos se encuentra “The Rose of Kentuky” (1911), una película interesante porque en ella se trata el Ku-Klux-Klan de una forma más crítica que en “El nacimiento de una nación” (1915). Tanto ésta última como “Intolerancia”, destacan por ser los dos colosos de la obra de Griffith. Ambas epopeyas lo invistieron como gran visionario y lo convirtieron definitivamente en el padre de la cinematografía moderna. Después de ellas, el director David W. Griffith rodó dos obras menores, y más tarde el célebre “Lirios rotos” (Broken Blossoms, 1919), de nuevo con Lilliam Gish, y “Dos tormentas” (Way Down East,1920).



En 1919, con Charles Chaplin, Douglas Fairbanks y Mary Pickford, los artistas más cotizados del momento en el cine de EE.UU fundó la United Artists, para producir películas de larga duración al margen del control de los productores. Sin embargo, pronto terminó su éxito. Sus películas tenían cada vez peor acogida y Griffith se abandonó al alcohol. En 1936 recibió un Óscar honorífico a los méritos de toda su carrera, pero en 1948 falleció en una habitación de hotel en Hollywood, sólo y prácticamente olvidado.



Destaco varias escenas del film: Un acontecimiento histórico, el 9 de abril de 1865 el General de los estados del Sur, Robert E. Lee (Howard Gaye) se entrega al General Ulysses S. Grant (Donald Crisp, ¡Qué verde era mi valle!, John Ford), capitán general de las tropas del norte y más tarde Presidente de EE.UU. Los paseos a caballo del Ku-Klux-Klan anticipan los ataques de la caballería de las películas de John Ford. Los soldados de las tropas del Sur afrontan la guerra con orgullo. Una caída fatal: convencida de que un negro quiere violarla, Flora Cameron se precipita desde una roca y muere en los brazos de Ben (Henry B. Waltthall), su hermano mayor.


Virginia Rivas Rosa 


 

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