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miércoles, 21 de julio de 2021

Regreso a Hope Gap (William Nicholson, 2019)

 

Título original: Hope Gap. Dirección: William Nicholson. País: Reino Unido. Año: 2019. Duración: 100 min. Género: Drama.

Guión: William Nicholson. Fotografía: Anna Valdez-Hanks. Música: Alex Heffes. Producción: Immersiverse, Origin Pictures, Protagonist, Sampsonic Media. Distribuidora: Screen Media Films.

Fecha del estreno: 23 Octubre 2020 (España)

 

Reparto: Annette Bening, Bill Nighy, Aiysha Hart, Josh O'Connor, Nicholas Burns, Rose Keegan, Sally Rogers, Steven Pacey, Nicholas Blane, Derren Litten, Ryan McKen, Ninette Finch, Joel MacCormack, Anne Bryson, Finn Bennett, Tim Wildman, Jason Lines, Dawn Batty, Joe Citro, Dannielle Woodward.

 

Sinopsis:

Edward toma la decisión de dejar a su mujer Grace tras 29 años de matrimonio. A partir de este momento, cada uno de ellos, a su manera, buscará la forma de rehacer su vida en un pequeño pueblo costero cerca de los acantilados de Hope Gap.  

 

Comentarios:

Como buen melodrama sobre la pareja adulta tiene su masa madre en los diálogos, la reflexión de sus personajes y la interpretación emocionante de sus actores. Y aunque es un melodrama de pareja, se sustenta narrativamente en un triángulo, el matrimonio con varias décadas de planificada convivencia y el hijo ya adulto como punto equidistante del conflicto y como memoria (su voz en off sobre «su» pasado con ellos forma parte de la calidad nostálgica del tejido de la trama) del paisaje familiar. El guionista y director, William Nicholson, acomoda su relato (que era una pieza teatral suya) de un matrimonio terminal en un magnífico fondo ambientado en un pueblo costero, Seaford, el océano gris y un impresionante acantilado, y deja que la geografía se inmiscuya en la historia.

La descripción de ese matrimonio en su día a día, en su año a año, la influencia del uno en el otro, en sus deseos y frustraciones, la implacable presencia de sus rutinas y el golpe seco, inapelable, de su ruptura y divorcio son manejados por la película con gran y diversas sensibilidades, y con enorme destreza emocional de sus gigantescos actores, Annette Bening y Bill Nighy, que preñan su exterior con elegancia y su interior con mimo intelectual y moral…, hasta el punto de que colocan al espectador en un lugar cercano al del hijo en su equidistancia y en la comprensión de sentimientos comunes, pero no vulgares, como la felicidad, la infelicidad, el vértigo, la soledad, la separación de lo que te «pertenece» y su compleja delimitación de lo que «pertenece» al otro.

La ambientación, el ritmo y el sentimentalismo son los adecuados para posibilitar una buena digestión de toda esa masa madre, para entender las relaciones, las causas y los efectos; tiene, digamos, un horneado lento pero nutritivo y atractivo. Y desde luego, la interpretación de ellos (y se incluye al hijo, Josh O’Connor) está llena de todos esos ingredientes que tanto sabor le dan a la pantalla y sinsabor a la vida. (Oti Rodríguez Marchante)

Recomendada.




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