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sábado, 16 de enero de 2021

El viaje a ninguna parte (Fernando Fernán Gómez, 1986)

 

Título original: El viaje a ninguna parte. Dirección: Fernando Fernán Gómez. País: España. Año: 1986. Duración: 134 min. Género: Comedia dramática.

Guión: Fernando Fernán Gómez (basado en una novela de Fernando Fernán Gómez). Fotografía: José Luis Alcaine. Música: Pedro Iturralde. Montaje: Pablo González del Amo. Maquillaje: José Antonio Sánchez. Producción: Maribel Martín, Julián Mateos (Ganesh).

3 Premios Goya (Mejor película, Mejor dirección y Mejor guión).

Fecha del estreno: 5 Octubre 1986 (España).

 

Reparto: José Sacristán (Carlos Galván), Laura del Sol (Juanita Plaza), Juan Diego (Sergio Maldonado), María Luisa Ponte (Julia Iniesta), Gabino Diego (Carlos Piñeiro), Nuria Gallardo (Rosita del Valle), Fernando Fernán Gómez (Don Arturo), Queta Claver (Doña Leonor), Emma Cohen (Sor Martirio), Agustín González (Zacarías Carpintero), Carlos Lemos (Daniel Otero), Miguel Rellán (Dr. Arencibia), Simón Andreu (Solís), José María Caffarel, Carmelo Gómez, Tina Sáinz, Nacho Martínez, Mónica Molina,  Cándida Losada, Antonio Gamero, Helena Fernán Gómez.

 

Sinopsis:

Franquismo, años cuarenta. En una compañía de cómicos de la legua medio emparentados entre sí, aunque no recuerdan con precisión cuál es su parentesco, surgen amores y desamores. Hay separaciones dolorosas y encuentros felices; el trabajo se entremezcla con el amor, los problemas económicos con los familiares, y el hambre con el sueño de alcanzar el triunfo.

 

Comentarios:

Un pueblo, luego otro, luego otro más. La vida es una burda comedia de enredo con el camino en lugar de puertas que se abren y se cierran. Es caminar sin fin con la miseria pegada al cuerpo, como una camisa sin lavar. Y luego dirán que los cómicos son esos sujetos que deberían dormir al raso y largarse cuanto antes. Puede ser. Pero lo que no es menos cierto es que los cómicos, estos de la legua y muchos otros, solo quieren hacernos la vida más agradable. Cobran poco, comen menos, duermen en las peores camas y, sin embargo, ahí están. En el escenario más infecto del mundo tratando de vender unas pocas sonrisas, un rato de asueto en una España triste y gris que está deseando reír y olvidarse de todo. Y aun así, los miran con desconfianza, como si fueran personas apestadas con la fiebre del actuar. Cualquiera sabe. Esos tipejos que no hacen más que recitar sus papeles de tres al cuarto lo mismo fingen hasta cuando no actúan. Ahora, ponles un plato de alubias… Ahí verás que la actuación la dejan para luego. Se lo comen que da gusto. Cómicos… que se vayan a otra parte.

En las brumas del recuerdo y entre las llanuras de la frustración hay que inventarse un pasado de gloria y esplendor porque, si no es así, ¿quién se va a acordar de un don nadie que se hizo agujeros en los zapatos a base de andar de un sitio a otro en busca de dos funciones? Y las mentiras que tienen que estar bien urdidas porque si no mientes bien, mejor no mentir. Que todo tenga una lógica. Que todo esté apoyado en una explicación. Los carteles, el neón, los premios, la admiración de los compañeros, la alabanza de los autores, la sensación de que todo el mundo abre paso al galán de moda que no deja de tener cierta gracia diciendo su papel. Sobre todo cuando hace el truco del gangoso. Estos peliculeros… son capaces de inventarse un pasado para que la muerte sea un poco más tranquila en brazos de Marilyn Monroe… que ya se sabe, cayó a los pies del sueño en el que el hijo y nieto de los Galvanes se ha convertido. Cómicos… que se vayan a otra parte.

Por allí queda la aventura del potentado rural que quiso hacer pinitos con la revista para ver a las chicas ligeritas de ropa, o la misa obligatoria que si no, no había función; o la redicha gracia con la que Maldonado expresaba sus avatares y desventuras, cual caballero de triste figura que cabalga por los llanos de la comedia… Por allí también queda un reparto de tronío que lo hace bien por donde actúa, que saca el sabor de aquel año cincuenta en que había hambre y parecía que también el horizonte era un poco más ancho. No importa. Fernando Fernán-Gómez realizó una obra maestra para llevarnos a otra parte… a ninguna parte, allí donde las almas de los cómicos reposan con sus sueños intactos y sus fantasías desbordantes, con sus nombres en tamaño grande y el público atento y presto al aplauso. Ay, éxito, qué lejos estás siempre y cuánto te mueves. Seguro que tú también vas de pueblo en pueblo,  recogiendo las alfombras y dejando tras de ti un tapete de asfalto gris, mojado y sucio… un camino sin destino, un destino sin recuerdo. (César Bardés)

Recomendada.




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