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martes, 29 de septiembre de 2020

Los cañones de Navarone (J. Lee Thompson, 1961)


 

Título original: The Guns of Navarone. Dirección: J. Lee Thompson. País: Reino Unido, USA. Año: 1961. Duración: 158 min. Género: Bélico.

Guión: Carl Foreman (basado en la novela de Alistair MacLean). Fotografía: Oswald Morris. Música: Dimitri Tiomkin. Montaje: Alan Osbiston. Efectos especiales: Bill Warrington, Chris Greenham. Producción: Carl Foreman.

Oscar 1961 a los Mejores Efectos Especiales. Globo de Oro 1961 a la mejor Película (Drama) y Mejor Banda Sonora Original.

Estreno en Reino Unido: 27 abril 1961.

 

Reparto:

Gregory Peck (Capitán Keith Mallory), David Niven (Miller), Anthony Quinn (Andrea), Stanley Baker (Brown), Anthony Quayle (Mayor Roy Franklin), James Darren (Spyros Pappadimos), Irene Papas (Maria), Gia Scala (Anna), James Robertson Justice (Jensen), Richard Harris (Barnsby), Bryan Forbes (Cohn), Allan Cuthbertson (Baker), Michael Trubshawe (Weaver), Percy Herbert (Grogan), George Mikell (Sessler), Walter Gotell (Muesel), Tutte Lemkow (Nicolai), Albert Lieven (Comandante), Norman Wooland (Capitán del grupo), Cleo Scouloudi (Novia), Nicholas Papakonstantinou (Capitán de patrulla), Christopher Rhodes (Oficial de artillería alemán).

 

Sinopsis:

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los alemanes dominan las aguas del Mediterráneo gracias a un eficaz sistema de defensa que los aliados no pueden contrarrestar. La causa de la superioridad alemana es el fortín de Navarone, que, gracias a sus gigantescos cañones, cierra el paso a la navegación por el mar Egeo.

 

Comentarios:

El Dodecaneso italiano fue un grupo de doce islas situadas frente a la costa de Turquía en el mar Egeo. Ocupadas por Italia (1912-1947), oficialmente se llamaron Islas italianas del Egeo, pero, en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, fueron ocupadas por las fuerzas alemanas… hasta que llegaron los ingleses, y en 1947, las islas le fueron entregadas al reino de Grecia, al que históricamente pertenecían.

Aunque el hecho que se cuenta es, en parte, ficción y la isla griega de Navarone no existe, el contexto histórico de la expulsión de los alemanes del Dodecaneso, fue la base histórica para la aventura que imaginara el escritor, Alistair MacLean, a la hora de escribir su segunda novela, “Los cañones de Navarone” (1957), y para esto, se sirvió de su propia experiencia como miembro de la Armada Real, a la que se unió en 1941 y con la que participó en el bloqueo de Creta.

Con el que se convertiría en un habitual estilo de sus novelas: Hombres comprometidos en una difícil tarea, con poco espacio para el sexo y el romance (¿intencionalmente antagónico a las novelas de su compatriota Ian Fleming?), la novela de MacLean, lo haría internacionalmente famoso, luego de que el productor, Carl Foreman, decidiera llevarla al cine, haciendo, también éste, las veces de guionista, labor para la que ya se había probado en numerosas ocasiones.

Se trata aquí de, un comando aliado, llamado a destruir unos estratégicos y poderosos cañones que los alemanes tienen instalados en la isla Navarone, desde donde pretenden acabar con dos mil soldados británicos que se encuentran sitiados en la isla de Keros y cuyas naves deben cruzar obligatoriamente por Navarone. Quedan cinco días para la orden de ataque de los alemanes, y en este tiempo récord, el comando deberá cumplir con la peligrosa misión.

 

 

Tras haber asignado la dirección al director, J. Lee-Thompson, Foreman se hizo con un reparto internacional que incluye a Gregory Peck, Anthony Quinn, David Niven, Irene Papas, Gia Scala…y el resultado es un filme que asegura una aventura de primera línea, con fuertes relaciones interpersonales donde, los soldados, no se idealizan, sino que lucen tal como son. Tampoco faltan las indispensables escenas de suspense y tensión que reclama toda buena trama y unas efectivas escenas de acción que nos remiten, enseguida, al cine de James Bond.

Esa calculada mezcla de todo esto, es lo que convierte a la película en un espectáculo que convence y con lo cual se convertiría en unas de las películas más taquilleras de la época y la más importante que haya realizado J. Lee Thompson.

Como es habitual, magnífica partitura de Dimitri Tiomkin, y excelentes diálogos que dan fuerza a la tensa situación entre los miembros del comando aliado, creando una singular relación donde, la camaradería, no es precisamente lo que más abunde.

Una frase del capitán Mallory, quedó resonando en mis oídos: “El único modo de ganar una guerra, es ser tan malo como el enemigo. Lo que preocupa… es que despertemos un día, dándonos cuenta que somos peor que ellos”. (Luis Guillermo Cardona)

Recomendada.



 

domingo, 27 de septiembre de 2020

Un mundo normal (Achero Mañas, 2020)

 

Título original: Un mundo normal. Dirección: Achero Mañas. País: España. Año: 2020. Duración: 103 min. Género: Comedia dramática.  

Guión: Achero Mañas. Fotografía: David Omedes. Música: Vanessa Garde. Montaje: José Manuel Jiménez. Vestuario: Cristina Rodríguez. Producción: Iñaki Ros, Gerardo Herrero, Pedro Pastor.

Presentada en la sección oficial del Festival de Málaga 2020.

Estreno en Sevilla: 11 Septiembre 2020

 

Reparto: Ernesto Alterio (Ernesto), Gala Amyach (Cloe), Ruth Diaz (Julia), Pau Durà (Max), Magüi Mira (Carolina), Raquel Villarejo Hervas (Sara Lima), Abdelatif Hwidar, Luis Miguel Segui, Joan Daros (Inspector).

 

Sinopsis:

Ernesto, un director de teatro excéntrico e inconformista, recibe la noticia de la muerte de su madre. Camino al cementerio roba el ataúd para tirar el cadáver al océano, como era su deseo. Su hija, cansada de sus locuras, le acompaña con la intención de hacerle cambiar de idea. En el viaje descubrirá que su padre no es ningún loco, y que uno debe ser fiel a sí mismo aunque esto, a veces, suponga ir en contra de la opinión de la mayoría.

 

Comentarios:

El grito final de “Un mundo normal” es un “¡Abuela!” lanzado contra viento y marea por una nieta que acaba de tirar por la borda sus estudios de Derecho para dedicarse, como su abuela quería, a ser artista. Al igual que su padre, su tío y la difunta matriarca de una saga orgullosa de pertenecer a esa farándula que tan bien y con tanto amor esta película representa. Un clan que en las celebraciones le cantan al sexo y al baile mientras la abuela, una inmensa Magüi Mira a la que le bastan unos minutos en pantalla para estar presente en toda la película, se despide de sus amigos muertos y de una realidad que ya no es para ella. Como no podía ser de otro modo, se trata de una tragicomedia cargada de melancolía por un mundo de viejos cómicos y libertarios cuya extinción hoy cobra un doloroso sentido.

La película supone el regreso a la ficción después de una década de Achero Mañas, que aquí se abre a la autobiografía dedicándole a su madre, la actriz Paloma Lorena, este canto a los suyos. No es causal que sea la propia hija de Mañas quien interprete a la hija del protagonista, una debutante Gala Amyach que pese a todos sus balbuceos aporta esa corriente de verdad que hace de esta película un regreso por todo lo alto del director de “El Bola”. Junto a ella, en el papel del padre, Ernesto Alterio logra uno de sus mejores trabajos en mucho tiempo con un personaje de una fragilidad y ternura conmovedoras.

Con la estructura de una road movie ibérica, la película se sitúa en la carretera que une Madrid con Altea para narrar cómo un hijo con un inequívoco síndrome de Peter Pan decide cumplir el último deseo de su madre antes de morir. Una loca peripecia dentro de la alegre y desvencijada furgoneta de un mago escoltada por una hija demasiado adulta y resabiada por necesidad. El triángulo amoroso abuela-hijo-nieta que vertebra la película se presta a un intercambio de roles en el que la abuela parece una niña caprichosa cabreada con la vida, el hijo un adolescente incapaz de resolver ni su matrimonio ni su carrera de director y a la hija no le ha quedado otra que hacer de madre y cargar con ambos. El juego de roles familiares no será el mismo después de ese viaje final, que es a la vez iniciático, por el árido mapa de una España rural y de carretera. Un mundo raro, cómo no, que ni ahora ni nunca fue muy normal, donde el deseo de una madre y abuela que vivió como le dio la gana puede con todo y donde ese grito final permite en un solo plano a una joven mujer volver a ser niña en los brazos de su, esta vez sí, adulto padre. (Elsa Fernández-Santos)

Recomendada.



 

viernes, 25 de septiembre de 2020

Mitomanía... Elizabeth Taylor

 

Todos conocen su terrible mirada, que encontró en el technicolor su mejor aliado. Deja caer la cabeza hacia atrás. Contrae la nariz. Y sus ojos, grandes y claros, centellean con fulgidos destellos azul violeta.

¿Quién teme a esta Elizabeth Taylor, una de las últimas representantes del llamado “star-system”?

Nacida en Londres, en 1932, y de ascendencia estadounidense, a los diez años debutaba ya en el cine. Casi inmediatamente, gracias a su rostro de mujer en un cuerpo de niña, protagonizaría “La cadena invisible” con la famosa perrita Lassie, y sería contratada en firme por la Metro Goldwyn Mayer.

De estrella juvenil en películas familiares como “El padre de la novia” y su secuela “El padre es abuelo”, o la inolvidable “Mujercitas”, bien pronto pasaría con notable naturalidad a interpretar papeles de adulta, convirtiéndose, gracias a títulos tan exitosos como “Un lugar en el sol”, “Gigante”, “El árbol de la vida” o “La gata sobre el tejado de zinc”, en uno de los pilares básicos de la Metro y en una de las celebridades más solicitadas por las revistas mundiales.

Su carrera, marcada por las desgracias y las enfermedades, íntimamente ligadas a su azarosa vida sentimental, alcanzó su cenit con “Cleopatra”, la Venus cobriza que en lo sucesivo sería como un símbolo de la propia estrella, y que le permitió alcanzar la soñada cifra del millón de dólares por película.

Casada ocho veces, dos de ellas con el mismo hombre, Richard Burton, Elizabeth Taylor buscó a toda costa la felicidad reuniendo a su alrededor una familia numerosa y un aparatoso cortejo de comparsas que la acompañaban a todas partes.

Su prestigio como actriz se mantuvo casi intacto hasta su muerte en el año 2011, apoyado en más de 50 películas, dos Premios Oscars y sus míticos ojos violetas, susceptibles de flamear como ardientes tizones.

 


 

Filmografía esencial.

 

·        1942: There´s on Born Every Minute.

·        1943: La cadena invisible.

·        1944: Alma rebelde; Las rocas blancas de Dover; Fuego de juventud.

·        1946: El coraje de Lassie.

·        1947: Cynthia; Vivir con papá.

·        1948: Así son ellas; Julia se porta mal.

·        1949: Mujercitas.

·        1950: The Big Hangover; Traición; El padre de la novia.

·        1951: Un lugar en el sol; El padre es abuelo; Callaway Went Thataway; Quo Vadis?

·        1952: Rendirse al amor; Ivanhoe.

·        1953: The Girl Had Everything.

·        1954: La senda de los elefantes; Rapsodia; La última vez que vi París; Beau Brummel.

·        1956: Gigante.

·        1957: El árbol de la vida.

·        1958: La gata sobre el tejado de zinc.

·        1959: De repente... el último verano.

·        1960: Una mujer marcada; Scent of Mystery

·        1963: Cleopatra; Hotel Internacional.

·        1965: Castillos en la arena.

·        1966: ¿Quién teme a Virginia Woolf?

·        1967: La mujer indomable; Doctor Fausto; Los comediantes; Reflejos en un ojo dorado.

·        1968: La mujer maldita; Ceremonia secreta.

·        1969: El único juego en la ciudad.

·        1970: Ana de los mil días.

·        1971: Salvaje y peligrosa; Bajo el bosque lácteo.

·        1972: Pacto con el diablo.

·        1973: Una hora en la noche; Miércoles de ceniza; Se divorcia él.

·        1974: La masoquista; Erase una vez en Hollywood.

·        1976: El pájaro azul.

·        1977: Dulce Viena.

·        1979: El clan de los asesinos.

·        1980: El espejo roto.

·        1988: El joven Toscanini.

·        1994: Los Picapiedra.

 

Os dejamos con la famosa y mítica secuencia de la entrada de Cleopatra en Roma, perteneciente al film “Cleopatra” (Joseph L. Mankiewicz, 1963). Ríos de tinta han corrido sobre esta película, pero al final siempre nos quedará poder ensimismarnos con la entrada de Elizabeth Taylor en Roma como si se tratara de la auténtica reina de Egipto. Disfrutadla una vez más!!!