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lunes, 10 de agosto de 2020

El camino (Ana Mariscal, 1963)


Título original: El camino. Dirección: Ana Mariscal. País: España. Año: 1963. Duración: 90 min. Género: Drama.  
Guión: José Zamit, Ana Mariscal, basado en la novela de Miguel Delibes. Fotografía: Valentín Javier. Música: Gerardo Gombau. Producción: Distribuida por Producciones Cinematográficas Españolas Falcó & Cía. Bosco Films.
Estreno en España: 1963.

Reparto:
José Antonio Mejías, Maribel Martín, Ángel Díaz, Jesús Crespo, Julia Caba Alba, Mary Delgado, Mary Paz Pondal, Maruchi Fresno, Rafael Luis Calvo, Joaquín Roa, Antonio Casas, Adriano Domínguez, José Orjas, María Isbert, Asunción Balaguer, Amparo Gómez Ramos, Concepción Sánchez, Xan das Bolas, José Sepúlveda, Wilfredo Casado, Juan Luis Galiardo, Felipe Martín Puertas, Manuel Ayuso, Félix Corella, Agustín Zaragoza, Julia Gutiérrez Caba.
 
Sinopsis:
Narra la historia de Daniel, un niño que debe dejar su pueblo para ir a estudiar a la ciudad. Durante las horas previas a su marcha, Daniel evoca todos los recuerdos de su pueblo y sus gentes.

Comentarios:
Como actriz, Ana Mariscal había llegado a convertirse en una de las grandes estrellas del cine español durante la década de los años cuarenta. Sin duda alguna, el personaje que interpretó en Raza (Sáenz de Heredia, 1942) fue el que marcó su carrera posterior con mayor determinación por tratarse de una película sobre la guerra civil con argumento de Francisco Franco (bajo el pseudónimo de Jaime de Andrade). El sambenito de musa del dictador le perseguiría durante toda su carrera, tal y como aparece en los obituarios que le dedicó la prensa generalista a su muerte, el 28 de marzo de 1995. Este prejuicio ideológico ha eclipsado durante décadas el trabajo de Mariscal no sólo como intérprete, sino como una de las directoras y productoras pioneras en España, ya que fue junto a Margarita Alexandre, la primera en situarse detrás de la cámara durante la dictadura.
El camino (1963) es su séptimo largometraje y una de sus obras más personales, tal y como explicó en su momento: “Antes de empezarla ya podía decir, y bien fuerte, que desde Segundo López, aventurero urbano, ésta es mi única película sin concesiones, la más pura, la que más en consonancia está conmigo y con mis gustos” (Fonseca, 2002: 204). Se trata de una adaptación de la novela de Miguel Delibes que había sido publicada en 1950. Pero Mariscal no sólo se limitó a la labor de dirección, ya que también produjo el filme a través de su productora Bosco Films, y firmó el guión al alimón con José Zamit y con el asesoramiento del mismo Delibes. Incluso la inconfundible voz en over de Mariscal aparece en los primeros minutos de la película, en los que nos sitúa en un pequeño pueblo castellano donde transcurre la acción. La historia narra las vivencias de los vecinos a través de los ojos de Daniel “el Mochuelo”, al que su padre obliga a marchar a la ciudad con el fin de estudiar. En este caso, Mariscal centra el relato en los ritos de iniciación del joven y de sus amigos, así como en la llegada del cine al pueblo, en la que adquieren un cierto protagonismo el personaje del cura y el batallón de beatas.
Pese a obtener una buena calificación administrativa de Primera B. la película fue un fracaso comercial. No consta ningún estreno, más allá del primer pase en Candeleda (Ávila), la localidad donde se rodó. Tampoco la crítica especializada prestó demasiada atención a esta película. Cabría preguntarse, desde un contexto histórico y social diferente, a qué se pudo deber el fracaso de El camino y el consiguiente ostracismo al que ha quedado relegada.


En primer lugar, la película carece de las marcas temporales que situaban la novela de Delibes en la posguerra española. De esta manera, la España rural que retrata Mariscal coincidiría con el tiempo de la enunciación del texto, es decir, inicios de los sesenta. Esto quedaría patente en una figura más urbana como el personaje de La Mica, la hija del indiano, cuya indumentaria es acorde a la de las jóvenes del periodo Desarrollista. En contraposición, los habitantes del pueblo, sus costumbres y sus convicciones morales encarnan un pasado atávico que parece impermeable a los cambios que se estaban produciendo más allá de las fronteras del valle. Un ejemplo de ello es la llegada truncada del cine. De esta manera, Mariscal emplea las fronteras geográficas del valle para construir un dentro/fuera entre el pueblo y ciudad. Si en la ciudad -a la que será enviado Daniel a estudiar- se encuentra el progreso, el resto de los habitantes permanecerán en el pueblo sin posibilidades de progresar. El pueblo, por lo tanto, se erige como sinécdoque de la España rural que quedó en los lodos del incipiente desarrollo económico y la modernización promulgada por el Régimen. De esta manera Mariscal emplea la obra de Delibes para poner el dedo en la llaga del éxodo rural, que obligó a millares de españoles a migrar a los núcleos urbanos. Esta visión crítica no terminaría de encajar dentro del cine popular del momento, en el que destacan las comedias rosas sobre jóvenes de ciudad o las “comedias de paletos” que trataban la migración campo-ciudad de manera humorística y despolitizada.
Si bien algunos de los planteamientos estéticos y políticos acercarían esta cinta al llamado “nuevo cine español”, los motivos por los que habría quedado fuera del canon son de carácter extra-cinematográficos y habría que buscarlos fuera del texto fílmico. En el nuevo cine español primaba la figura del director/autor, como Carlos Saura, Basilio Martín Patino o Miguel Picazo. Esta corriente, remarcadamente masculinista, estaba además ligada a la disidencia política, por lo que “la actriz de Raza” jamás podría haber sido asociada a dicho colectivo. Es por ello que Arocena (1997: 584) achaca el fracaso y el olvido de El camino a la imposibilidad de situarla dentro de la dicotomía de cine popular / “nuevo cine español”. (Asier Gil)
Recomendada.



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