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martes, 7 de julio de 2020

Música de Cine: Ennio Morricone (1928-2020)


Su nombre es sinónimo de trabajo, trabajo y más trabajo. Desde hace años se levanta a las cinco de la mañana, comienza a escribir partituras a las ocho, y así permanece todo el día encerrado en el estudio de su mansión romana. Es el músico de cine que más bandas sonoras lleva firmadas, de quien existe un número mayor de discos y compactos en el mundo, y seguramente nadie podrá superarle aunando cantidad y calidad. Representa incontables innovaciones en la música cinematográfica, siendo notable su trascendencia artística en el siglo XX y logrando una inusitada popularidad, que le ha hecho ganar 26 discos de oro.

Nace en el área romana de Trastevere, y empieza a componer con seis años, cuando su padre Mario, que era trompetista, le enseña la clave de “sol”. Sus primeras notas las escribió estando de vacaciones, y lo hacía según las piezas musicales que escuchaba por la radio seguido por su intuición, una de las palabras más definitorias de su persona.

A los 10 años ingresa en el Conservatorio de Santa Cecilia de Roma, matriculándose en trompeta (1946) e instrumentos de banda de orquesta (1952), aunque, perteneciente a una familia obrera, tenía que estudiar por el día y ganarse el pan tocando la trompeta en clubs nocturnos.

En 1956 se casa con María Travia y un año después nace su primer hijo, así que pese a su afán por ser considerado un músico “serio” no tiene más remedio que aceptar un trabajo como arreglista de temas en la discográfica RCA. Intenta mantener en secreto esta actividad, pero sus arreglos musicales son tan originales que comienza a ser pasto de la fama. Transforma el concepto de arreglista por el de “autor”, incorporando nuevos sonidos que son la base de la música moderna actual; y entre los artistas que se beneficiaron de ese ritmo, la base del “sonido Morricone”, estuvieron Mina, Gianni Morandi y Ornella Vanoni.

Comienza a componer música para la radio, teatro y televisión; escribe o arregla bandas sonoras como “negro”; y es contratado como director musical de la R.A.I. Pero él sigue con la idea de ser un compositor clásico, y escribe música de cámara y sinfónica con orquesta y coros, hasta que en 1961 firma la banda sonora de “El federal”. A partir de ese momento, su leyenda crece en proporción a su inmenso talento.

En 1964 colabora por primera vez con el director Sergio Leone, quien había sido su compañero en la escuela, con el spaghetti- western "Por un puñado de dólares", que firma con el alias de Dan Savio y con el que reinventa (como hiciera Jerome Moross con "Horizontes de grandeza") la música de este peculiar subgénero en posteriores filmes del mismo Leone ("La muerte tenía un precio", "El bueno, el feo y el malo", "Agáchate, maldito" y "Hasta que llegó su hora"), Sergio Corbucci ("Los compañeros", "Los despiadados", "¿Qué nos importa la revolución?", "Los hijos del día y de la noche", "Salario para matar", "Joe el implacable", para el que utiliza el seudónimo de Leo Nichols) y Sergio Sollima ("El halcón y la presa", "Cara a cara").

Ennio Morricone y Sergio Leone
 
En 1965 se une al “Gruppo Internazionale di Improvvisazione” perteneciente a la “Asociación Nuova Consonanza”, dirigido por Franco Evangelisti, y cuya principal misión era crear música a base de toda clase de instrumentos, experimentando nuevos sonidos disonantes. Con esta formación se arriesga con notas únicas en “Los fríos ojos del miedo”, siendo ese desarrollo musical una constante en sus aproximaciones al mundo del terror de Dario Argento con “El pájaro de las plumas de cristal” y “El gato de las nueve colas”.

Durante los 60 el cine italiano vive sus mejores momentos, y tiene la fortuna de encontrar a un grupo de arriesgados directores que buscaban hacer un cine comprometido social y culturalmente, con quienes coincide en ideas políticas de izquierda y visión creativa en la fusión de imagen y sonido. Así, son sobresalientes sus partituras con Elio Petri o el fin del Estado ("Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha", "El amargo deseo de la propiedad"); Bertolucci o la destrucción de clases ("Antes de la revolución", "Novecento"); Mauro Bolognini o la decadencia burguesa ("Metello", "La herencia Ferramonti"); Gillo Pontecorvo o la conciencia revolucionaria ("La batalla de Argel", "Queimada"); Pier Paolo Pasollini o sus cuentos incorrectos ("Las mil y una noches", "Saló o los 120 días de Sodoma"); y Giuliano Montaldo o las injusticias históricas ("Sacco y Vanzetti", "Giordano Bruno").

 


Durante la década de los 70 se involucra en comedias eróticas italianas a las que dota de sugerentes voces y música burlesca ("Quando la donne persero la coda", "Cuando el amor es sólo sexo"), filmes policiacos franceses resueltos con moderna percusión ("Pánico en la ciudad", "El furor de la codicia") y románticas historias americanas ("Días del cielo", "Lazos de sangre"); todas ellas entre una amplia selección de títulos, con una increíble media que supera el de una banda sonora por mes.

Tras esta exagerada actividad parece tomárselo con más calma a mediados de los 80, enfatizando aún más su inconfundible estilo de cuerdas y logrando algunas de sus obras más representativas: “Érase una vez en América”, su última y fascinante colaboración con Leone; “La misión”, una de las claves de su trayectoria y por la que su caché comenzó a elevarse hasta llegar al millón de dólares; y “Cinema Paradiso”, su primera incursión en el mundo de Giussepe Tornatore, con quien le unirá una honda amistad en maravillosos trabajos como “Están todos bien”, “Una pura formalidad”, “El hombre de las estrellas”, “La leyenda del pianista en el océano” o “Malena”.

Durante los años 90 alterna su actividad en importantes producciones americanas ("Bugsy", "En la línea de fuego", "Lobo", "Lolita") con la atención a sus viejos amigos italianos, como Tinto Brass ("Senso 45"), Alberto Negrin ("I guardiani del cielo") y Roberto Faenza ("Sostiene Pereira"), comprometiéndose también en historias que todavía le interesan, como “Nostromo” o “Padre Pio tra cielo e terra”. 

 
Edda Dell´Orso, vocalista a quien incorporó durante finales de los 60 utilizando la voz humana como instrumento. Interviene en numerosos filmes, entre ellos "Hasta que llegó su hora", "Mi nombre es ninguno", "Orca, la ballena asesina", "Maddalena", "Supongamos que una noche cenando...", "Veruschka", "El gato de las nueve colas", "El secreto", "Bullworth", "Un asunto de amor"... En la actualidad siguen colaborando juntos en una simbiosis ideal de sensualidad y melancolía.

Su forma de orquestar otorga un carácter aún más intenso y desesperadamente lírico a sus últimos trabajos, ganando cada vez más prestigio entre sus compañeros de profesión, que, en 1994, le homenajean en una cena ofrecida por la Sociedad para la Preservación de la Música de Cine.

En 1992 le es concedida la Medalla de las Artes y las Letras en Francia; y en 1995 recibe el título de Comendador de la Orden al Mérito de la República Italiana, el premio Nino Rota (instaurado ese mismo año por la discográfica CAM y la revista Variety) y el León de Oro del Festival de Venecia a toda su carrera.

Ennio Morricone y Quentin Tarantino

En 2016 recibió el Óscar en la categoría de Mejor banda sonora original por la película “The Hateful Eight (Los odiosos ocho)”, después de haber sido nominado seis veces en esta categoría en ediciones anteriores, convirtiéndose así en el galardonado más longevo en dicha categoría en la historia de los Premios Óscar.

Aunque pueda parecer imposible, si unimos sus trabajos como arreglista y su obra como compositor de música de vanguardia, cámara y concierto, sale un número casi tan elevado como sus bandas sonoras. En 1992 compone música para la película muda "La signora delle Camelie" (dirigida por Gustavo Serena en 1915), y en 1996 repite la experiencia con su extraordinaria partitura para el filme americano "The Life and Death of Ricardo III", filmado en 1912.

Hombre de ambiente familiar, aún tiene tiempo para dar giras de concierto por todo el mundo y apoyar todo lo posible a su hijo Andrea, también compositor.



Una docena de Bandas Sonoras imprescindibles:

·         2015: The Hateful Eight (Los odiosos ocho)
·         1988: Cinema Paradiso
·         1987: The Untouchables (Los intocables de Elliot Ness)
·         1986: The Mission (La misión)
·         1984: Once Upon a Time in America (Erase una vez en América)
·         1976: Novecento
·         1970: Sacco y Vanzetti
·         1968: C´era una volta il west (Hasta que llegó su hora)
·         1966: La battaglia d´Algeri (La batalla de Argel)
·         1966: Il buono, il brutto, il cattivo (El bueno, el feo y el malo)
·         1965: Per qualche di dollaro in piu´ (La muerte tenía un precio)
·         1964: Per un pugno di dollari (Por un puñado de dólares)



Estudio de la B.S.O. “Cinema Paradiso”.

José-Vidal Rodríguez.


De la paleta de un compositor en continuo estado de gracia, surgió a finales de los 80 una de las partituras melodramáticas más emotivas de la década, trabajo inolvidable para un filme de una sencillez y una carga emocional que marcaría para siempre la carrera de su director Giuseppe Tornatore.

"Cinema Paradiso" es una bellísima historia generacional, centrada en la amistad de un crío de ocho años, Salvatore alias “Toto”, y Alfredo (inconmensurable Phillipe Noiret), un solitario proyeccionista de cine al que un desgraciado accidente hace perder la visión y con ello su pasión cinematográfica. El filme hace un recorrido cronológico por la vida de ambos hasta nuestros días, arrancando con los flashbacks de un Salvatore adulto que recuerda su infancia de “lazarillo” junto al bueno de Alfredo, con la Sicilia rural de los años 40 como escenario principal de la trama.

A este retrato sentimental de la Italia de posguerra, se unió a la emotiva declaración de amor que realizaba el cineasta al Séptimo Arte. Virtudes éstas que no sólo engancharon a los espectadores de media Europa, sino que le valieron a Tornatore el Oscar a la Mejor película de habla no inglesa, además de un Globo de Oro y el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes. Con ninguno de sus posteriores filmes conseguiría la repercusión mediática ni las unánimes alabanzas logradas con esta sensacional muestra de cine intimista.


Una historia de tal calado, merecía un compositor a la altura de las circunstancias. Si bien es cierto que entre la vasta filmografía de Ennio Morricone resulta difícil vanagloriar obras en particular, el score que nos ocupa ha pasado con los años a conformar uno de los álbumes de mayor éxito en su carrera, no sólo entre los asiduos a las bandas sonoras sino también entre el público en general. Parte del mérito hay que achacárselo al conocidísimo y melancólico tema central, “carne de recopilatorio” y melodía inmediatamente reconocible incluso por el aficionado ocasional. Presentado ya en el primer corte, el piano es el encargado de desarrollar sus sugerentes notas hasta que el clarinete y las cuerdas, primero intimistas y luego rotundas, terminan de culminarlo en dos minutos y medio de música auténticamente imborrable. De continuo uso a lo largo del trabajo, la variaciones del motivo resultan francamente emocionantes en un instante en especial, concretamente en la genial secuencia del montaje de besos cinematográficos con el que Alfredo resume alegóricamente al Toto adulto las vidas de ambos; y entre tanta escena mítica, Morricone introduce con acierto arreglos de foxtrot y pizzicatos de cuerda típicos de los 50 para amoldar su música a este peculiar recorrido cronológico por la historia del cine ("Dal Sex Appeal Al Primo Fellini").

Un hecho que llama poderosamente la atención, es el referente a que la segunda de las melodías fundamentales sobre las que se asienta la partitura, ni más ni menos que el ”Tema D´amore”, no sea una pieza original de Ennio Morricone, sino de su hijo Andrea. Un sensacional arranque romántico de gran peso en el álbum (hasta cuatro versiones del mismo se incluyen) y que de no constar acreditado expresamente, nunca hubiésemos adivinado que fuera compuesto por alguien distinto al maestro. Principalmente porque Andrea imprime al tema la impronta absolutamente típica de su padre, amoldándose a la perfección a la tonalidad del resto de material; de ahí que “Papá” Morricone no tenga reparo alguno en incluirlo en sus temas propios (“Four Interludes”, “For Elena”), sabedor del arrollador lirismo y de las posibilidades románticas del espléndido motivo escrito por su hijo.


Como tercera idea musical en importancia, encontramos el fragmento destinado a describir la simpática relación entre el anciano y el niño, que muchos recordarán como la sintonía de un conocido anuncio navideño emitido hace unos años en nuestro país. Mientras el tema central incide básicamente en la parte emocional de la historia, el solo de violín del “Toto E Alfredo“ presenta unos joviales acordes costumbristas de carácter mediterráneo, con los que Morricone no sólo logra otro leitmotiv retentivo, sino que a la vez busca una atinada asimilación con respecto al ambiente rural italiano en donde se desarrolla la trama. Más onírico sonará este motivo en el tema “Prima Gioventu”, al intercalarlo con la no menos bella melodía del “Maturitá”.

Pese a que la mayor parte de la música se mueve entre registros tendentes a la ternura y lo nostálgico, la película depara ciertos instantes de dramatismo reflejados con bastante acierto por el romano. De esta forma, el autor acude a sus recurrentes cuerdas desgarradoras, acompañadas de unos metales que suenan por primera vez en la partitura, para enfatizar por ejemplo los trágicos momentos del incendio del cine (“Cinema in Fiamme”); o posteriormente, fusiona aquellas cuerdas con un piano de incesante contundencia rítmica (de sabor un tanto Michael Nyman, por cierto) en ”Fuga, Ricerca e Ritorno”, utilizando el tema de amor como apoteósica resolución a la comedida tensión anunciada por esta pista. 


Sobre estos tres recursos temáticos principales, girará el resto de un trabajo que se erige en una auténtico goce para los oídos del aficionado. Música con tal carga de sinceridad y pasión que a nadie dejará indiferente, y cuya incontestable calidad le valdría a Morricone para convertirse en el compositor predilecto de Tornatore para sus posteriores (e irregulares) cintas.

Publicada a finales del 2003, la presente edición expandida incluye ocho cortes previamente inéditos, la mayoría de los cuáles no son sino variaciones o versiones extendidas de temas ya editados anteriormente. Quizás la disonancia en espiral del ”Temma de la Bicicletta” sea lo único que aporte algo realmente inédito al nuevo álbum, por lo que teniendo en cuenta el precio y la dificultad para encontrar esta edición fuera del mercado italiano, recomendamos adquirir el anterior CD de DRG Records (comercializado todavía en nuestro país), a aquellos pocos incautos que aún desconozcan los rasgos de esta imprescindible e inolvidable partitura, plena en inspiración y una muestra más de la maestría innata en la mastodóntica filmografía de Morricone.



Y, para finalizar, os dejamos con una suite de una de sus bandas sonoras más conocidas, “La misión”, forma parte de un extraordinario concierto que dio el propio Morricone en Venecia en 2007. ¡Impagable!


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