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miércoles, 18 de marzo de 2020

Baila, muchacha, baila (Dorothy Arzner, 1940)


Título original: Dance, Girl, Dance. Dirección: Dorothy Arzner. País: USA. Año: 1940. Duración: 90 min. Género: Comedia dramática.
Tess Slesinger, Frank Davis (Guión), Vicki Baum (Guión adaptado), Edward Ward (Música), Russell Metty (Fotografía), Robert Wise (Montaje), Erich Pommer (Producción), Harry Edington (Producción ejecutiva).
Estreno mundial: 23 de agosto de 1940, en EE.UU.

Reparto: Maureen O’Hara (Judy); Lucille Ball (Bubbles); Louis Hayward (Jimmy Harris); Ralph Bellamy (Steve Adams); Virginia Field (Elino Harris); María Ouspenskaya (Madame Basilova), Mary Carlisle (Sally); Katharine Alexander (Miss Olmstead)

Sinopsis:
Judy O'Brien forma parte de un grupo de baile y aspira a dedicarse al ballet clásico. Bubbles, compañera suya deja el grupo para centrarse en la comedia. Cuando el grupo se deshace, Bubbles le ofrece a Judy un ingrato trabajo: ser la telonera de su espectáculo.

Comentarios:
Penúltima película de Dorothy Arzner y como en las anteriores el protagonismo es femenino. En todas sus películas el relato gira en torno a los deseos y conflictos de una o más mujeres, los hombres siempre tienen un rol secundario. De ahí la ausencia de estrellas masculinas en sus películas, solo Frederic March puede contarse entre los actores de renombre que aparecieron en sus películas, y no por falta de apoyo o presupuesto, ya que del lado femenino podemos ver una importante cantidad de actrices que eran estrellas en su momento: Katherine Hepburn, Sylvia Sidney, Claudette Colbert, Rosalind Russell, Lucille Ball, Merle Oberon, Joan Crawford, Maureen O'Hara.
Dorothy Arzner fue la única mujer que dirigió cine en Hollywood desde la aparición del sonoro (1927) hasta el año 1950. Entre 1927 y 1943 dirigió al menos 16 largometrajes, y en todos ellos rompió con los estereotipos sexistas del cine norteamericano, no solo el que establecía el rol de lo femenino; ya que al desarrollar personajes femeninos que se posicionaban en las historias de otra manera, necesariamente ubicó a los hombres en otro lugar, modificando también el estereotipo masculino. Entre otros Arzner subvierte el ideario romántico, sus mujeres no están esperando el príncipe azul, ni mueren por el amor; en general pasan del matrimonio y si lo encaran es la mayoría de las veces sacando cuentas del mejoramiento que acarreará en sus vidas materiales.
Pero el posicionamiento de Arzner y sus heroínas es siempre un lugar singular desde donde habitar la sociedad, nunca la punta de lanza de algún cambio social.
En “Baila, muchacha, baila”, además de Dorothy Arzner confluyen otras tres grandes mujeres. La primera es la escritora austriaca Vicky Baum (1888-1960) en cuya novela se basa el guión y cuya obra más conocida "Gran Hotel" había tenido su reflejo en el 1932 en la mítica y plagada de estrellas película de la Metro del mismo título. La segunda es una jovencísima Maureen O´Hara (1920-2015), una irlandesa de 19 años recién descubierta por Charles Laughton que comenzaba su exitosa carrera en Hollywood. Y la tercera es Lucille Ball (1911-1989), neoyorquina, "la reina del cine B" de los 40, cuya fama y popularidad se extendió con sus programas de televisión en las décadas posteriores, llegando a dirigir su propio estudio televisivo responsable de series como "Misión Imposible" o "Star Trek".


Arzner sustituyó a Roy del Ruth en la dirección después de que éste abandonara el proyecto por no estar de acuerdo con el guión. Un guión que bajo su apariencia banal: chica humilde que quiere triunfar como artista pone al descubierto el machismo imperante de la época y la brutal cosificación de la mujer en el mundo artístico. Machismo y cosificación cuya sombra alargada aún sigue sin extinguirse. Cuantas  miles de chicas acudirían a "la fiebre del oro" hollywoodiense para acabar explotadas y frustradas en sus intentos de una vida mejor. Arzner refleja, sus inquietudes, sus miserias, sus sueños, su breve periodo de juventud y belleza para conseguir triunfar como artista o "cazar" a un millonario para dejar de serlo en penosas condiciones. Una visión feminista en el que la directora se permite "parar la función", dirigirse al público masculino de dentro y fuera de la pantalla y leerles la cartilla.
La película perdió dinero y fracasó no solo en taquilla. Hoy es una de las obras más recordadas de Arzner, se ve con agrado y simpatía su ligereza cómica y se valora su mensaje social. Arzner la dirige con brío y ritmo y sus dos estrellas femeninas están muy por encima de los galanes que las acompañan. Lucille Ball se lleva la palma. Está espléndida, divertida y arrebatadora. La amistad que mantuvo con la O´Hara les duró toda la vida. Aún le queda hueco a Arzner para presentarnos a esa prensa amarillista, a esos "paparazzis" que con sus flash de cazoleta revolotean cual buitres en busca de carnaza que llevar a sus portadas
"Baila, muchacha, baila ", tiene vigencia, es necesaria y entretiene.
Recomendada.


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