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viernes, 6 de diciembre de 2019

El realismo de Jean Renoir

Un artículo de José Melero Bellido.



Uno de los mejores conocedores de Jean Renoir, André Bazin, considera que la principal característica de su cine es el realismo. Definir este concepto, la interpretación que hace Renoir del mismo, es el objetivo de estas líneas.

Sabemos que en el origen de su dedicación al cine está la influencia entre otros de Chaplin, un cineasta que desarrolla historias con personajes populares en el contexto de una sociedad con fuertes diferencias de clase, en la que aquellos mostraban sus angustias, necesidades y anhelos.

En su etapa muda, es decir desde el comienzo de su carrera cinematográfica, Renoir se incardina en la corriente realista francesa de los años veinte. La influencia del Teatro Libre, de André Antoine, matiza el carácter que Renoir otorga a esta tendencia: el realismo deriva de la dialéctica entre la naturaleza y su representación, lo que constituye el alma de su cine, de todo el cine según Bazin.

El documentalismo está presente desde su primera película, una característica que no hará más que afianzarse a lo largo de su carrera.

El impresionismo pictórico, el arte que cultivó su padre con gran talento, está en el origen de su pulsión realista. El deseo de reflejar aspectos de la naturaleza, de la realidad, se traducía en el estudio de las luces y las sombras, el aspecto epidérmico de las cosas, o sea los colores que las plasman según sean las horas del día o las circunstancias atmosféricas. El esbozo inicial debe sufrir las transformaciones que se estimen necesarias para reflejar el momento puntual.
 
Renoir rodando "El sureño"
De igual manera, en las películas de Renoir, el guión inicial no es sino el punto de partida sobre el que se va perfilando la trama según las aportaciones, improvisadas durante el rodaje, de los actores, el propio Renoir o alguna otra instancia presente. El papel de los colores de la pintura, la clave para reflejar las apariencias externas, en el cine de Renoir lo ejercerá la diversidad y oposición de los caracteres de los personajes.

La influencia de la literatura naturalista, corriente literaria de la segunda mitad del XIX que analiza la sociedad contemporánea con gran minuciosidad y detallismo, no hace sino ahondar la tendencia realista del cineasta. Por tanto, Renoir, como otros cineastas franceses de los años treinta, participa del llamado realismo poético, producto de la novelización del discurso fílmico. Algunas de sus películas más significativas se inspiran en relatos de reputados autores literarios como Émile Zola, Máximo Gorki o Guy de Maupassant.

Renoir rodando "El río"

El tratamiento realista de sus películas, que en ocasiones se inspiran en hechos reales, convierte al cineasta en auténtico notario de la realidad histórica de los años treinta, el período en que realiza sus mejores obras.

Ahora bien, la verdadera naturaleza realista de sus películas no consiste en la credibilidad de las historias que cuenta sino en la veracidad de los detalles. No es necesario creerse las historias pero sí es importante valorar el esfuerzo por reflejar los elementos reales en que se basan. Renoir es un autor no de grandes tramas sino de cosas, hechos, datos, personas. Su realismo procede de la veracidad en la construcción del guión, de la ligereza de la interpretación, de la autenticidad del mobiliario, etc. Y dentro de ello, hay temas que se repiten en los que su realismo se hace virtud: la caza, el agua, la relación de la máquina y el hombre, etc.


A partir de 1931, el sonido se convierte en un elemento clave de su realismo, tanto como la imagen, proporcionando a su cine la presencia no visible de acciones que transcurren en el fuera de plano. La captación modulada del sonido, desde el más cercano hasta el más alejado de la escena permite hablar del relieve sonoro.

La concreción práctica de su concepción del realismo parte del convencimiento de que la pantalla de cine no es ni un cuadro ni un escenario teatral sino un artificio que logra captar la simultaneidad de los espacios y de las acciones valiéndose esencialmente de: los travellings laterales para ampliar el objetivo, la panorámica para describir, la profundidad de campo, el fuera de campo que introduce en la narración espacios sugeridos mediante el sonido, la velocidad y coordinación en la ejecución de los actores. La visualización resultante produce en el espectador la sensación de estar asistiendo al rodaje de la película, como reconocía Truffaut, se concreta en el plano-secuencia y dota al espectador de una posición semejante a la de un ojo omniscente.

otograma de "La regla del juego"
 

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