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martes, 25 de junio de 2019

Adiós a la montadora Carmen Frías


Carmen Frías, una de las más prolíficas montadoras del cine español, falleció el pasado 31 de mayo de 2019 víctima de un cáncer a los 82 años. Ganadora de dos Goya por “El sueño del mono loco” y “Belle Époque”, fue también candidata por “La niña de tus ojos”, “Calle 54” y “El baile de la Victoria”, películas todas de Fernando Trueba, quien junto a Gerardo Herrero fueron los directores que más veces confiaron en su talento para la edición de cine.

En 2013 recibió el Premio Mujeres de Cine dentro del festival de Gijón, en homenaje a su currículo, compuesto por películas como “Los viajes escolares” (1974), de Jaime Chávarri; “Sé infiel y no mires con quién” (1985), de Trueba;  “El año de las luces” (1986), de Trueba; “Cómo ser mujer y no morir en el intento” (1991), de Ana Belén; “Lo más natural” (1991), de Josefina Molina; “Huevos de oro” (1993), de Bigas Luna; “La teta y la luna” (1994), de Bigas Luna; “Malena es un nombre de tango” (1995), de Gerardo Herrero; “Guantanamera” (1995), de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío; “Las cosas del querer II” (1995), de Chávarri; “Territorio Comanche” (1997), de Herrero; “El alquimista impaciente” (2002), de Patricia Ferreira; “El embrujo de Shanghái” (2002), de Fernando Trueba; “El misterio Galíndez” (2003), de Herrero... y así hasta más de 80 productos audiovisuales entre cortos, series, documentales y largometrajes. Su hija Berta Frías también se dedicó durante un tiempo al montaje.

Carmen Frías recibiendo el Premio "Mujeres de Cine"

Hija del atrecista Manuel Frías, nació en Bétera (Valencia) por culpa de la Guerra Civil, aunque creció en Madrid. Por recomendación de su padre empezó a trabajar como meritoria de montaje con Petra de Nieva siendo aún adolescente, mientras De Nieva edita “Brindis al cielo” (1953), de José Buchs. Frías trabajó ya de ayudante con más montadores en los años cincuenta y sesenta, pero siempre aseguró que quien de verdad le enseñó a ir más lejos de la técnica fue Antonio Isasi-Isasmendi, que empezó en el montaje antes de escribir y dirigir sus propios filmes. "Con él yo me encontré por primera vez con 100.000 metros rodados cuando la media de las películas españolas era de 20.000 o como mucho 30.000. Fue ahí cuando cogí verdaderamente toda la experiencia. El propio Antonio cuando acabé me dijo: 'Ahora ya empiezas a ser una buena montadora”, contaba en 2013 tras recibir el Premio Mujeres de Cine.


A mediados de los sesenta se mudó a Cádiz siguiendo a su marido, que trabajaba allí. En 1971 decide regresar a Madrid y entra a trabajar en Televisión Española de donde la despiden al año siguiente, tras ser detenida por su pertenencia al Partido Comunista. Con la Transición volverá a TVE, de donde saldrá en los ochenta convencida por Fernando Trueba para que se dedique al cine en exclusiva. Frías definía así su lugar de trabajo: "La sala de montaje no es un confesionario, sino una sala de intimidad. Ahí se reescribe el guion de la película. Se va viendo cómo queda, cómo va a funcionar ante el público. El director está muy desnudo y se crea una relación muy estrecha. ¿Cuándo la relación funciona bien? Es una cuestión de piel. Si se tienen las mismas ideas enseguida se encuentran esos puntos en común. Si no surgen al principio, ya no se van a encontrar”. Al final, aseguraba, trabajaba para alguien que no le pagaba: "Cuando estoy montando una película trabajo a las órdenes del director y a las órdenes del productor en lo económico. Pero lo que yo tengo en la cabeza, en la frente, es el público. Puede parecer una tontería, pero realmente yo trabajo para el espectador. Nunca he dejado de ser espectadora”. 

Frías fue además Secretaria General del Sindicato de Técnicos Audiovisuales Cinematográficos del Estado Español (TACE), cargo al que no se presentó a una reelección en 2008, para dedicarse a la docencia.

Recordemos con este vídeo el feliz día en el que Carmen Frías recogió su Goya por “Belle Epoque”.




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