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domingo, 2 de diciembre de 2018

Entre dos aguas (Isaki Lacuesta, 2018)


Título original: Entre dos aguas. Dirección: Isaki Lacuesta. País: España. Año: 2018. Duración: 135 min. Género: Drama.
Sergi Dies (Montaje), Diego Dussuel (Fotografía), Isaki Lacuesta, Isa Campo, Fran Araujo (Guión), Raül Refree, Kiko Veneno (Música), Isaki Lacuesta, Isa Campo, Álex Lafuente (Producción), Álvaro Alonso, Isa Campo, Isaki Lacuesta, Alex Lafuente (Producción ejecutiva), Amanda Villavieja (Sonido).
Concha de Oro en el Festival de San Sebastián 2018. Premio a la Mejor Película y el Mejor Actor (Israel Gómez Romero) en el Festival de Mar de la Plata 2018.
Estreno en Sevilla: 30 Noviembre 2018.

Reparto: Israel Gómez Romero (Isra), Rocío Rendón, Daniela Gámez, Erika Gámez, Manuela Gómez, Lorrein Galea, Yolanda Carmona, Manuel González del Tanago.

Sinopsis:
Isra y Cheíto son hermanos: Isra está encarcelado por narcotráfico y Cheíto enrolado en la Marina. Cuando Isra sale de la cárcel y Cheíto termina una larga misión que le ha llevado a Somalia y las Seychelles, ambos regresan a la Isla de San Fernando. El reencuentro de los hermanos renovará el recuerdo de la muerte violenta de su padre cuando eran niños. Han pasado doce años desde “La Leyenda del Tiempo”, la primera película de Isaki con los hermanos Isra y Cheíto. Ahora Isra tiene 26 años y regresa a la Isla de San Fernando para intentar recuperar a su mujer y sus tres hijas. ¿Pero será posible para Isra sobrevivir de forma legal en el lugar con más paro de España? La búsqueda de redención, la necesidad de retomar sus vidas y reconciliarse consigo mismos unirá de nuevo a Isra y Cheíto. Con el reencuentro de los dos hermanos, descubriremos la vida actual en el barrio de La Casería y la necesidad de superar un pasado marcado por la ausencia del padre..

Fotograma de "Entre dos aguas"

Comentarios:
Un joven espera, en una sala de partos, el nacimiento de su hija. Los nervios que sacuden su rostro se contrapuntean con un progresivo quejido, sustentado sobre un denso tapiz sonoro, sobre el que se abrirá paso, como corriente de agua clara, el llanto de la recién nacida. En el pasillo, dos funcionarios de prisiones esperan al joven para colocarle unas esposas y llevarle al centro penitenciario donde sigue cumpliendo condena. Así arranca “Entre dos aguas”, tras un breve prólogo que marca la distancia que separa a este nuevo trabajo de Isaki Lacuesta de su segundo largometraje, la inolvidable “La leyenda del tiempo” (2006): el tipo al que se ha concedido un permiso para acompañar a su pareja en un momento tan trascendente es el mismo Israel Gómez Romero que, en aquel entonces, era un niño al que el duelo y la adolescencia arrebataban esa voz que parecía colocarle en la línea sucesoria de Camarón.
Han transcurrido doce años, pero la estrategia del cineasta tampoco se ha mantenido estable: el parto es real, la madre es real e Isra es real, pero nunca ha estado en la cárcel –aunque esa posibilidad vital sea uno de sus miedos más arraigados-. Ahondando en los márgenes de ambigüedad que separan al documental de la ficción, Lacuesta, con la complicidad y el tesón de Isa Campo y Fran Araújo –aquí coguionistas-, ha articulado, partiendo de los materiales de la realidad, un relato que crea una ilusión de pura vida, aparentemente despojada de artificio.
No hay ninguna posibilidad de confundir a Lacuesta con un cineasta esencialista y dogmático –su trayectoria no puede ser más diversa e insumisa-, pero en “La leyenda del tiempo” apeló a los dos pilares fundamentales que, según Bazin, sostenían la singularidad del séptimo arte: la temporalidad y el realismo. Entre dos aguas parece responder, además de al interés humanista y afectuoso por el porvenir de los hermanos Isra y Cheíto, a la necesidad de depurar el registro de la película anterior: desbrozar lo que en ella aún podía haber de construcción.
Lacuesta ha hecho un Houdini, desapareciendo tras el minucioso trabajo necesario para crear este veraz espejismo de vida que utiliza las esperanzas y las angustias de sus protagonistas para hablar, sin moralismo, ni condescendencia, del pulso entre marginalidad e integración. Y todo parece sencillo, como si descorrer un visillo y que pasen doce años fuera lo más natural del mundo. (Jordi Costa)
Recomendada.


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