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viernes, 14 de septiembre de 2018

Los estrenos en Sevilla de 14-09-2018


7 películas se estrenan el 14 de septiembre de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Tres son producciones estadounidenses, dos españolas, una argentina y una italiana. Esta semana se queda sin editar en Sevilla tres películas españolas “Penélope” (Eva Vila, 2017), que tuvimos ocasión de ver en el SEFF´2017 (Festival de Cine Europeo de Sevilla 2017), “Marisa en los bosques” (Antonio Morales, 2017), presente en el Festival de Cine de Alicante 2018; y la comedia “Contigo no, bicho” (Álvaro Alonso y Miguel A. Jiménez, 2018). Además de estas tres películas españolas, se queda sin estrenar en nuestra ciudad la película danesa “Iqbal y el superchip” (Oliver Zahle, 2016). Lamentamos las ausencias en nuestra cartelera y pasamos al repaso semanal de costumbre.


Todos lo saben. (España, 2018). Dir. Asghar Farhadi.
Sección Oficial del Festival de Cannes 2018.
Thriller psicológico interpretado por Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Bárbara Lennie, Elvira Mínguez, Ramón Barea e Inma Cuesta.
La música corre a cargo de Alberto Iglesias.
Nueva película del director iraní Asghar Farhadi, ganador de dos Oscars de Hollywood por “El viajante” y “Nader y Simin, una separación”.
Laura viaja con su familia desde Buenos Aires a su pueblo natal, en España, para asistir a la boda de su hermana. Lo que iba a ser una breve visita familiar se verá trastocada por unos acontecimientos imprevistos, que sacudirán las vidas de los implicados.
En “Todos lo saben”, Fashadi desdeña utilizar estudios sofisticados para plasmar las emociones. Su cámara se mueve con convicción, destreza e intensidad en los interiores y los exteriores de un pueblo que inicialmente rebosa alegría ante la celebración de una boda. Tiempo de reencuentros, de dicha compartida, de familiares, amigos y vecinos celebrando una plenitud amorosa y deseándole que tenga futuro. Noche festiva, etílica, cantarina y danzarina. Todo se desmorona y hace explotar una tormenta anímica de consecuencias devastadoras cuando desaparece la hija de una mujer que emigró a Argentina, formó una familia y ha regresado a su pueblo natal para asistir a la boda de su hermana. A partir de algo tan enigmático y desasosegante, Farhadi despliega su poderío sentimental para hablar del pasado y de la huella imborrable que puede causar en los que lo padecieron o lo disfrutaron (o ambas cosas), de las simas de dolor y de pérdida que pueden ocultarse detrás de la aparente normalidad, de la incertidumbre y del miedo, de la necesidad de encontrar culpables, de complicidades sórdidas, de que la apariencia y la realidad pueden mantener una guerra ancestral, de secretos difícilmente confesables.
Farhadi saca nota en su salto al cine español gracias a unos actores, encabezados por Bardem y Cruz, en perfecta sintonía. Recomendada.


Los amores cobardes. (España, 2018). Dir. Carmen Blanco. 
Mejor Dirección y Premio de la Crítica en el Festival de Cine de Alicante 2018.
Drama romántico interpretado por Blanca Parés, Ignacio Montes, Anna Coll Miller, Tusti de las Heras, Agustín Otón y David Mora.
El estreno hace apenas una semana de “Las distancias”, de Elena Trapé, y hoy mismo de “Los amores cobardes”, ópera prima de la gaditana Carmen Blanco, demuestra una vez más la preocupación de los jóvenes directores españoles por el reflejo de las relaciones interpersonales en la treintena de edad, las amorosas y las amistosas, las familiares y las meramente sociales. Un universo capaz de hacerte salir a flote y hundirte en el barro, despertarte o estrellarte con la vida, con lo que te une y te separa de los que se supone que son los tuyos. Los que te conmueven, aman y bien te partirán el alma.
Pequeñísima producción de bajo presupuesto y aliento intimista, de cámara, la película de Blanco presenta a sus personajes de un modo, en principio, muy atractivo: es la sutileza de los gestos en soledad la que dibuja caracteres, y no la mera información. Sin embargo, con la llegada de las secuencias de grupo, discretas en las interpretaciones y mucho más enfatizadas por el diálogo, comienzan a abrirse las costuras. Se van introduciendo demasiados interludios musicales que, si no son para rellenar, al menos lo parece, y las conversaciones sobre cultura suenan impostadas (no por lo que dicen, sino por cómo lo dicen, por cómo se encajan), culturetas en el peor sentido de la palabra.
En lo formal, tiene mérito la textura lograda en la fotografía de exteriores nocturnos, pero la imagen de los interiores, acogotada además por el abuso del primer plano y el vacío de los espacios, ofrece una impresión menos austera que ordinaria, de cortometraje con el que se está empezando a adquirir profesionalidad mientras se filma.
Blanco ofrece sensibilidad, pero, aunque no haya nada especialmente frustrante en la película, tampoco hay nada con lo que sacar la cabeza de la medianía, de un digno pero discreto esfuerzo en todos los ámbitos de la creación, que, al menos esta vez, no ofrece frutos. Recomendada (con reservas).


Predator. (USA, 2018). Dir. Shane Black.
Secuela de “Predators” (2010)
Ciencia-ficción con extraterrestres de pro medio, interpretada por Olivia Munn, Boyd Holbrook, Trevante Rhodes, Sterling K. Brown y Jacob Tremblay.
El score compuesto por Henry Jackman.
Desde los confines del espacio hasta los suburbios de las pequeñas ciudades, la búsqueda llega a la casa de la reinvención por Shane Black de la saga "Predator". Ahora, los cazadores más letales del universo son más fuertes, más inteligentes y más mortales que nunca, y se han mejorado genéticamente con ADN de otras especies. Cuando un niño accidentalmente desencadena su regreso a la Tierra, solo un grupo de ex soldados y una profesora de ciencias podrán evitar, quizá el fin de la raza humana...
Explicar en estas líneas el argumento de “Predator” sería dar a la película demasiadas vueltas. Baste decir que incluye referencias al calentamiento global, a la ingeniería genética, a las corruptelas gubernamentales y a las normas de la comunidad depredadora, y un niño con asperger. Black no parece tener tiempo de pensar en la lógica narrativa; está demasiado ocupado aumentando el número de muertos y encadenando un gag tras otro, buena parte de los cuales funcionan.
“Predator” avanza a ritmo frenético, y en ningún momento provoca un ápice de amenaza o de tensión dramática. E incluye tantos personajes y esbozos de ideas prometedoras que en última instancia da la sensación de ser más una serie de divertidas escenas que un todo cohesivo. Sea como sea, al final de la película queda abierta la puerta a una secuela. Sin duda será tan innecesaria como esta, pero eso no tiene por qué suponer un problema grave siempre y cuando se tome a sí misma tan poco en serio. No Recomendada.


Book Club. (USA, 2018). Dir. Bill Holderman.
Comedia interpretada por Diane Keaton, Jane Fonda, Candice Bergen, Mary Steenburgen, Andy García, Craig T. Nelson, Alicia Silverstone, Don Johnson y Richard Dreyfuss.
Unas fotos de los cuatro personajes principales en su juventud, cuando debían rondar los veintitantos años de edad, abren los primeros minutos de “Book Club”, como detalle narrativo que informa al espectador sobre su larga relación de amistad. Sin embargo, esas imágenes conjuntas tienen también una brutal contrapartida, al llevar de forma irremisible a un pensamiento que es una losa para la propia película: el atroz contraste entre las historias que interpretaban en la década de los setenta Diane Keaton, Jane Fonda, Candice Bergen y Mary Steenburgen, y la que protagonizan ahora. Algo que nada tiene que ver con la edad y seguramente sí con el estado del cine. Del atrevimiento, la singularidad, la modernidad, la trascendencia y la frescura, tanto social como cinematográfica, de obras como “Annie Hall”, “Buscando al señor Goodbar”, “Julia”, “California Suite”, “Conocimiento carnal” y “Camino del Sur”, al adocenamiento, la espesura, la gracia meliflua y el romance lánguido de “Book Club”.
A través del círculo de lectura formado por cuatro mujeres alrededor de la edad de jubilación, la película, con aires de picante comedia otoñal de amor y lujo, indaga en el estado emocional de una peña felizmente heterogénea en lo personal y en lo profesional: una casada que ha ido olvidando lo que es el sexo; una divorciada liberada y sin complejos; una viuda reciente, y una triunfadora en el trabajo que solo parece vivir para lo laboral. Pero las tres novelas elegidas, a libro por mes para el arco de tiempo en que se desarrolla el relato, no pueden ser mejores exponentes de la vía que han elegido Bill Holderman, director y escritor, y su coguionista, Erin Simms. Sí, lo han adivinado, la trilogía de “50 sombras de Grey”.
Así, la comedia está asentada en los dobles sentidos de los diálogos, con términos como “desatascar” (que sale al menos dos veces), y ambigüedades como “la puesta a punto” (de la moto) y la necesidad de “lubricante”, todo ello mientras uno de los personajes masculinos, en el colmo de la sutileza, se come un plátano. Una decisión tonal que acaba de reforzarse cuando otro de los gags se establece a partir de la mentira de lo que están leyendo ese mes en el club: Moby Dick, en lugar de la trilogía de E. L. James (cualquiera con ciertos conocimientos de inglés lo pillará sin problema).
Por suerte, del desastre de la comedia se pasa a un puñado de conversaciones mayores, y bastante más interesantes, sobre la inevitable decadencia del cuerpo, la fuerza de la costumbre en el matrimonio, y la peligrosa necesidad de vender “tu sentido de la vida” en las redes sociales, casi como una pegatina en la frente. Pero son apenas unas migajas en un conjunto que nunca merece la presencia de un cuarteto interpretativo tan formidable. No Recomendada.


Una casa, la familia y un milagro. (Italia, 2017). Dir. Augusto Fornari.
Comedia familiar italiana protagonizada por Valentina Chico, Marco Conidi, Libero De Rienzo, Luigi Diberti y Antonio Fornari.
Ser fan del cine italiano es un sufrir, y, de la commedia all’italiana, más todavía. Así pues, calcúlense las perspectivas al saber que la crítica transalpina le había arreado la del pulpo al debut de Augusto Fornari. ¿Merecía la cinta el vapuleo? Pues en parte sí, tratándose de una comedia cuya gracia se extingue casi del todo tras los primeros tres cuartos de hora. Por otra parte, sin embargo, “Una casa…” presenta rasgos redentores en sus detalles de chispa visual (los muebles que componen mensajes, el coro griego de enfermos a semejanza de las monjas de El Decamerón) y en unos protagonistas que se hacen querer incluso siendo clichés. Especialmente el personaje de Lino Guanciale, ese profesor de tenis cuya jeta de cemento armado habría merecido la aprobación de Alberto Sordi. No Recomendada.


Testigo de otro mundo. (Argentina, 2018). Dir. Alan Stivelman.
Documental sobre ovnis.
El propio director, Alan Stivelman, ejerce de hilo conductor en este documental que investiga sobre el caso de un gaucho que, de niño, a finales de los años 70, dijo haberse encontrado con un OVNI, una experiencia traumática que marcó su vida y le convirtió en un ser solitario, atormentado y ultrasensible.
El cineasta localiza al personaje 40 años después y juntos intentan encontrar explicaciones mediante una búsqueda que les lleva a encontrarse con diversos líderes espirituales guaraníes y algunos terapeutas y científicos, como el doctor Jacques Vallée, asesor de Spielberg en “Encuentros en la tercera fase”, en un relato formalmente impecable, que hace alarde de una verdadera puesta en escena y llega a escenificar con ademanes de desacomplejada ficción unas cuantas experiencias paranormales, de manera que el tono va fluctuando de la curiosidad etnográfica a un puñado de especulaciones sobre la espiritualidad o el sentido de la vida, hasta parecerse por momentos a algún sofisticado tratado de autoayuda. No Recomendada.


Al aire, patos. (USA, 2018). Dir. Christopher Jenkins. 
Película de animación coproducida entre USA y China.
Banda sonora compuesta por Mark Isham.
Christopher Jenkins, experto en los efectos visuales de películas de animación de Disney, debuta en la dirección de largometrajes con esta película asiática dirigida fundamentalmente al público infantil menor de 10 años, y que tiene todos los elementos para que guste a los más pequeños, entre ellos unos personajes entrañables con los que se encariñarán y algunas situaciones de acción sencillas sin necesidad de estar rodadas a un ritmo muy rápido.
El protagonista es Max, un ganso torpe y que al principio se ganará la enemistad de los que le rodean, siendo el hazmerreír de los de su misma especie. Pero con el paso de los minutos ese animal irá cogiendo experiencia y terminará por ser el salvador y se llevará bien con los polluelos, a los que acompaña y ayuda en situaciones de peligro.
Una película que tiene un diseño de animación bastante clásico que encaja muy bien con la historia y que tiene como uno de los puntos fuertes, como casi siempre en este tipo de películas infantiles, al " malo " que en esta ocasión es un felino hambriento y que quiere comerse al grupo de gansos que iban al Valle feliz. Todo demasiado infantil. No Recomendada.

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