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viernes, 20 de octubre de 2017

Los estrenos en Sevilla de 20-10-2017



10 películas se estrenan el 20 de octubre de 2017 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Tres películas son de producción española, dos italianas, una estadounidense, una alemana, una francesa, una mexicana y una rusa. Avalancha de estrenos esta semana con algún que otro interesante que resaltar. Vamos con ello.   
 
¡Lumière! Comienza la aventura. (Francia, 2017). Dir. Thierry Frémaux.
El cine es Chaplin, es Bogart, es Marilyn, Wayne, Ford, Wilder y hasta el Festival de Cannes. Todo el mundo lo ama profundamente por eso, y por varios centenares más de nombres y circunstancias. Pero el cine es también algunas cosas más, una emoción, un estado de ánimo, una ilusión, una aventura…, y nos paramos aquí: una aventura que comenzó en 1895 con los hermanos Lumière y con su visionario artilugio para cambiar el arte y la industria del siglo XX. Y con esta película nos plantamos en el «rosebud» del cine, en el instante en el que arranca la aventura, en un documental documentadísimo sobre el albor del más feliz hallazgo artístico que nos ha legado la época justo anterior a nuestra época. El causante de esto que se puede considerar como el Antiguo Testamento del cinéfilo es Thierry Frémaux, que dirige el Festival de Cannes y el Instituto Lumière de Lyon, y que hace aquí una obra maestra de la recopilación, del hipnotismo y de la explicación de la ingente obra de aquellos tipos que nos inventaron el futuro.
La imagen y la emoción en movimiento, una selección de un centenar largo de los instantes pioneros del cinematógrafo, peliculitas de apenas un minuto, llenas de belleza plástica y de ese aroma narcótico del mundo muerto que renace y evoca vida eterna, y que convierten la mirada del espectador del siglo XXI (tan inundada de imagen) en la de un niño que mira, ve y siente por primera vez: en un espectador pionero que admira y se sorprende ante el embrión de todo lo que ha sentido alguna vez.
Thierry Frémaux recopila, agrupa y explica con voz en «off» la obra de los Lumière (obreros que salen de una fábrica, trenes que llegan a la estación, niños que respiran ante la cámara, lugares, calles, de los que ya no hay ni polvareda de memoria…) y consigue con ella, documental puro, establecer un diálogo con la ficción. De hecho, y en los márgenes del magnetismo fantasmagórico y la belleza de las filmaciones, lo que consigue esta obra es deshacer y orientar una idea aceptada, esa de que los Lumiére inventaron el artilugio y su mera función reproductora y Georges Méliès inventó la ficción, su poesía y espectacularidad. La voz de Frémaux recoloca, ante las imágenes que lo prueban, esa idea y nos descubre a unos artistas del relato, unos maestros del encuadre, la luz y la intención, y a unos auténticos creadores de «historias», cuentos y géneros.
Hace ya décadas que el cine corre que se las pela, pero es aquí, en esta mágica película, en la que uno encuentra la belleza sublime de los primeros pasos, algo así como el instante irrepetible, fascinante, en el que Carl Lewis empezó a andar. Recomendada.


Handia. (España, 2017). Dir. Jon Garaño y Aitor Arregi.
Introducirse en el interior de la tierra, en las raíces, en lo que estas tienen de poderío casi atávico, para después extraer de ellas su misterio, lo que contienen de irreal, de onírico, incluso de alegórico. Y así hablar de lo que cambia y de lo que permanece, de lo inalterable ante la continua convulsión del tiempo. De sociedad, de política, de moral.
En “Handia”, Jon Garaño y Aitor Arregi han partido de semejantes bases tonales e históricas que Julio Medem en “Vacas” (1992), para acabar componiendo una película sobre el enigma de la naturaleza, la que hace crecer las raíces, y también a las personas. Una obra que naciendo de hechos reales ―la existencia a mediados del siglo XIX de un hombre aquejado de acromegalia, el llamado Gigante de Altzo―, desemboca directamente en lo mágico, allí donde, como decía John Ford, los hechos y las leyendas terminan confundiéndose.
Como “Vacas”, “Handia” también comienza su periplo histórico, su relato familiar, con las Guerras Carlistas ―la de Medem, en la Segunda; la de Garaño y Arregi, en la Primera―, pero quizá lo que diferencie ambas películas sea su dimensión política, mucho más clara en la primera, mientras la ganadora del Premio Especial del Jurado en el reciente Festival de San Sebastián, a pesar de una muy jugosa secuencia con una adolescente reina Isabel II, prefiere llegar al poder desde una órbita más enigmática, fabuladora y, por qué no, sombría.
El equipo de la preciosa “Loreak”, esta vez con Jose Mari Goenaga fuera del ojo de la cámara, en labores de coguionista y producción, y con la incorporación de Arregi en la codirección, huye del biopic convencional de una figura insólita y se acerca a la magia casi poética del relato de superstición, enlazando así con la obra de otro gran cineasta vasco, el Pedro Olea de “El bosque del lobo” y “Akelarre”.
“Handia”, de exquisito gusto visual, con un formidable aparato formal de fotografía, música y dirección artística, es bella sin caer en el esteticismo, y recóndita como su figura protagonista, un ser humano al margen del tiempo que le tocó vivir, un hombre elefante expuesto como atracción de feria en una época convulsa donde, finalmente, lo único inalterado es la tierra que le vio nacer y morir. Recomendada.


Las hijas de Abril (Mexico, 2017). Dir. Michel Franco.  
Premio del Jurado en la sección “Una cierta mirada” del Festival de Cannes 2017.
Entre las extraordinarias películas que Luis Buñuel creó en su etapa mexicana con apenas unos chavos y un torrente de talento, “Susana (demonio y carne)”, de 1950, destaca por sus maquiavélicas actitudes disfrazadas de sensuales deseos. Su personaje protagonista, un clásico de la destrucción del hogar, de la corrupción de un ecosistema humano que funciona más o menos correctamente hasta que su irrupción y sus maquinaciones lo hacen tambalearse, lograba sus propósitos a través del movimiento, la lascivia y el celo. Algo que ni siquiera necesita su legítima heredera mexicana en “Las hijas de Abril”, que consigue semejantes ganancias sin variar un ápice la imagen de delicadeza y sensatez que despliega en su interpretación Emma Suárez. Michel Franco parece mirar a Buñuel para romperlo desde dentro con una película que huye del melodrama del español ―aquí ni siquiera hay banda sonora― y aterriza en la rigurosidad del plano fijo y la narración a plomo.
Tras la feroz “Después de Lucía” (2012) y la demasiado gratuita “Chronic” (2015), Franco presenta en “Las hijas de Abril” un retrato del capricho y la perversidad compuesto a partir de la caricia, que en su primera media hora, deliberadamente fría, parece un tanto desganada, pero que con dos sucesivos giros de guion gana cuerpo en su ruptura continua del tronco del árbol genealógico familiar. De las conversaciones intrascendentes, interpretadas con un distanciamiento quizá excesivo, se pasa así a una angustia juvenil a la que, sin embargo, le falta rotundidad, tanto visual como narrativa.
Con tres premios en el Festival de Cannes ―dos galardones en “Una cierta mirada”, por “Después de Lucía” y “Las hijas de Abril”, y uno en la sección oficial a concurso, el de guion por “Chronic”―, el director mexicano se ha hecho un hueco en el terreno del desafío moral y social con sus obras, primas hermanas en diversos aspectos formales de sus contemporáneos Amat Escalante y Carlos Reygadas. Pero también cabe preguntarse si en esa provocación no hay cierto truco estabilizador: o entonces, ¿por qué se elige a un actor de 23 años, que los aparenta, para interpretar a un chico de 17? Si quería una película verdaderamente hostil, ahí tenía su gran oportunidad. Recomendada.


Amor a la siciliana. (Italia, 2016). Dir. Federico Cueva.
Ambientada en la época de la llegada de los americanos a Sicilia durante la II Guerra Mundial, el personaje principal de la película, Arturo, tendrá que alistarse en el ejército de Estados Unidos si quiere ganarse el corazón de su amada Flora. 'Amor a la siciliana' está dedicada a Ettore Scola e intenta en todo momento barajar elementos genéricos diversos como lo hacía el director de 'Una jornada particular'. Hay un personaje cómico enfrentado a situaciones dramáticas en un contexto bélico: la segunda guerra mundial y Sicilia como enclave estratégico para los aliados. Pero Pierfrancesco Deliberto, conocido como Pif, director y protagonista del filme, mezcla quizá demasiado; hay incluso imágenes fellinianas. Buenas ideas (un 'pre-selfi', el ciego que detecta los bombarderos antes que nadie) en un conjunto disperso. No Recomendada.


Geostorm. (USA, 2017). Dir. Dean Devlin.
Un ingeniero (Gerard Butler) diseñador de satélites, tras un fallo en cadena de la mayor parte de los satélites meteorológicos de la Tierra, deberá formar equipo con su hermano, con quien hace años que no se habla, para viajar al espacio y salvar al planeta de una tormenta artificial de proporciones épicas... todo ello mientras en la superficie del planeta se está gestando un complot para asesinar al presidente de Estados Unidos. Publicitada a su pesar por sus numerosos problemas de producción, la ópera prima de Dean Devlin se sitúa torpemente entre el cine de catástrofes, la aventura espacial, la intriga política y el tosco misterio criminal. Colaborador habitual de Roland Emmerich, Devlin comparte con el alemán la inclinación a escenificar la destrucción digital de ciudades enteras y el uso de preocupaciones medioambientales como mera excusa para mezclar situaciones improbables o ilógicas, personajes de cartón piedra y revelaciones climáticas que anuncian su llegada como un afilador de cuchillos. No recomendada.


La piel fría. (España, 2017). Dir. Xavier Gens.
Cuando el protagonista de “La piel fría”, adaptación cinematográfica de la exitosa novela de Albert Sánchez Piñol, llega al apartado faro en medio del fin del mundo donde debe ejercer de oficial atmosférico durante un tiempo determinado, saca de la maleta unos libros y los coloca con temple, orden y pasión en una rústica estantería de su nuevo universo vital: son las obras completas de R. L. Stevenson y El infierno de Dante. El director, por mediación de su personaje, parece estar colocando su bandera estilística y referencial. Sin embargo, conforme avanza el relato, hay que ir rebajando las expectativas. Hay aventuras marinas y hay algún apunte a los pecados capitales inmersos en la primera de las tres cánticas de La Divina Comedia. Pero a la película le falta trascendencia para que finalmente aquella sea su bandera: por el tratamiento de los personajes, por la visualización de lo diabólico, por la pulcritud del conjunto.
El francés Xavier Gens, al que se le van a juntar dos trabajos en la cartelera española, porque a la producción hispanofrancesa “La piel fría” se le unirá la británica “The crucifixión” a principios de noviembre, ha compuesto una aventura de terror tan aseada como impersonal, que se atasca un tanto en el núcleo central de la historia con una sucesión de repetitivos ataques de esas criaturas contendientes de Darwin, que parecen tener tanto de anfibios y reptiles como de seres humanos. Una variante de las películas de asedio que se articula a través del fantástico, a la que nunca se le adivinan las necesarias vibraciones del alma. “La piel fría” pocas veces inquieta y mucho menos perturba. Se agradece la voluntad de aventura adulta, pero la suma de aditamentos formales de notable elegancia ―el diseño de producción de Gil Parrondo, último trabajo de un grande; la banda sonora de Víctor Reyes― no confluye en una complejidad tonal que desquicie a la platea tanto como a sus antihéroes.
Se desaprovecha la oportunidad de desarrollar visualmente la perversión de la fornicación entre especies, y tampoco se incide demasiado en la terrible historia de amor ni, aún menos, en las posibilidades metafóricas de las barreras hacia los Otros, hacia los diferentes, hacia los desconocidos que acechan. Gens apuntaba a Stevenson y a Dante y se queda en una atildada serie B del fantástico del nuevo milenio, una isla del doctor Moreau fina y aparentemente impecable, que no acaba de ser una experiencia que desafíe a la lógica. No recomendada.


Red de libertad. (España, 2017). Dir. Pablo Moreno.
Una de las tendencias más sorprendentes de la última cinematografía española es, sin duda, la de las producciones con fundamentos y aspiraciones católicas: películas basadas en hechos reales sobre figuras religiosas más o menos conocidas, algunas de ellas con un evidente cariz político, destinadas a un público exclusivamente católico practicante, que son publicitadas a través de redes sociales y publicaciones internas, y que, si atendemos a su ritmo de fabricación, deben gozar de cierto predicamento.
Al frente de buena parte de ellas ha estado en estos años el director y guionista Pablo Moreno, con una carrera en el largometraje copada por la temática ―”Saulo de Tarso: el último viaje” (2010), “A un dios prohibido” (2013), “Luz de soledad” (2016), “Poveda” (2016)―, y que reincide con “Red de libertad”, ambientada en la Francia ocupada por los nazis ―aunque todos hablen en español, algunos con forzado acento alemán, y la película se haya rodado en Burgos―, sobre la vida y obras de la monja Helena Studler, una suerte de Oskar Schindler, "salvadora de miles de seres humanos" durante el Holocausto.
Con decorados posibilistas, interpretaciones, en la mayoría de los casos, mediocres, y un aspecto añejo que convierte en solventes producciones las series de época de nuestras tardes televisivas, “Red de libertad” tiene una gran virtud: no engaña a nadie, subraya continuamente el mensaje religioso, verbaliza subtextos, compone personajes maniqueos y diálogos explicativos, y busca el consuelo a través del discurso. Es muy mala, pero desde luego es sincera con los suyos y con su carácter endogámico. De este mismo año 2017 es la siguiente de Moreno: “Fátima, el último misterio”, sobre la conversión a la fe de un documentalista agnóstico tras realizar una película sobre las apariciones de la Virgen. Una película en la que, según su web, el mensaje de Fátima "podría darnos claves sobre nuestro futuro". Lo dicho. No Recomendada.


Ho amici in paradiso. (Italia, 2016). Dir. Fabrizio Maria Cortese.
Felice es un comerciante cuyas decisiones impulsivas y su enorme deseo por enriquecerse lo han llevado a tener tratos con la mafia italiana. Cuando tiene que enfrentarse a la justicia, se le da la opción de hacer trabajos forzados en vez de tener que ir a la prisión. Pero cuando llega al centro al que le tocará trabajar, ve que la situación es muy distinta a lo que está acostumbrado: tendrá que aprender a ayudar a personas discapacitadas y encontrar su lugar entre ellas.
Pasan dieciséis años desde que el director italiano Fabrizio Maria Cortese decide hacer otra película después de su comedia “Welcome Albania”. “Ho amici in paradiso”, es también una historia repleta de humor, basándose en el concepto del “pez fuera del agua” o, en este caso, hombre rico entre gente menos afortunada que él.
Fabrizio Ferracane protagoniza el filme después de haber aparecido en otras películas, normalmente dramas, como “Calabria. Mafia del sur” o “La Terra Buona”. La primera, junto a la serie “Squadra antimafia – Palermo oggi” demuestran que no es la primera vez en que Ferracane se enfrenta a una historia con gángsters, aunque en la comedia de Cortese toman un papel muy distinto. No Recomendada.


El pequeño vampiro. (Alemania, 2017). Dir. Richard Claus y Karsten Kiilerich.
Se acerca Halloween y con ello nos llegan estrenos acomodados a dicha fecha, incluso en el terreno de la animación, como el caso de esta producción alemana.
Tony es un niño que a pesar de su edad está obsesionado con los vampiros. Pero sus padres reniegan de su existencia y otros adultos reconocen tenerles miedo. La vida del pequeño cambia drásticamente el día que conoce a Rudolph, un chico de 13 años que casualmente es un vampiro. Pronto inician una bonita amistad, hasta que los planes del murciélago metamorfoseado se ven interrumpidos por un famoso cazador de los de su misma raza. Amenazados él y su familia por su presencia serán ayudados por el joven Tony, quién les protegerá y al ser cómplice también será perseguido. Castillos abandonados, tumbas y vuelos de medianoche por el cielo les darán a los más pequeños de la casa justo lo que necesitan en una película de "terror". Para el resto del público, mejor pasar. No Recomendada.


Kikoriki: Equipo invencible. (Rusia, 2017). Dir. Denis Chernov.
El apacible y tranquilo cotidiano de los habitantes de la isla de Kikoriki se convierte en una espectacular aventura cuando hacen un descubrimiento sin precedentes. Por primera vez en su vida, los protagonistas descubren la televisión. Las pequeñas criaturas intentan entender el nuevo invento a su manera, confundiendo realidad y ficción. Todo ello les lleva a emprender una tremenda peripecia cruzando el océano y acabando en la gran ciudad. En la metrópolis, los compañeros intentarán superar los numerosos obstáculos que se les pondrán en el camino, poniendo en riesgo su vida, con el fin de encontrar el camino de vuelta y regresar a casa sanos y salvos. Se trata de una película de animación rusa creada por Denis Chernov. No Recomendada.

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