Páginas

lunes, 13 de febrero de 2017

El musical



¿Hay algún género cinematográfico más americano -aparte del western- que el musical? El nacimiento de éste género se remonta al año 1927 y la aparición del sonido, con la película “The jazz singer”. Nacido en los años de la Gran Depresión económica, compartió junto con el cine de gánster, los gustos de los americanos de la época.

Están hechos de sueños, son vitalistas, y nos recrean un mundo de fantasías imposibles de realizar en otro medio que no fuera el cine, permitiendo la evasión y no la reflexión, un punto importante para su éxito en aquella dura época. Tenían como principal tema el romanticismo, el clásico chico conoce a chica, tan típico de las comedias románticas, aderezado con números de baile que, la mayoría de las veces nada tenían que ver con la trama.

En aquellos años, triunfaba el jazz y el Big Band, Broadway estaba en su apogeo y era normal que un espectáculo musical que triunfaba allí fuera llevado al cine, poco a poco el cine fue comiendo terreno al teatro, y tanto bailarines, coreógrafos y guionistas se pasaron rápidamente a él. Otro motivo de su éxito eran las costumbres de la época, la gente solía ir a bailar después del cine, allí volvían a escuchar y a bailar esas canciones que habían visto, poniéndolas de moda. Esta década de los treinta, está considerada como la época de esplendor del género, Fred Astaire -con la elegancia que transmitía en su baile- y Ginger Rogers, protagonizaron muchos de los éxitos y gozaron de una enorme popularidad. Películas maravillosas como “Sombrero de copa”, “La alegre divorciada”, “Sigamos la flota” (1934, 1935 y 1936, Mark Sandrich), “Vampiresas” (1933, Mervyn LeRoy) y un largo etcétera, contribuyeron a darle esplendor al género.


En la década de los cuarenta y debido al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el musical decayó un poco, aunque de aquellos años tenemos los éxitos de Judy Garland con “El mago de Oz” de Victor Fleming y algunas de las que protagonizó dirigida por su marido, Vincent Minnelli. Terminada la guerra el musical vuelve un resurgir con el éxito de “Levando anclas” (1945, George Sidney), protagonizada por Gene Kelly y Frank Sinatra. Entrando ya en la década de los cincuenta les siguen otras como “Un americano en París” (1953, Vincent Minnelli), “Cantando bajo la lluvia” (1952, Stanley Donen) “Los caballeros las prefieren rubias” (1953, Howard Hawks), “Melodias de Broway” (1955, Vincent Minnelli), “Siete novias para siete Hermanos” (1954, Stanley Donen) “Ellos y Ellas” (1955, J. L. Mankiewicz) o “Gigi”  (1958, Vincent Minnelli).

Todas estas películas se dieron gracias a la unión y al talento de grandes personajes, como el productor Arthur Freed, que con uno de los grandes estudios -Metro Goldwyn Mayer- produjo gran parte de ellas, tanto es así que a los musicales se los denominaba, “los musicales de la Metro”. Otro gran binomio de la época de los cincuenta fue el formado por el bailarín y coreógrafo Gene Kelly y su amigo el guionista y director Stanley Donen, juntos hicieron el que quizás sea el musical más famoso de todos los tiempos “Cantando bajo la lluvia”.


En ésta década también entran en escena el cambio de tema en algunos musicales, dejan de ser tan edulcorados y dan paso al drama, como en “Ha nacido una estrella” (George Cukor), salen a filmar a la calle como “Un día en Nueva York” (Stanley Donen), y  gracias a Vincent Minnelli los decorados se hacen menos aparatosos, debido a la sofisticación de sus puestas en escena y los números musicales se integran muy bien en la trama.

Al final de los años cincuenta, entra en escena, el que sería el  protagonista del boom de la siguiente década: Elvis Presley y el rock and roll, con películas como “Love me Tender”, “King Creole” o “Loving you”. En ésta década de los sesenta, el musical comienza su decadencia, la sociedad está cambiando, los temas sociales son ahora protagonistas de esa actividad, la música ha cambiado con la entrada del rock and roll, la juventud se vuelve más reivindicativa, y todo esto se refleja en el cine, los grandes estudios pierden el interés por los musicales.

A pesar de no haber una gran producción, de ésta década son títulos como “West side story” (1961, Robert Wise y Jerome Robbins), en su argumento ya vemos reflejado el cambio de rumbo que antes apuntábamos; “Mary Poppins” (1964, Robert Stevenson),  precursora de lo que más tarde, en los años noventa, Walt Disney utilizó para sus grandes éxitos: música y fantasía dirigidas a un público infantil.

En los setenta se habla de un nuevo resurgir del musical, parte de ello se debe al director Bob Fosse y a su exitosa película “Cabaret” (1972), se le denomina ya padre del musical moderno.

También de ésta década son “New York New York” (1977, Scorsese), “Fiebre del sábado noche” (1977, John Badhan), “Grease” (1978, Randal Kleiser) y “Jesucristo Superstar” (1973, Norman Yewison).


En los ochenta, después del éxito de “Grease”, algunos de los musicales van dirigidos a un público adolescente, como “Fama” (1980, Alan Parker), “Flashdance” (1983, Adrian Lyne) y la que más éxito cosechó “Dirty Dancing” (1987, Emile Ardolino). En los noventa  Walt Disney y sus musicales infantiles de dibujos animados protagonizan los éxitos de la década, con títulos como “Blancanieves y los siete enanitos”, “La bella y la Bestia” “Pocahontas”, “La Sirenita”, etc.

Desde la entrada de éste nuevo siglo, son pocos los musicales que se pueden destacar, entre ellos está “Moulin Rouge” (2001, Baz Luhrmann), inspirado en La Traviata de Verdi, “Chicago” y “Nine” (2003 y 2009, Bob Marshall), éstos dos últimos nos recuerdan mucho a la estética de  “Cabaret”. En 2012, dirigido por Tom Hooper, destaca “Los Miserables”, que siguiendo la tradición de los primeros musicales, fue llevado al cine después de obtener un gran éxito como obra teatral; y el último estrenado recientemente “La La Land” (2016, Daniel Chazelle), homenaje a los musicales clásicos de la gran época dorada del género, y a los grandes directores como Minnelli, Fosse o Donen.


La decadencia del musical de Hollywood, se hace patente en la poca producción de los últimos años; en mi opinión, la entrada de la música pop en los años cincuenta juega una importante baza, los bailes y las canciones, los temas románticos de los grandes éxitos de la época dorada, no tienen cabida en éstos tiempos, los éxitos musicales vienen dados por otros medios ajenos al cine, ha cambiado el escenario de los éxitos de antaño. Hoy no se concibe promover un éxito musical si no va acompañado de su réplica visual e inmediatamente colgado en la red, eso implica una mayor rapidez en su difusión y una llegada masiva al público, esta industria musical de hoy en día es totalmente independiente de la del cine, no como antaño, que una iba unida a la otra.

En consecuencia, los éxitos musicales actuales no le deben nada al cine. La prueba más reciente la tenemos en los últimos musicales que han tenido éxito, la banda sonora de “Moulin Rouge” por poner un ejemplo sólo tiene un tema original, los demás son canciones que ya eran famosas antes de la película.

Esperemos que, aunque sean remakes de otros anteriores, éxitos teatrales, u homenajes a lo que se hizo en los años cincuenta, se sigan haciendo filmes musicales, para mayor disfrute de los que nos gusta el género.



                                                                            Meli de la Fuente



1 comentario:

  1. Me gusta el artículo Meli, un bonito recuerdo de los musicales que tantos buenos y agradables momentos nos han hecho pasar. La prueba está en el éxito del último,La La Land, que está arrasando. Ha conseguido varios premios Bafta. De aquí a los Oscars un paso.

    ResponderEliminar