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lunes, 14 de noviembre de 2016

Recordando a Gregory Peck


Mientras dormía, en silencio y con la misma discreción que siempre le caracterizó, Gregory Peck falleció en su casa de Los Ángeles a los 87 años de edad. Parafraseando el título de una de sus películas - La hora final – vivió sus últimos momentos el doce de junio de 2003 rodeado por el afecto de sus hijos y su segunda mujer, la periodista francesa Veronique Passani. Sus restos son depositados en uno de los nichos de la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles. Había nacido el cinco de abril de 1916 en La Jolla, California (USA). Estas fueron las palabras que su esposa le dedicó: “Estaba envejeciendo y su salud era cada día más frágil. Simplemente, había hecho en la vida todo lo que tenía que hacer y murió de viejo”.


Con su muerte desapareció una de las estrellas de la Época Dorada de Hollywood, un excelente actor y, por encima de todo, un hombre íntegro, un ser bondadoso y un gran caballero. No fue especialmente valorado por la crítica incluso se le tachó a veces de disponer de limitados recursos interpretativos, pero gozaba de un carisma tan especial que resultaba creíble en cuantos papeles interpretaba. Alto, inteligente, atractivo, elegante, distinguido, heterosexual y de imponente voz, desde los inicios de su carrera bastaron unas pocas películas para que conquistara la simpatía de todos los públicos, gracias a su cálida personalidad, la sobriedad de su estilo interpretativo, la credibilidad que imprimía a sus personajes, y una especie de tristeza que asomaba con frecuencia a sus oscuros ojos.



PREMIOS Y DISTINCIONES: Tiene innumerables premios y distinciones entre ellos La Medalla de la Libertad, la más alta distinción civil concedida por el gobierno de los Estados Unidos, es una condecoración que otorga el propio presidente de la nación, y un único Oscar como mejor actor en el año 1962 por la película: Matar a un ruiseñor. 

COMENTARIOS: El director de la película fue Robert Mulligan, la música original de Elmer Berstein, la fotografía de Rusell Harlan, la dirección artística de Alexander Golitzen y Henry Bunstead. Y el guión de Horton Foote, magnífica adaptación de la novela de Harper Lee. De un total de ocho nominaciones obtuvo tres Oscar, a la dirección artística, al guión y al mejor actor. Probablemente habría conseguido el codiciado Oscar a la mejor película del año de no haber sido por la enorme competencia que supuso el que un espectáculo tan colosal como Laurence de Arabia, también se encontrará en la terna final. Indudablemente David Lean fue el triunfador en aquella edición de los Oscar. 


Fotogramas de Horizontes de grandeza

Matar a un ruiseñor, fiel adaptación de una de las obras literarias más importantes del siglo XX, ganadora del premio Putlizer, es una obra maestra del cine y una de esas escasas películas en la que todo es perfecto: guión, actores, música, fotografía e inteligente realización de Robert Mulligan, eludiendo en todo momento caer en lo sensiblero y sentimental. Gregory Peck realizó la mejor interpretación de su carrera. En la lista de las cien mejores películas de todos los tiempos publicada por la AFI (American Film Institute) figura en el puesto 32.

Aticus Finch con sus hijos                                                 Peck con Harper Lee

FILMOGRAFÍA: En su larga filmografía su primera película fue Días de gloria, de Jacques Tourneur. Es uno de los pocos actores que debutaron en la gran pantalla con un papel protagonista. Una producción de la RKO de 1944.


Cartel de Días de gloria
Otras de sus destacadas películas fueron: Duelo al sol, de King Vidor (1947); El mundo en sus manos, de Raoul Walsh (1952); Moby Dick, de John Huston (1956); Horizontes de grandeza, de William Wyler (1958); Los cañones de Navarone, de Jack Lee Thompson (1961) y una deliciosa comedia románrica, Vacaciones en Roma, de William Wyler (1952), esta vez fue su compañera de reparto Audrey Hepburn, que ganó el Oscar como mejor actriz.

Fotogramas de Vacaciones en Roma

ANÉCDOTAS: La versión de 1925 de El fantasma de la ópera fue la primera película que vio Gregory Peck a los nueve años de edad. Fue tal la impresión y el susto, que esa noche pidió a su abuela que le permitiera dormir en su cama.

Peck de niño

Cuando estudiaba en Berkeley efectuó un rápido viaje a Nueva York, asistió en Broadway a una representación de Me casé con un ángel, que interpretaba la bailarina y actriz Vera Zorina. A partir de ese momento decidió suspender sus estudios de medicina para dedicarse al teatro.


Hombre liberal en toda la extensión de la palabra y comprometido a favor de las causas solidarías, firmó un alegato antibelicista que le valió un puesto destacado en la en la lista negra del entonces presidente Richard Nixon. Atticus Finch, su personaje en Matar a un ruiseñor, ha sido nombrado el héroe número uno de la historia del cine americano. Cuando se le preguntaba sobre el motivo de que no eligiera más papeles de “malo”, respondía sin dudarlo: “Los buenos de las películas son un reto para cualquier actor, porque resulta más difícil hacerlos interesantes”.

Con Ingrid Bergman en Recuerda

Consecuente con su decidido apoyo a las causas humanitarias, en 1966 fue nombrado Nacional Chairman de la Sociedad Americana del Cáncer. Solidarizándose en 1990 con la crítica situación de los 600.000 empleados de la Chrysler Corporation que veían en peligro sus puestos de trabajo, aceptó hacer de intermediario con la empresa en busca de una aceptable solución a su problema.


La crítica no fue receptiva a veces con respecto a su trabajo. Pauline Kael, cronista del New Yorker dijo que era “competente pero siempre un poco aburrido”.


En compañía de una amplia representación de personalidades culturales y científicas viajó a Rusia en 1987, invitado por el presidente Mijail Gorbachov para participar en el foro “Por un mundo sin armas nucleares y por la supervivencia de la humanidad”.

Gregory Peck, siempre defensor de la justicia y de las causas nobles, actuó como presentador de la ceremonia de entrega de premios en 1957 de la GLAAD (Gay & Lesbian Alliance Against Defamation), donde pronunció las siguientes palabras: “Me parece estúpido que tengamos que luchar por algo tan sencillo y justo”.

Fotograma de Duelo al sol



LA FAMILIA: Greta Kukkonen fue la primera esposa de Gegory Peck, con ella estuvo casado desde 1942 hasta 1955. En una gira teatral se enamoró de su peluquera, maquilladora y esteticista, una joven de origen finlandés que poco después sustituiría su apellido por el menos complicado de Konen. Se convirtió en su esposa en septiembre de 1942. Como él era católico y ella una mujer divorciada les estaba absolutamente prohibido casarse por el rito católico, por lo que tuvieron que echar mano de los servicios de un sacerdote metodista, J. Gordon Chamberlein, que aceptó celebrar la ceremonia en presencia de un solo testigo, Paul, hermano de la contrayente.

De la unión nacieron tres hijos, Jonathan, Stephen y Carey. Pero en 1954 Greta solicitó el divorcio al comprender que su marido estaba enamorado de otra mujer y que no había posibilidad de salvar su unión. La separación legal se produjo finalmente de una manera amistosa en diciembre de 1955. De hecho Greta y Gregory siguieron manteniendo una cordial relación durante toda su vida, con el beneplácito de Véronique Passani que en ningún momento se opuso a ello.


Véronique Passani, periodista francesa y segunda esposa de Gregory Peck. Descendiente de rusos blancos que perdieron su fortuna durante la revolución bolchevique, conoció al actor a raíz de su primer viaje a Europa, en 1953. Peck se encontraba en París camino de Italia para protagonizar Vacaciones en Roma. Y fue entrevistado por la periodista cuya belleza y profesionalidad le sorprendieron gratamente. 

Entre ellos nació una corriente de simpatía que aumento posteriormente, al regresar el actor a Inglaterra. Obtenido el divorcio de su primera esposa se casaron el 31 de diciembre de 1955, y por segunda vez sin poder hacerlo por el rito católico. Se casaron en el rancho de unos amigos en Lompac (California) en la que estuvieron presentes los padres del actor, los tres hijos de su anterior matrimonio y unos cuantos amigos. Pese a los 16 años de edad que les separaban fue una fiel esposa que hizo feliz a su marido hasta el final de sus días, naciendo de su unión dos hijos, Anthony y Cecilia, que han intentado seguir los pasos de su famoso padre sin demasiado éxito.



Ana Márquez                  


     







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