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viernes, 16 de octubre de 2015

Mad Max: Furia en la carretera, de George Miller



Título original: Mad Max: Fury Road. Dirección: George Miller. País: Australia. Año: 2015. Duración: 120 min. Género: Ciencia-Ficción, Aventuras, Acción. Guión: Nick Lathouris, Brendan McCarthy, George Miller. Producción: Doug Mitchell, George Miller y P.J. Voeten. Fotografía: John Seale. Música: Junkie XL. Diseño de producción: Colin Gibson. Vestuario: Jenny Beavan. Montaje: Jason Ballantine, Margaret Sixel. Dirección artística: Shira Hockman, Jacinta Leong.  Estreno en España: 15 Mayo 2015. Lanzamiento en DVD: 18 Septiembre 2015.
Intérpretes: Tom Hardy (Max Rockatansky), Charlize Theron (Imperator Furiosa), Nicholas Hoult (Nux), Hugh Keays-Byrne (Immortan Joe), Josh Helman (Slit), Nathan Jones (Rictus Erectus), Zoë Kravitz (Toast the Knowing), Rosie Huntington-Whiteley (The Splendid Angharad), Riley Keough (Capable), Abbey Lee (The Dag), Courtney Eaton (Cheedo the Fragile), John Howard (The People Eater), Richard Carter (The Bullet Farmer), Iota (The Doof Warrior (as iOTA), Angus Sampson (The Organic Mechanic).

Sinopsis:
Perseguido por su turbulento pasado, Mad Max cree que la mejor forma de sobrevivir es ir solo por el mundo. Sin embargo, se ve arrastrado a formar parte de un grupo que huye a través del desierto en un War Rig conducido por una Emperatriz de élite: Furiosa. Escapan de una Ciudadela tiranizada por Immortan Joe, a quien han arrebatado algo irreemplazable. Enfurecido, el Señor de la Guerra moviliza a todas sus bandas y persigue implacablemente a los rebeldes en una "guerra de la carretera" de altas revoluciones...

Fotograma de "Mad Max: Furia en la carretera"

Comentarios:
Cuarta entrega de la saga post-apocalíptica que resucita la trilogía que a principios de los ochenta protagonizó Mel Gibson. Por tanto, continuación de la emblemática “Mad Max: Salvajes de la Autopista” (Mad Max, George Miller, 1979), “Mad Max 2: El Guerrero de la Carretera” (Mad Max 2, George Miller, 1981) y “Mad Max 3: Más allá de la Cúpula del Trueno” (Mad Max Beyond Thunderdome, George Miller, 1985). Pasó por el Festival de Cannes en la sección oficial de largometrajes (fuera de concurso), habiendo conseguido el Premio FIPRESCI a la mejor película del año.
Quién le iba a decir al australiano George Miller que Mad Max: Salvajes de la autopista (1979), su modesto debut en la dirección —350.000 dólares de presupuesto—, no solo se iba a convertir en una máquina de recaudar dinero —logró hacer una caja de más de 100 millones de la misma moneda— que convertiría a su protagonista, Mel Gibson en toda una estrella del celuloide, sino también en un título de culto que serviría de referente a multitud de propuestas posteriores. Ambientada en la Australia de un futuro no muy lejano, la cinta mostraba la encarnizada lucha de un impetuoso policía llamado Max Rockatansky contra una peligrosa banda de motoristas que sembraban el terror en las carreteras, asesinando, robando y violando a todo aquel con quien se cruzaran en el camino.
Mad Max 2, el guerrero de la carretera (1981) fue un paso de gigante a la hora de construir la mitología que rodea a la saga, enmarcándose más decididamente dentro de la ciencia ficción y ya con esos ambientes post-apocalípticos y toda la imaginería visual que la caracterizaría. Mucho más ruidosa, violenta y, como su propio nombre indica, enloquecida, esta segunda aventura es considerada la mejor de una trilogía que se cerraría, con más pena que gloria, con la muy irregular Mad Max 3, más allá de la cúpula del trueno (1985). Aquella tercera entrega traicionaba, en parte, el espíritu de la serie, rebajando notablemente la violencia y, lo que es peor, las escenas automovilísticas, y convirtiéndose, casi, en un producto para toda la familia en donde tienen cabida un grupo de niños perdidos que parecen sacados de Peter Pan y una villana de turno encarnada por la cantante Tina Turner que, además, se ocupó de interpretar unos temas musicales que convirtieron su banda sonora en un éxito superior al de la propia cinta. 

Tom Hardy en "Mad Max: Furia en la carretera"
Mad Max: Furia en la carretera aterriza en las salas de cine con más ambición artística que comercial, algo que se agradece enormemente y que ya se adivinaba en esos primeros (y apabullantes) avances que, desde hace unos meses, llevan alimentando las expectativas de los fans hasta extremos insospechados. La principal incógnita acerca de la efectividad de esta cuarta peripecia del personaje (que no remake, menos mal) residía en si se resentiría demasiado por la baja de Mel Gibson, demasiado mayor para un rodaje de estas características y, por otra parte, en su momento más bajo de popularidad. El elegido para heredar los rasgos de Max no es otro que el británico Tom Hardy, excelente actor que aún pedía a gritos esa gran superproducción que le convirtiera en estrella de Hollywood. Sin entrar en comparaciones con el trabajo de Gibson, lo cierto es que Hardy entrega un Max enérgico, carismático y parco en palabras, insuflando aire fresco a la franquicia del mismo modo que Daniel Craig hiciera con el personaje de James Bond en las últimas entregas. Pero la sorpresa de la función llega de la mano de ese protagonismo compartido con una extraordinaria Charlize Theron que, tras Prometheus (Ridley Scott, 2012), parece abonada a toda resurrección cinematográfica de calidad. La bellísima actriz se rapa su rubia melena y se implanta un brazo prostético para dar vida a la Emperatriz Furiosa, una dura y valiente guerrera que casi consigue anular al héroe en cada una de las escenas que comparten y se convierte, de manera instantánea, en una de las heroínas de acción más creíbles y viscerales del cine moderno. Ella y Hardy demuestran estar en plena forma física e interpretativa, encabezando un reparto en el que también destacan un irreconocible Nicholas Hoult y el regreso del veterano Hugh Keays-Byrne —recordado Corta-uñas, líder de la banda de motoristas del primer Mad Max— como Immortan Joe, el villano principal.
Mad Max: Furia en la carretera es completamente fiel, estética y narrativamente a la trilogía clásica, especialmente a los dos primeros episodios. Volvemos a los paisajes, los conflictos (de nuevo el combustible y el agua de por medio) y la economía de diálogos de antes pero, en esta ocasión, George Miller, en una demostración absoluta de que ha alcanzado una madurez como cineasta total, se reinventa a sí mismo facturando el que debería ser saludado como el reboot más electrizante desde que Christopher Nolan retomara las aventuras de Batman. El contundente prólogo en donde Max es capturado y llevado a la ciudadela gobernada por el tirano señor de la guerra y un ejército necesitado de sangre (literalmente) para vivir, ya consigue que el espectador quede clavado en la butaca con los ojos abiertos como platos y expectante ante el generoso espectáculo que se avecina. Y es que la película es poco más que una larga huida, la que emprenden el héroe y Furiosa hacia la redención, a bordo de un camión de guerra que oculta en su interior a las cinco jóvenes esposas (y futuras madres de sus vástagos) de Immortan Joe, que tratan de escapar de su yugo con la esperanza de llegar a una hipotética tierra verde de esperanza.

Charlize Theron en "Mad Max: Furia en la carretera"
De nuevo, al igual que en Mad Max 2, los parámetros del western no quedan tan lejanos y si en aquella se detectaba una cierta influencia de La diligencia (John Ford, 1939), con bárbaros saqueadores sustituyendo a los tradicionales indios, Furia en la carretera casi podría pasar por un remake no confeso de otro clásico del género, Caravana de mujeres (William A. Wellman, 1951). Todo el filme es una constante montaña rusa en donde cada nueva secuencia de acción supera en espectacularidad a la anterior gracias a unos magníficos efectos especiales, unos imposibles movimientos de cámara y su vertiginoso montaje. Un “más difícil todavía” que deja a las anteriores entregas en un simple calentamiento y que deja momentos para el recuerdo como el de los vehículos adentrándose en una devastadora tormenta de arena o el dilatadísimo y trepidante clímax final, repleto de emoción (en el sentido más amplio de la acepción). Visualmente, Miller ha parido una auténtica maravilla, en donde la cromática fotografía de John Seale exprime todo el potencial de los impresionantes desiertos naturales, en donde tanto las escenas diurnas como las nocturnas adquieren una belleza casi pictórica. Por su parte, Junkie XL compone una banda sonora de lo más potente que acompaña con auténtico nervio a la musculosa acción —con la ayuda incuestionable de esos esbirros que ponen música a la lucha con sus tambores de guerra y un guitarrista heavy que también utiliza su instrumento como lanzallamas, ganándose, desde ya, un puesto de honor entre los mejores hallazgos de la saga a nivel de personajes— y a sus momentos más líricos, que también los hay. 
En palabras de José Antonio Martín, por encima de cualquier hype, la nueva Mad Max es todo lo que debería ser el blockbuster perfecto. Una superproducción de serie A —sus 100 millones de dólares de presupuesto así lo acreditan— con el espíritu desvergonzado y juguetón de la serie B, que trasciende su condición de cine palomitero para convertirse en una de las propuestas más redonda y satisfactoria de lo que llevamos de 2015. Si no es una obra maestra, poco le falta.


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