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miércoles, 9 de septiembre de 2015

100º Aniversario del nacimiento de Ingrid Bergman (y II)



Continuamos hoy con el magnífico artículo del escritor Eduardo Mendicutti sobre la gran diva sueca, así como una selección de los doce trabajos más significativos de Ingrid Bergman, para celebrar que el día 29 de agosto de 2015 habría cumplido 100 años.


Humphrey Bogart había definido a su Rick de Casablanca como un hombre que tuvo que elegir entre el amor y la virtud, y eligió la virtud. Ingrid Bergman había tenido que elegir entre la virtud y el pecado, y eligió el pecado, con mucho valor y con todas sus consecuencias. Exiliada, de facto, en Italia, Bergman rodó entre 1950 y 1956, a las órdenes de Rossellini, además de Stromboli, otras cuatro películas: Europa 51, Viaggio in Italia, La paura y Juana de Arco en la hoguera (Ingrid Bergman seguía ardiendo por pecadora en las llamas que escupían los fanáticos de la virtud), y en Francia, dirigida por Jean Renoir, Elena y los hombres. Además, a la pareja le dio tiempo a tener tres hijos: Roberto, antes de casarse, y, después de casados, las gemelas Isabella e Isotta. Para satisfacción provisional de los fanáticos, las películas con su segundo marido fueron en ese momento un fracaso (luego han sido reivindicadas y celebradas como, en general, se merecen) y eso, a lo que muchos virtuosos cazurros aplicarían sin duda el reaccionario dicho "en el pecado lleva la penitencia", provocó sin duda la ruptura de la pareja en 1957. Con lo que no pudieron los virtuosos fue con los hijos, en especial Isabella Rossellini, esa mujer hermosa, meridional, llena de clase y de una envolvente y nada agresiva carnalidad que le ha dado espesor cálido e intensidad luminosa todos sus trabajos en cine y publicidad. En cuanto a las relaciones de Ingrid Bergman con el resto de los hombres de su vida, conviene recordar, por lo que a mí me parece que tiene de significativo, que Alfred Hitchcok consiguió, en Encadenados, que ella y Cary Grant se dieran uno de los besos más largos del cine en tiempos de censura; en su vida privada, como se decía cuando había vida privada, Cary Grant era gay.

Bergman y Cary Grant
Redimida, ante los ojos de los virtuosos implacables, gracias a su separación y posterior divorcio de Rossellini, Bergman volvió al cine americano por la puerta grande. En 1956 rodó Anastasia, esa esplendorosa fantasía romántica sobre las emociones de la suplantación, dirigida por Anatole Litvak y con un Yul Bryner arrebatador, y ganó su segundo Oscar como actriz protagonista, en medio del aplauso clamoroso de todo Hollywood, que daba así su perdón y su bienvenida a la hija pródiga.

A partir de ese momento, el prestigio de Ingrid Bergman como estrella cinematográfica no hizo más que crecer durante más de 20 años y su trabajo se diversificó hasta recalar incluso, en ocasiones, en comedias más o menos nobles, aunque siempre en papeles señoriales que ponían el contrapunto elegante y de calidad en medio de unos argumentos y unos elencos a veces no demasiado refinados. Ganó un tercer Oscar, esta vez como mejor actriz de reparto, por Asesinato en el Orient Express (1974) de Sidney Lumet y, sobre todo, firmó el colofón dramático de un deslumbrante trabajo en Sonata de otoño (1978) de su compatriota Igmar Bergman.

Rossellini y Bergam con sus hijos

Muchos de sus admiradores no pudimos disfrutar sus trabajos en el teatro, con obras de Eugene ONeill, Henrik Ibsen, Ivan Turguénev o George Bernard Shaw. Pero la pantalla nos acercó siempre una Ingrid Bergman palpable, acogedora, con la pasión exacta para cada personaje y cada momento, con esa mezcla de fortaleza y vulnerabilidad que permiten que cualquier hombre pueda creer que ella es una mujer necesaria en su vida, y cualquier mujer la vea como la mujer necesaria para cualquier hombre o, ya ahora, para cualquier otra mujer.

A finales de este agosto incandescente, Ingrid Bergman habría llegado a centenaria. Murió con 76 años. Pero, como en tantos casos y por fortuna, la muerte no es el final, y "las cosas fundamentales ganan a medida que pasa el tiempo", como dice la hermosa canción As time goes by, de Casablanca.

Recogemos a continuación las doce interpretaciones imprescindibles de Ingrid Bergman en el cine:


1. "Casablanca" (1942). No es en absoluto la mejor de sus películas, pero el encanto de esta historia de amor y la espectacular pareja que componía con el duro Humphrey Bogart hicieron de este filme una de las piezas angulares del cine. "Siempre nos quedará París" se convirtió en una frase mítica.

 

2. "Intermezzo" (1939). Fue su primer trabajo en Hollywood después de que el productor David O. Selznick la descubriera. Ingrid no hablaba inglés, era muy alta para los estándares de la época (1.75 m) y era una completa desconocida, pero su interpretación fue soberbia y su naturalidad conquistó de forma inmediata al público.
 


3. "Por quién doblan las campanas” (For whom the bell tolls, 1943). Pese a que "Casablanca" es la que ha quedado en el recuerdo, su primera nominación al Óscar llegó por una película bastante irregular, basada en una obra de Ernest Hemingway, y en la que daba vida a una española en medio de la Guerra Civil enamorada de Gary Cooper.



4. “Luz que agoniza” (Gaslight, 1944). Por fin su primer Óscar, por su brillante interpretación de una mujer dominada y manipulada por su perverso marido (Charles Boyer), que intenta volverla loca. Uno de sus trabajos más recordados y populares y con el pulso que marcaba un maestro, George Cukor.



5. "Recuerda” (Spellbound, 1945). Su primera colaboración con Alfred Hitchcock y una gran película que la emparejó con Gregory Peck en un "thriller" psicológico de altura lleno de incógnitas y de sorpresas. Pese a su gran calidad, Bergman fue nominada al Óscar ese año por una película sensiblemente inferior, “La campanas de Santa María” (The Bells of St. Mary's, 1945).



6. "Encadenados” (Notorious, 1946). Un beso de dos minutos y medio cuando lo habitual eran apenas unos segundos supuso casi un escándalo en Hollywood, pero la película de Hitchcock es mucho más que eso y la química entre Cary Grant e Ingrid Bergman han permitido que hoy en día siga siendo una obra maestra y la mejor, sin duda, de las tres colaboraciones entre la actriz sueca y el genio del suspense.



7. "Juana de Arco” (Joan of Arc, 1948). Fue su papel más recurrente. Lo interpretó tres veces: en 1946 en el teatro, en esta película de Victor Fleming y de nuevo en 1954 a las órdenes del entonces su marido, Roberto Rossellini. Fue nominada al Óscar, pero se considera el comienzo de una época de declive para la actriz.


8. "Stromboli" (1950). Primera colaboración con Roberto Rossellini, con el que inició una escandalosa relación cuando los dos estaban casados. Es una película compleja que ha ganado peso con los años pero que siempre se recordará por ser el film que unió a una de las parejas más cinematográficas de la historia.



9. "Te querré siempre” (Viaggio in Italia, 1954). Pero aunque la mayoría recuerda "Stromboli", este es el mejor filme de sus seis trabajos con Rossellini. Menos neorrealista y menos clásica, fue una ruptura para el clasicismo habitual en los papeles de la actriz. Un brillante y contenido análisis de la incomunicación y un ejemplo de cómo Bergman podía resultar diferente en función de la dirección.



10. "Anastasia" (1956). Tras varios años rodando en Europa y alejada de la puritana América, que la había rechazado por su relación con Rossellini, Bergman regresa a Estados Unidos con una gran producción del momento y realiza un gran trabajo pese a la mediocridad general de la película. Le dieron su segundo Óscar y se produjo la esperada reconciliación de la estrella con Hollywood.


11. "Sonata de otoño” (Höstsonaten, 1978). Otro regreso, este al cine sueco, de la mano del maestro de maestros, Ingmar Bergman, con el que nunca había colaborado. Desgarradora y trágica pero mucho menos afectada que en los grandes dramas de Hollywood, la actriz supo plasmar la honestidad y sencillez que caracterizan el cine del realizador sueco. Pero, inexplicablemente, no se llevó el Óscar.



12. "Asesinato en el Oriente Express” (Murder on the Orient Express, 1974). Se trata de su tercer Óscar, en esta ocasión a la mejor actriz secundaria o de reparto, en esta película dirigida por Sidney Lumet. Ingrid Bergman interpretaba el papel de Greta Ohlsson, una misionera solterona sueca de edad media que regresa a Europa para recolectar fondos para su misión en la India. El plano-secuencia durante el interrogatorio al que le somete Poirot fue determinante para alcanzar este merecido premio.



Por último recordar un trabajo de Ingrid fuera del cine, concretamente para la televisión realizó la serie "Una mujer llamada Golda Meir" (1982), ya estaba enferma del cáncer que acabaría con su vida. Sin nada que demostrar ni que perder, la actriz dio su última lección, en televisión, con la historia de la primera ministra israelí Golda Meir. Se llevó el Globo de Oro y el Emmy, tres semanas después de su fallecimiento.


1 comentario:

  1. De todas sus películas me quedo con Luz que agoniza. Entre las que no se han mencionado hay una que me gustó mucho No me digas adiós (Aimez-vous Brhams? 1961)
    basada en una obre de Francoise Sagan. dirigida por Anatole Litvak . Con Anthony Perkins e Ives Montand

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