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viernes, 17 de abril de 2015

La caza (Carlos Saura, 1966)

Título original: La caza. Dirección: Carlos Saura. País: España. Año: 1966. Duración: 93 min. Género: Drama.  

Guión: Carlos Saura y Angelino Fons. Fotografía: Luis Cuadrado. Música: Luis de Pablo. Montaje: Pablo G. del Amo. Dirección artística: Carlos Ochoa. Ayudante de dirección: José Luis Ruiz Marcos. Producción: Elías Querejeta.

Oso de Plata al Mejor Director en el Festival de Berlín 1966. 

Estreno en España: 9 noviembre 1966.

 

Reparto: Ismael Merlo (José), Alfredo Mayo (Paco), José María Prada (Luis), Emilio Gutiérrez Caba (Enrique), Fernando Sánchez Polack (Juan) y Violeta García (Carmen).

 

Sinopsis:

Tres amigos van de caza a un coto que fue escenario de una batalla durante la Guerra Civil (1936-1939). Todos ellos están pasando por momentos difíciles, separaciones, problemas con el alcohol, de modo que lo que iba a ser una tranquila jornada de caza se convierte en un enfrentamiento entre los tres.

 

Comentarios:

Carlos Saura es uno de los realizadores protagonistas del Nuevo Cine Español. De sus primeras inquietudes rossellinianas con Los golfos, intentó una estilización viscontiana en Llanto por un bandido (1964), hasta realizar La caza, film básico, tanto para la evolución como cineasta del propio Saura —de lo que no es ajeno el hecho de que fuera la primera colaboración entre el realizador oscense y el productor vasco Elías Querejeta—, como para el Nuevo Cine Español en su totalidad. En palabras de Zunzunegui «La caza supondrá su tercer (y por mucho tiempo último) paseo por los difíciles caminos del "realismo", aunque estemos ya en un "realismo" profundamente teñido de "simbolismo"» Así, La caza se convierte en un film bisagra, entre el realismo cercano al documental de Los golfos y las piezas alegóricas (de una dramática que se auto-empuja hacia la ficción terrorífica), que Saura filmaría con un estilo cercano a la maestría, como pueden ser Peppermint Frappé, Ana y los lobos (1973), La prima Angélica (1974) y Cría cuervos (1976). Bisagra que se podría entender entre el documentalismo de Patino en Nueve cartas a Berta (1965) y Fernán-Gómez en El extraño viaje (1964), frente a la experimentación de De cuerpo presente (1967), de Antonio Eceiza y el godardismo de Acteón (1967), de Jorge Grau.

La caza es una película total. Cuatro personajes (Paco, Luis, José y Enrique, éste, yerno del primero) bajo un sol abrasador entregados a la caza del conejo —título preliminar de la película que la censura recortó a su título definitivo— que acabará deviniendo en "la caza del hombre", la mejor caza, en palabras de Luis (José María Prada), el cazador hedonista, entregado a la bebida y a la literatura de ciencia-ficción como medio de supervivencia. La reunión de estos tres amigos de juventud (el cuarto, sin estar presente físicamente —suicidio de por medio—, lo está a un nivel psicológico, como una verdadera carga sobre unos personajes que no son ni meros reflejos de lo que fueron en el pasado), a los que se les une el joven Enrique (Emilio Gutiérrez Caba), por momentos, el testimonio del espectador dentro del film, mientas va retratando con su cámara fragmentos de la evolución del catártico día de caza, en realidad, una mera excusa de José (Ismael Merlo), el cazador mentiroso, canalla y más perturbado del grupo, para pedir un préstamo a Paco (Alfredo Mayo), el cazador soberbio, autoritario y despiadado, que tanto desprecia al tullido campesino que cuida las tierras de José, como a su propio amigo cuando se rebaja a pedirle dinero.

 

 

Hay en La caza mucho de Chabrol y Godard, en especial en el ritmo narrativo y los trucajes fílmicos empleados: movimientos bruscos de cámara, diálogos en primer plano como monólogos (extrayendo dobles y terribles significados a cada comentario), exteriorización del pensamiento de los personajes (con apuntillamientos finales igual de destructores)... y sobre todo, un retrato de lo que existe entre los personajes, más que los personajes mismos (por citar a Godard a través de Belmondo en Pierrot, le fou (1965). ¡Y sin olvidarnos de Buñuel! (ese maniquí, ese cadáver vencido...), firme defensor de la película.

Con unos reflejos claros a la guerra civil —el propio campo de caza, había sido antes campo de batalla—, la película triunfa no sólo en lo metafórico, también en lo realista. La evolución de los personajes hacia su particular sangrienta redención, está trazado en un crescendo fantástico. Entomológico en su descripción de preparación de la cacería, acaba deviniendo en un magnífico retrato de la miseria humana, usando la doble vía narrativa (la realista y la alegórica) para trazar la violenta relación entre los personajes, primero de una manera introspectiva, para posteriormente convertirse en un espectáculo de carne, sangre y fuego. Desde ya el principio se descubre una reticencia mutua entre los tres amigos, que acabará descubriéndose como un desprecio absoluto, en sus caras, ellos se ven a sí mismos, y el contraste entre el pasado y el presente es demasiado descarnado como para que pueda existir ningún tipo de futuro. La caza, así, es un catálogo de las diversas formas que adopta la miseria humana: envidia, rencor, celos, desprecio, soberbia, crueldad, gula, lascivia... pocos pecados se les escapan a los protagonistas. El film de Saura es demoledor en su retrato del ser humano, por encima de cualquier tipo de localismo, condición social y/o etapa histórica. Cuando uno ve La caza está asistiendo a una crónica de la destrucción humana, no está así lejos de Bergman o el propio Buñuel, un pesimismo existencial que hoy se puede ver reflejado en el cine de autores como Lars Von Trier o Michael Haneke. (Alejandro G. Calvo)

Recomendada.




1 comentario:

  1. Siento habermela perdido. La mesa redonda debió ser muy interesante. Ana

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