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miércoles, 10 de abril de 2013

Tesis sobre un homicidio, de Hernán Goldfrid





Título original: Tesis sobre un homicidio. Dirección: Hernán Goldfrid. Países: España y Argentina. Año: 2013. Duración: 106 min. Género: Thriller. Guion: Patricio Vega; basado en la novela de Diego Paszkowski. Producción: Diego Dubcovsky y Gerardo Herrero. Música: Sergio Moure de Oteyza. Fotografía: Rodrigo Pulpeiro. Montaje: Pablo Barbieri. Diseño de producción: Mariela Rípodas. Vestuario: Cristina Rodríguez. Estreno en España: 5 Abril 2013.
Intérpretes: Ricardo Darín (Roberto Bermúdez), Alberto Ammann (Gonzalo), Calu Rivero (Laura), Arturo Puig (Hernández).

Sinopsis:
Roberto Bermúdez es un especialista en Derecho Penal que ve alterada su vida cuando se convence de que Gonzalo, uno de sus mejores alumnos, ha sido el autor de un brutal asesinato justo frente a la Facultad de Derecho. Decidido a revelar la verdad sobre el crimen, emprende una investigación personal que pronto se transformará en obsesión y le arrastrará inevitablemente hacia sus zonas más oscuras. La verdad está cada vez más cerca, pero… ¿a qué precio?

Alberto Ammann

Habló en su favor: Lluís Bonet Mojica.
Escritor, periodista y músico de jazz, Diego Paszkowski ganó en 1998 un premio literario con Tesis sobre un homicidio, su primera novela. Este relato sobre el crimen perfecto, realizado digamos que por amor al arte (el jurídico), obtuvo notable éxito en Argentina pero era problemático traducirla en imágenes. Han transcurrido catorce años hasta que un director se ha atrevido a ello. En su segundo largometraje de ficción, Hernán Goldfrid afronta el desafío y sale bastante airoso.
Tesis sobre un homicidio nos sumerge en un universo a la vez temido y respetado: la justicia. En formato de cine negro y una fuerte carga psicológica. Con dos figuras esenciales en la vida: maestro y discípulo. El primero es un juez que ahora es un prestigioso profesor en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, donde imparte un seminario y que acaba de publicar el libro La estructura de la Justicia. El discípulo es un brillante licenciado en Derecho. El maestro plantea una pregunta esencial: ¿puede el juez condenar basándose exclusivamente en las pruebas aportadas por los testigos?
Este interrogante, ¿inocente o culpable?, pone en marcha una apasionante trama argumental donde se percibe la influencia de dos películas esenciales filmadas -respectivamente- por Hitchcock y Mankiewicz: La soga (1948) y La huella (1972). Otro precedente más cercano es El secreto de sus ojos (2009), que Ricardo Darín protagonizó a las órdenes de Juan José Campanella.
Darín es un elemento decisivo en la fascinación que puede ejercer Tesis para un homicidio. Pero también debe ser mencionado Alberto Ammann, actor argentino formado en España y que hace tres años obtuvo el Goya al mejor actor revelación por Celda 211. El director Hernán Goldfrid encauza el duelo interpretativo de ambos, el profesor arrastrado por la paranoia y el alumno aparentemente frío, con espléndidos planos secuencia. También una experta dosificación de los giros de una historia con aparente final abierto, que tal vez no guste a todos los espectadores.

Ricardo Darín

Habló en su contra: Carmen L. Lobo.
Resulta cuando menos curioso que no tenga derecho una película atestada de abogados. Que el espectador, tras un final que le deja estupefacto, se pregunte las razones por las que Ricardo Darín (indiquemos que está tan notable en esta cinta malograda como siempre) decidiera protagonizarlo. Hay que comer, todos tenemos que comer, es justo y necesario. Los primeros minutos, no obstante lo dicho, prometen una espesa historia: Roberto Bermúdez despierta entre botellas de whisky semi vacías con la mano vendada y el piso destripado. Luego sabremos por qué mientras aparece el cuerpo de una chica salvajemente asesinada y un brillante alumno de su seminario comienza a colarse en la vida de este tipo hasta terminar empapándola entera y llegar a la obsesión. ¿Existe el crimen perfecto? Y, más aún, ¿existe la justicia? Demasiado fácil buscar referencias, echar mano de aquella magistral película de Hitchcock, «La soga», para decir que, en resumidas cuentas, la película, un thriller psicológico demasiado ambicioso y escaso en un sentido y en otro, no conduce a ninguna parte válida, perdida entre la permanente y torturada confusión del profesor (de cuya vida, que intuimos igualmente errabunda y vacía, no llegaremos a saber nada aunque el guión apunte asuntos inquietantes), una relación paralela con la hermana de la difunta, a la postre, personaje clave en la resolución de la trama, y la astuta diatriba del joven. Una triste pena: al director le sobraban tesis, teorías, pero le ha faltado aprobar la práctica.

Trailer de la película: 


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