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viernes, 25 de enero de 2013

Adiós a Fernando Guillén





«Nací al cine con 7 años viendo "Horizontes perdidos"»

 
Voz luminosa, efigie de roble clásico, dicción perfecta, imprescindible Don Juan en blanco y negro de los infiernos al cielo, intérprete de la memoria cinematográfica, televisiva y teatral española de los últimos sesenta años, luchador eterno por la modernización de la escena frente a la mordaza del franquismo, Fernando Guillén se sentía un privilegiado como actor porque desde su bendita coherencia sostenía que «tenemos la inmensa suerte de que nos pagan por jugar». Su muerte, después de una larga enfermedad, ha encogido el corazón de sus admiradores, que son legión. Fernando Guillén talló su muesca en centenares de obras en teatro, cine y televisión, además de incardinar su voz al doblaje de inolvidables personajes.

Fernando Guillén nació en Barcelona en noviembre de 1932. Al cine se enganchó a los siete años viendo «Horizontes perdidos», de Frank Capra. Tras concluir el bachillerato, se matriculó en la Universidad de Madrid para estudiar Derecho, pero comenzó a colaborar en algunas obras de las que se representaban en el Teatro Español Universitario, como «Tres sombreros de copa» (1952), de Miguel Mihura, o «Escuadra hacia la muerte» (1953), de Alfonso Sastre, lo cual le hizo descubrir su vocación de intérprete y abandonar la carrera. En aquella época coincidió con jóvenes y barbilampiños talentos como Adolfo Marsillach, Agustín González y Juanjo Menéndez.

En la década de los cincuenta, Fernando Guillén se enroló en las mejores filas: en las compañías de Fernando Fernán-Gómez, y de Conchita Montes. «Proceso a Jesús», «Réquiem por una mujer», «Un soñador para un pueblo» o «Muerte de un viajante» fueron algunas de las obras maestras que interpretó. En los años sesenta siguió protagonizando obras muy prestigiosas, como «Divinas palabras», «La dama del alba», «Deseo bajo los olmos», «Pigmalión», «Madre coraje» o «Seis personajes en busca de autor».



 
A finales de la década sesentera, Guillén formó su propia compañía teatral, junto con su esposa, la también actriz Gemma Cuervo, de cuya unión nacieron los también actores Fernando y Cayetana, además de otra hija, Natalia.

Excelso doblador, Fernando Guillén se hizo imprescindible en televisión y cine, donde comenzó con «Un día perdido», de José María Forqué. En la pequeña pantalla consolidó su carrera como actor desde finales de los cincuenta, debutando cuando el nuevo mueble parlanchín del saloncito de casa principiaba en España, en 1958; ese año, Fernando Guillén trabajó en la adaptación de «Pesadilla», de William Irish, bajo las órdenes de Juan Guerrero Zamora. En el programa Estudio 1 de TVE representó numerosas obras, al igual que en el espacio Novela, junto con su mujer Gemma Cuervo («Levántate y lucha», «Marie Curie» o «El fantasma de doña Juanita», entre otras).

Más tarde, en la pequeña pantalla, encarnaría a personajes en series como «Historias para no dormir», de José Luis Garci; «La saga de los Rius», «Brigada Central», «Los jinetes del alba», «Inquilinos», «Hospital Central», «Motivos personales» o «Los misterios de Laura». En Berlín había cazado un oso de oro televisivo con «Un mundo sin luz». De esas tinieblas le sacó «La saga de los Rius», inolvidable. Así le «contrataron», en un ascensor, con dos tipos de negro que se dieron la vuelta y le preguntaron si había nacido en Barcelona:
 


 
Fernando Guillén fue un rostro habitual en las inolvidables creaciones de Adolfo Marsillach, Alberto González Vergel o Pilar Miró. También su participación en la adaptación de la obra de José Zorrilla, Don Juan Tenorio.

Hace un lustro, en el Teatro Español -donde debutó con José Tamayo-, con «El vals del adiós», Fernando Guillén anunció su retirada de las tablas, del arte de Talía, a los 75 años de edad. Prefirió seguir dedicándose al cine y la televisión «porque exigen menos compromiso y esfuerzo», confesaba. Y abundaba: «La memorización de los textos es cada vez más complicada y los ensayos más duros, porque en el cine y la televisión tienen la dureza del ratito, pero los tres meses que dura una obra de teatro son muy especiales». Fernando Guillén encarnaba a Louis Aragón, un hombre sentado ante un escritorio, que repasando una carta plasmaba todos los instantes de su vida y mezcla su dolor, su rabia y su desazón, con el humor sórdido y mordaz de los años que precedieron a su suicidio. «Es el propio autor el que lee y relee esa carta antes de mandarla para su publicación, y se angustia porque está solo, ya que hacía dos años que había perdido a su mujer. Es una epístola de despedida en la que refleja sus contradicciones y hace una premonición de su propio suicidio», reflexionaba Fernando Guillén.

Y ¿cómo le descubrió el cine? Así lo revelaba en sus confesiones a TVE: «Nada más iniciada la Transición, dejé de hacer teatro porque el cine me descubrió gracias a una película de serie B muy barata, que protagonizábamos mi querido Agustín González y yo, “El caso Almería”, se titulaba, y que tocaba un tema muy sangrante y duro -se metía con la Guardia Civil- y tuvo una resonancia muy grande. Estuvo como quince años sin hacer teatro y luego regresé intentando respetar mi misma línea».

En cine, Fernando Guillén participó con regularidad a partir de los años 80 y 90, bajo la dirección de Fernando Fernán-Gómez, de Pedro Almodóvar en «Mujeres al borde de un ataque de nervios», «La ley del deseo» o «Todo sobre mi madre»; «El abuelo», «You're the one», «Tío vivo», «La herida luminosa»...con José Luis Garci; «La noche oscura», con Carlos Saura; «Más allá del jardín», junto a Concha Velasco; o con anterioridad en producciones como «El pico II», «La estanquera de Vallecas», o «El mar y el tiempo». Además, ha trabajado a las órdenes de José María Forqué, Pedro Lazaga, Imanol Uribe, Gonzalo Suárez y Álex de la Iglesia. «La telaraña», «Tirano Banderas», «Acción mutante», «La nave de los locos». «Operación Fangio» o «El florido pensil» forman parte de la filmografía de tan extraordinario y querido actor, que bordó así la enfermedad de Alzheimer en «Otros días vendrán»:

Fernando Guillén en "Don Juan de los Infiernos"
 
Fernando Guillén fue tres veces candidato al Premio Goya: al final obtuvo el preciado cabezón goyesco con la película «Don Juan en los Infiernos», que también le supuso un Fotogramas de Plata, junto a otros dos filmes, «Martes de Carnaval» y «¿Qué te juegas Mari Pili?». Por «La Saga de los Rius» le fue concedido el TP de Oro, todo ello entre muchos otros galardones y reconocimientos, como el premio Ercilla. Su última interpretación fue un cortometraje de la sevillana Celia Rico titulado "Luisa no está en casa" junto con Asunción Balaguer. «Pero eso de los premios los tengo un poco olvidados...» Jamás olvidó su privilegiada coherencia, de la que era paladín Fernando Guillén, el inolvidable actor de voz y mirada luminosa. Descanse en paz.

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