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jueves, 16 de febrero de 2012

Recordando… El gabinete del Dr. Caligari, de Robert Wiene




"El gabinete del doctor Caligari" es la piedra angular de un tipo de cine fantástico y estrafalario que floreció en la Alemania de los años veinte, y ha sido vinculado, a veces de manera poco legítima, con el movimiento expresionista. Si gran parte del desarrollo del cine en sus dos primeras décadas fue encaminado hacia la concepción de Lumière de "una ventana abierta al mundo", con historias de ficción o documentales presentados de manera emotiva, con la intención de que el público olvidara que estaba viendo una película, "El gabinete del doctor Caligari" vuelve al estilo de Georges Méliès y presenta sin cesar efectos teatrales mágicos y estilizados que exageran o caricaturizan la realidad. En esta película encontramos funcionarios sentados en taburetes de una altura ridícula, sombras pintadas en las paredes y en los rostros, decorados donde abundan las formas recortadas, exteriores pintados, y telones de fondo e interpretaciones estilizados hasta rozar la histeria.




Los guionistas Carl Mayer y Hans Janowitz ambientaron la película en este mundo desarticulado, y tanto el director Robert Wiene como los escenógrafos Hermann Warm, Walter Roehrig y Walter Reimann introdujeron un giro en cada escena e incluso en los rótulos explicativos para insistir en esto. Fritz Lang, propuesto como director en un principio, sugirió que el estilo radical de "El gabinete del doctor Caligari" sería excesivo para el público si no se añadía algún tipo de "explicación". Lang esbozó unas líneas argumentales en las que el héroe Francis (Friedrich Feher) narra la hitoria -acerca del doctor Caligari (Werner Krauss), el siniestro charlatán hipnotizador, su esclavo sonámbulo Cesare, sujeto a su poder hipnótico (Conrad Veidt), y una serie de asesinatos en la pequeña ciudad de Holstenwall-, y al final descubrimos que está ingresado en un manicomio y que, al estilo de "El mago de Oz", ha imaginado un relato que reúne a diversas personas de su entorno. Esto rebaja el tono antiautoritario de la película, cuando el doctor Caligari, en la historia principal el director de un manicomio que ha perdido la razón, resulta ser un hombre decente decidido a ayudar al héroe. Sin embargo, el manicomio del relato principal es el mismo manicomio "irreal" que se ve en el flashback, lo cual consigue proyectar cierta incertidumbre sobre toda la película, no solo sobre la historia de Francis. De hecho, al revelar que la visión expresionista es la de un demente, la película hasta podría apelar a los conservadores que consideraban propio de dementes todo arte moderno.




Wiene, menos innovador que la mayoría de sus colaboradores, hace muy poco uso de la técnica cinematográfica, con la excepción del flashback dentro de otro flashback, cuando Krauss enloquece por culpa de las instrucciones sobreimpuestas de que "ha de convertirse en Caligari". La película descansa por completo sobre artificios teatrales, con la cámara fija en el centro del escenario mientras se muestran los decorados, y los actores (sobre todo Veidt) aportan todos los movimientos o momentos de impacto. La intervención de Lang consiguió convertir la película en una extraña especie de obra ambigua: una película artística para el público de clase alta que aprecia sus innovaciones, pero también una cinta de terror con truco. Con su ambiente de espectáculo de feria, el científico loco y el monstruo ataviado con leotardos que secuestra a la heroína, "El gabinete del doctor Caligari" es uno de los títulos clave del género de terror primitivo, pues introduce imágenes, temas, personajes y formas expresivas que serían fundamentales en el "Drácula" de Tod Browning y el Frankenstein de James Whale, ambas de 1931.

Para recordar esta joya del cine expresionista os proponemos ver de nuevo la secuencia en la que el Dr. Caligari invita a la muchedumbre a entrar en su barraca de feria para ver su espectáculo: presenciar el despertar del sonámbulo César. El momento en el que César sale del ataúd es sencillamente antológico.   

1 comentario:

  1. Me parece un filme de magnifica puesta en escena, espléndida atmósfera malsana e inquietante, un diseño de producción de lo más bizarro y con unos personajes que son puros imanes para los espectadores.

    Siempre se ha dicho por una gran mayoría que la resolución del filme donde vemos al sonámbulo Cesare metido en un manicomio donde es tratado precisamente por el Dr. Caligari de sus sueños/pesadillas le restaba mucho al conjunto quitándole gran parte de su fuerza, incluso creo que fue el genial Fritz Lang quien dijo que tratar igual estéticamente la parte del manicomio y las del flashback era un desacierto.

    Eso que es apuntado como reparo, para mi son absolutos aciertos, ya que logran insuflar una ambigüedad extraordinaria al relato, sembrando en el espectador la eterna duda de que versión creer de la historia, ya que ambas se presentan igualmente de irreales, convirtiéndose en una espiral de desatada locura y llena de dudas.

    Los espléndidos decorados del filme me recuerdan a aquellos que utilizaría Narciso Ibáñez Serrador en algunas de sus historias, como en la espléndida 'El asfalto', por cierto clarísimo precedente de la posterior y famosa 'La cabina', de Antonio Mercero.

    La posterior influencia de esta obra en otros cineastas es patente, hay tenemos nombres como Hitchcock, Tim Burton e incluso David Lynch (precisamente no son pocas las coincidencias de 'Mullholland Drive' con la peli que nos ocupa), entre otros.

    'El gabinete...' la considero una joya imprescindible, constituyendo junto al Nosferatu de F.W Murnau, las dos obras maestras absolutas del expresionismo alemán.

    Jesús.

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