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miércoles, 8 de febrero de 2012

Mis terrores favoritos... de ayer y de hoy


La historia de mis terrores ligados al cine podría contarse con dos secuencias. Una pertenece a la primera película de miedo que recuerdo: La mansión encantada, también conocida como La casa encantada (The Haunting, 1963) de Robert Wise, que tuvo su remake por Jan de Bont en 1999, traduciéndose por La guarida.

Trata de un científico y sus colaboradores, que se instalan en una mansión para averiguar si suceden allí fenómenos paranormales. Una de las colaboradoras es Nell (Julie Harris), de personalidad débil y atormentada por sentimientos de culpabilidad por la reciente muerte de su madre. No se trata de desgranar aquí toda la película, sino de recordar la secuencia que me impactó. Inmediatamente antes de ésta, Nell y Theo han decidido compartir habitación y dormir en dos camas juntas, puesto que ya han vivido sucesos extraños.


Vi la película siendo muy pequeña y todavía hoy soy incapaz de dormir con la mano fuera de la cama. En esta secuencia vemos todos los elementos habituales de los miedos infantiles y de las películas de espíritus: miedo a la oscuridad, ruidos de los que no localizamos el origen, siluetas y formas que con las sombras y nuestra imaginación se transforman en rostros amenazantes.

Y todo esto relacionado con el miedo a lo sobrenatural, lo desconocido y lo irreal: en la primera infancia se trata de brujas, ogros o monstruos y luego uno descubre el término “fantasmas” que pasan después a ser “espíritus”. (Es curioso que los cuentos clásicos infantiles incluyan de uno u otro modo estos ingredientes irreales y que la sociedad en general permita de mejor grado que el niño vea escenas violentas o de miedo antes que las de sexo, cuando tanto para unas como para otras habría que tener la edad adecuada).

Poco a poco, a estos miedos le van ganando terreno otros que terminan por imponerse, porque vamos descubriendo que lo que la realidad nos puede deparar es todavía más terrorífico. Si hoy día escuchamos ruidos extraños y sentimos miedo en la oscuridad, lo más probable no es que temamos encontrarnos con un fantasma, sino con algo más palpable y que tenga peores consecuencias.

Para ejemplificar mis miedos actuales he elegido una secuencia de Funny Games, de 1997, de Michael Haneke. En el Taller de Cine ya vimos las características de su cine y su filmografía, donde se incluye el remake americano que hizo él mismo en 2007.

Michael Pitt (Funny Games, 2007)
Arno Frisch (Funny Games, 1997)

No es una película de terror al uso, aunque lo que plantea, para mí, es terrorífico. Un matrimonio y su hijo van a pasar las vacaciones a su residencia de verano. Dos chicos, que parecen invitados de los vecinos, llegan a su casa con una excusa inocente, pero pronto se ve que sus intenciones son violentas. Les plantean una apuesta: que a la mañana siguiente ninguno de los tres estará vivo.

Desde mi punto de vista, la película dibuja muy bien los momentos de una situación terrorífica. Un primer momento es aquél en el que sientes la vulnerabilidad y temes lo que pueda pasar. Es cuando se disparan las hormonas del miedo, cuando sientes que estás a merced de otro y las posibilidades que se abren ante ti son infinitas. La secuencia en la que le piden a la mujer que se desnude en presencia de su familia refleja esto perfectamente. No se ve el desnudo, no se usa un lenguaje soez y tal y como termina de desnudarse le piden que se vuelva a vestir. Pero son unos cuatro minutos terribles, a base de primeros planos, mostrándonos la crueldad y frialdad de unos y el sentimiento de indefensión de los otros. La interpretación de los actores es excelente, aportando la credibilidad emocional necesaria. Destacan Susanne Lothar y Ulrich Mühe.

El segundo momento sería cuando se desencadena lo temido. Veamos esta secuencia.


Nos narra el momento en que nuestros temores se hacen realidad, pero la violencia tiene lugar fuera de campo como es habitual en Haneke. Su pretensión no es hacer una película de terror, sino el plantearnos problemas de la sociedad moderna como la violencia y los medios de comunicación, que suelen ir de la mano. Los asaltantes no utilizan sus nombres reales sino que se llaman el uno al otro Beavis y Butthead, como los protagonistas de la poco edificante serie de dibujos animados de los años 90, consumidores compulsivos de televisión.

Al hombre de hoy le aterra el darse cuenta de que, a pesar del mundo tecnológico y evolucionado en el que vivimos, somos vulnerables, frágiles ante el extraño que quiera hacernos daño. Y lo que es un agravante para nuestra mente racional es la aleatoriedad por la que podemos convertirnos en víctimas. No se necesita ningún motivo: sólo estar en determinado momento en determinado lugar, ya hablemos de la elección que por nosotros hagan unos  criminales, ya hablemos de las consecuencias de las catástrofes naturales como las que aparecen en la secuencia en el monitor de televisión.

Y el tercer momento de una situación terrorífica es aquél del “después de”, cuando las consecuencias son tan terribles como el instante en sí. También tenemos en la película una secuencia de once minutos que refleja esto y en los que la cámara apenas se mueve. Se limita a registrar lo que los personajes expresan en la habitación en la que están. Pero lo narrado es de tal intensidad, que no se necesita más.

Una película recomendada sólo para los que no les importe pasar un buen mal rato.

3 comentarios:

  1. Yo he descubierto "The Haunting" (la original de Robert Wise) muy recientemente, gracias al DVD. Es verdad que ya a estas alturas y después de haber visto tanto terror el efecto sorpresa-tierna infancia lo tengo "amuermadillo", pero he disfrutado muchísimo viéndola. Además de comprender cómo está en el origen de tanta película posterior sobre casas encantadas, me ha maravillado la capacidad de este hombre para sugerir con sombras y posiciones de la cámara, con ruidos y algún efecto especial "candoroso" pero efectivo, como el de la puerta que se comba. Pero sobre todo me ha encantado algo que falta en la mayor parte del terror actual: la profundización en la psicología de los personajes, que se convierte en parte esencial de la trama. Por supuesto la personalidad atormentada de Neil, Pero ¿qué me dices del amor reprimido/prohibido de su compañera de habitación, con su relación amor-odio? En este aspecto "La guarida" se queda bastante atrás.
    Por cierto, que esas figuras de la pared, que desatan el terror de la protagonista, me recuerdan muchísimo las grietas en la pared de la casa de "Como en un espejo", de Bergman, que provocan también el pánico de Karin ( Harriet Andersson), igualmente presa de una voz interior que la atormenta. El dato no es casual: "Como un espejo" es de 1961 y ganó el óscar, por lo que Robert Wise la conocería perfectamente, Para mí que Bergman es la fuente de la secuencia que tanto te gusta...

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  2. Tienes razón, Joaquín: me centro en la secuencia porque es lo que interesa aquí, pero lo que sobresale en la película, además de la buena dirección de Robert Wise, es el complejo personaje de Nell y su excelente interpretación por parte de Julie Harris.
    En cuanto a la inspiración en Bergman, no me cabe duda de que será así. De hecho, "The Haunting" se basa en una novela de Shirley Jackson ("The Haunting of Hill House", 1959) en la que no hay referencias a esas siluetas en la pared, aunque sí aparece el monólogo interior. Esta voz, habitual en el personaje, nos facilita descubrir la verdad de Nell respecto a la casa, mientras que otros aspectos se mantienen en una acertada ambigüedad, como ocurre con el personaje de Theo o el espíritu maléfico de la casa.

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  3. La casa encantada, del todoterreno Robert Wise, es una de las grandes pelis de terror. En esta película, se ahonda en la vertiente psicológica de sus personajes, habla de una serie de personas imperfectas, cuyas taras se convertirán en una losa cuando se vean sorprendidas por un elemento “sobrenatural" que les superará.

    Saliendome un poco del film pero no del tema recomendaría una serie de pelis. Al margen de las conocidas ‘Al final de la escalera’, ‘El resplandor’ o ‘Polstergeist’ (peli que personalmente no me agrada con esa etiqueta de “terror para toda la familia”), destacaría la soberbia “The inocents” de Jack Clayton (posiblemente lo mejor que se ha hecho sobre este tema), la enérgica “La leyenda de la mansión del infierno” de John Hough o la terrorífica “Pesadilla diabólica”, de Dan Curtis. Otras a tener en cuenta serían la deliciosa ‘Cuentos de la luna pálida’, de Kenji Mizoguchi, incluso un visionado de “La caída de la casa Usher”, de Roger Corman, sería bastante oportuno y así acercarse al universo de Poe. Otras de este ciclo, podrían ser perfectamente idóneas.

    Hay otras menos conocidas, no por ello menos interesantes, como la atmosférica ‘The uninvited’, de Allen, o el clásico “Al morir la noche”, en formato de sketches.

    Del cine más actual, me agrada mucho un filme como ‘Dark water’, de Hideo Nakata, (¡ojo!, la asiática, con un espléndido final anti-climático y de un lirismo retorcido e inusual, que se cepilla naturalmente, su remake norteamericano ¡faltaría más!) y por otro lado, ‘Insidious’, del señor Chang creo recordar, que a pesar de su denotada imperfección, tiene momentos muy conseguidos y asusta de verdad en algunos de sus pasajes.

    En cuanto al filme de Michael Haneke, para un servidor se trata claramente de un filme de terror, puro y duro (críticas a clases sociales aparte), es más me parece uno de los autores que más y mejor ha aportado al género del terror en los últimos años.

    El cineasta germano-austriaco nos ‘acomoda’ el terror en el sofá de al lado, como ya lo marcaron otros ilustres filmes como ‘Psicosis’ o ‘Peeping Tom’ (como tan bien lo reseño la compi del lunes en su prolijo y exhaustivo trabajo), que se apartaron en su momento de ese terror ‘sobrenatural’ de monstruos y de amenazas atómicas/radioactivas para introducirlo en lo cotidiano. Más tarde, otros llegarían para engrosar esa nómina, como mi admirado Polanski.

    Personalmente, pienso que este filme entronca perfectamente con una auténtica joya como es ‘Henry: Retrato de un asesino’ de McNaughton, donde a través de un filme cuasi-documental nos muestra (nunca se explica ni se indaga) la vida de un asesino, él cual mata porque sí y eso produce pavor ya sea por el pensamiento inconsciente de ser victima de uno de estos o bien porque el ser humano siempre necesita(rá) un por qué de las cosas.

    Haneke siempre plantea preguntas y nunca ofrece respuestas porque no le interesa explicar la actitud de sus personajes, lo que se convierte en un gran acierto en su cine ya que con ello suele enriquecerse sus filmes.

    En ‘Juegos divertidos’ se encuentra gran parte de la esencia de su cine, un cine descarnado y brutal, un Haneke en estado puro, y muy lejos de la menos personal ‘La cinta blanca’, donde observábamos cierto formalismo en su puesta en escena no visto antes así como ciertas influencias de Bergman. Este último, que por otro lado me gusto y no poco, apunta a ser una isla en su filmografía (a no ser que se trate de un cambio de etapa radical) como lo fue ‘Una historia verdadera’, de Lynch, por ejemplo.

    Jesús.

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