Fotograma perteneciente a la secuencia final de la batalla |
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viernes, 30 de septiembre de 2011
13 Asesinos, en cartelera
jueves, 29 de septiembre de 2011
Banda Sonora de... Amarcord
miércoles, 28 de septiembre de 2011
No habrá paz para los malvados, en cartelera
Jose Coronado |
martes, 27 de septiembre de 2011
La Naranja Mecánica entra en la cuarentena
Colombiana, en cartelera
Zoë Saldana |
lunes, 26 de septiembre de 2011
Cine y otras artes: La piel que habito
Isaki Lacuesta, Concha de Oro en San Sebastián
Isaki Lacuesta con la Concha de Oro |
domingo, 25 de septiembre de 2011
El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011)
Título original: The tree of life. Dirección: Terrence Malick. País: USA. Año: 2011. Duración: 133
min. Género: Drama.
Guión: Terrence Malick. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Montaje: Mark Yoshikawa. Vestuario: Jacqueline West. Diseño de producción: Jack Fisk. Producción: Dede Gardner, Sarah Green,
Grant Hill, Brad Pitt, William Pohlad.
Palma de Oro a la Mejor
Película en el Festival de Cine de Cannes 2011. Nominada al Oscar a la Mejor
Película 2011.
Fecha del estreno: 16 Septiembre 2011
(España)
Reparto: Brad Pitt (Sr. O’Brien),
Sean Penn (Jack), Jessica Chastain (Sra. O’Brien), Fiona Shaw (abuela), Irene
Bedard (mensajera), Hunter McCracken (Jack joven), Laramie Eppler (R.L.), Tye
Sheridan (Steve).
Sinopsis:
Estados Unidos, años 50.
Jack es un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre encarna
el amor y la ternura, su padre representa la severidad, pues la cree necesaria
para enseñarle al niño a enfrentarse a un mundo hostil. Ese proceso de formación
se extiende desde la niñez hasta la edad adulta. Es entonces cuando Jack evoca
los momentos trascendentes de su infancia y trata de comprender qué influencia
tuvieron sobre él y hasta qué punto determinaron su vida.
Comentarios:
"¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra? (...) ¿Quién fijó sus medidas? (...) ¿Quién tendió sobre ella la cuerda para medir? ¿Sobre qué fueron hundidos sus pilares o quién asentó su piedra angular?", pregunta Dios a Job en el capítulo 38 de su Libro. Unas palabras que resuenan como un martillo pilón en El árbol de la vida, el inspirador, casi inabordable, complejísimo, hermoso, trascendental poema en imágenes que ha compuesto Terrence Malick, el hombre sin rostro, enigma personal y artístico, apenas cinco películas en casi 40 años de carrera, todas extraordinarias, probablemente el director más inescrutable de siempre. ¿Quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos? El origen y el fin. La fuente de la existencia y las puertas de la muerte. ¿Puede una obra de arte englobar no un misterio, sino el Misterio? Quizá sí. El árbol de la vida.
Alejándose completamente
de la narrativa convencional, Malick ha pergeñado una película de sensaciones,
de texturas, de sonidos, de colores, armada para ser degustada con la mente y
el cuerpo, con las tripas, quizá con el alma; una película inmensa no por lo
que pasa en ella, sino por lo que te hace sentir a través del lenguaje
cinematográfico, de sus encuadres, del movimiento continuo de la steadycam,
lentamente, a toda velocidad, nunca quieta, de la combinación de planos, de sus
insertos, de sus grandes angulares para producir sensación de sueño, de
pesadilla. En su primera media hora Malick une el origen del mundo y el origen
de la vida. El espacio, los astros que cantan a coro, la aurora de la mañana,
el fondo del océano, el reino de las sombras, el seno materno, las puertas del
mar, el cordón umbilical. Todo ello ya está en ese capítulo 38 del Libro de
Job. Y, en ese larguísimo prólogo, también comienza a hablarse no de la
existencia en general, sino de una vida en particular: la del niño Jack O'Brien
(en iniciales: Job), martilleado por el brazo custodio, represor-ejecutor, de
su padre, del Padre, del todopoderoso, del Todopoderoso, al que no se discute,
al que no se replica, como ese dinosaurio que planta el pie con dureza en la
cabeza de su cría en otra de las imágenes de la película.
Más tarde, el núcleo
central, alrededor de una hora y media, contiene eso que dicen que marca nuestro
futuro: la infancia, la compañía de tus hermanos, de tus amigos, de tus
progenitores. Y, como contrapartida, la labor del padre. Malick lo narra
intensificando lo ya apuntado en Malas
tierras (1973), Días del cielo
(1978), La delgada línea roja (1998) y
El Nuevo Mundo (2005), con poquísimos
diálogos, mucha voz en off y un gran apoyo musical. Mahler, Bach, Couperin,
Smetana, Brahms, Respighi, Mozart, Berlioz, incluso Preisner. Casi nada.
También Alexandre Desplat, el mejor compositor cinematográfico del momento. Y
ahí la vida fluye.
Pero ¿qué es la vida?
¿Acariciar por primera vez el pie de tu bebé o asistir al primer entierro de
una persona que no tenía edad para morir? ¿Sufrir la muerte de un hijo, de un
hermano, o lanzar a una rana al espacio atada a un pequeño cohete con la ayuda
de un petardo? Seguro que todo ello, unido, nos hace personas. "La
naturaleza siempre trunca la felicidad", viene a decir uno de los textos,
comenzando por la mera existencia de la muerte. Estamos condenados a morir,
pero, como el niño protagonista, a veces lo que siente es que se está condenado
a vivir.
Por último, un epílogo de
10 minutos que resume todo: la vida es fe, la vida es creencia. Palabra de
Dios, palabra de Malick, el hombre que ha legado una súplica, un lamento, una
obra que queda para la historia del cine desde ya. (Javier Ocaña)
Recomendada.
viernes, 23 de septiembre de 2011
Capitán América: El primer vengador, de Joe Johnston
Chris Evans |
jueves, 22 de septiembre de 2011
Festival de Cine de San Sebastián 2011
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Los amos de Brooklyn, de Antoine Fuqua
Richard Gere y Ethan Hawke |
Trailer de la película: