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martes, 31 de mayo de 2011

Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos (Zhan Yimou, 2009)

 

Título original: San qiang pai an jing qi. Dirección: Zhan Yimou. País: China. Año: 2009. Duración: 85 min. Género: Drama, Wuxia.

Guión: Xu Zhengchao, Shi Jianquan (basado en la película “Sangre fácil”, de Joel y Ethan Coen). Fotografía: Zhao Xiaoding. Música: Zhao Lin.  Montaje: Meng Peicong. Dirección artística: Xie Ze. Producción: Zhan Weiping, Bill Kong, Zhang Zhenyan, Gu Hao.

Sección Oficial del Festival de Berlín 2010. Sección oficial del Festival de Sitges 2010.

Fecha del estreno: 20 Mayo 2011 (España).

 

Reparto: Sun Honglei (Zhang), Xiao Shenyang (Li), Yan Ni (esposa de Wang), Ni Dahong (Wang), Cheng Ye (Zhao), Mao Mao (Chen).

 

Sinopsis:

Wang es un hombre pesimista, astuto y avaricioso, dueño de un bar de tallarines en una ciudad situada en un paraje desértico de China. No hace caso de su esposa, una mujer de lengua viperina que tiene una aventura amorosa con Li, uno de los empleados de Wang. Li es un hombre tímido que, muy a pesar suyo, acaba guardando la pistola que su amante ha comprado para matar a su marido. Pero Wang está al tanto de todo lo que hacen. Soborna al agente de policía Zhang para matar a la pareja. Visto así, el plan es perfecto: todo se solucionará gracias a un final sangriento y cruel perfectamente satisfactorio para él. O al menos, eso piensa. Pero el malévolo Zhang tiene otra idea en la cabeza...

 

Comentarios:

Cuando, en el clímax final de Sangre fácil, el turbio personaje interpretado por M. Emmet Walsh destrozaba, con su puño, una pared agujereada por las balas, ante la mirada horrorizada de Frances McDormand, la película parecía evocar un cuento medieval de amantes adúlteros asaltados por la culpa. En Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos, la excéntrica lectura que ha hecho Zhang Yimou del formalista ejercicio de neo-noir que dio a conocer a los hermanos Coen, ese círculo parece cerrarse con admirable precisión, aunque todo lo que le rodea supone una invitación al desconcierto.

Yimou no ha hecho una adaptación, ni un remake: más bien, parece haber dado forma a su manera de soñar, en clave autóctona y delirante, la película de los Coen. Lo que, en su origen, era una filigrana sustentada en la frágil cuerda de las asunciones erróneas y las frases no dichas que parecía tener como (lejano) punto de referencia la obra literaria de James M. Cain, se convierte aquí en una farsa desquiciada que transforma la naturaleza de todas las piezas.

Así, Yan Ni es la histérica y ambiciosa femme fatale que Frances McDormand nunca fue; Xiao Shenyang adopta la actitud de bufo cenutrio que jamás hubiera encajado en el gesto estólido de John Getz y Ni Dahong es el marido grimoso y perverso que Dan Hedaya solo sugería. No es un reproche, sino al contrario: lo importante aquí no es la fidelidad al original, pues de lo que se trataba es de que Yimou fuera lo más fiel posible a su lectura aberrante.

Y lo mejor que realmente puede decirse de este extraño objeto es que es, en efecto, aberrante, pero también formalmente virtuoso en sus momentos más afortunados. (Jordi Costa)

Recomendada (con reservas).




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