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domingo, 12 de noviembre de 2023

Pilar Miró (1940-1997)


“El cine es el gran amor de mi vida. Los otros amores van y vienen, pero el cine siempre permanece.”

Pilar Miró  (El País: sábado 25 de agosto de 1990)

 

El 19 de octubre de 1997, en su casa de Somosaguas (Madrid), tuvo lugar la cita con la muerte que Pilar Miró llevaba muchos años aplazando. Un infarto puso fin a los 57 años a la vida de esta mujer que había superado dos intervenciones a corazón abierto y que curtió su carácter combatiendo la presencia de la muerte con una obstinada y optimista voluntad de vivir. Eso, en ella, equivalía a crear y actuar. Y lo hizo a fondo: en duras tareas políticas -su paso por las direcciones generales de Cinematografía y Televisión marcó un hito en ambos medios, aunque acabó en linchamiento público-; dirigiendo películas de gran popularidad y mérito, como El crimen de Cuenca o El perro del hortelano, y realizando dramas, óperas y programas televisivos. Los Reyes y sus amigos de la política y el cine la despidieron entre lágrimas.

 

La casa donde vivía Pilar Miró se convirtió, tras su muerte, en un desfile de personajes famosos del cine, la televisión, la política y el teatro. Felipe González fue de los primeros en llegar al chalé de la cineasta, y allí declaró que había perdido, algo más que una amiga". Actores, directores y productores, colegas suyos de todas las edades, desconsolados e incrédulos, destacaron la lucha y la tenacidad de Pilar Miró, una mujer que no se rindió nunca a las dificultades que encontró en su vida privada y profesional. José Sacristán resumió así el sentimiento general: "Ha tenido que lidiar con la jodida muerte durante muchos años, y ha trabajado para este oficio desde lugares tan jodidos como la Administración. Difícilmente se puede superar su aportación".

 

A pesar de sus problemas de salud, que se manifestaron en 1976 cuando tuvo que ser sometida a la implantación de dos válvulas en el corazón -experiencia que plasmaría luego en Gary Cooper que estás en los cielos (1980)- y en 1985, cuando se sometió a una nueva intervención para sustituir esas válvulas, la muerte de Miró cayó como una bomba entres sus amigos. La noche anterior, la cineasta había asistido al estreno de Divinas Palabras en el Teatro Real, y según contaron los que la vieron se encontraba animada y contenta.

 

El mismo día de su fallecimiento, la directora habló largamente por teléfono con su amigo -y habitual director de fotografía- Javier Aguirresarobe, y poco después, su hijo -Gonzalo, de 16 años- escuchó un ruido muy fuerte en el piso superior de la casa, donde la directora tenía su estudio. El muchacho llamó a las 13.00 horas al 061 diciendo que su madre se encontraba inconsciente, que era una enferma cardiaca y que enviaran a su casa con urgencia una ambulancia.

 

A los seis minutos llegó el vehículo y en él la doctora Mercedes Cuadrado, que atendió a Pilar Miró en sus últimos momentos de vida. Le fue realizada una desfribilización -choques eléctricos en el corazón- y masajes cardiacos. Durante cincuenta minutos se intentó reanimarla en vano, y a las 13.59 la doctora certificó su fallecimiento.

 

Atrás quedaba una vida intensa, valiente y polémica, de un poder transformador poco común. Su fama de mujer difícil fue desmentida ayer por todos sus amigos, que la definieron como una persona llena de honestidad, ternura, cariño, coraje y compromiso. Su labor fue admirada por unos y  vilipendiada por otros, pero si destacó por algo fue por su capacidad de enfrentarse a adversidades y enemigos. Su primera y más célebre polémica nació con su filme El crimen de Cuenca (1979), que fue secuestrado y prohibido durante casi dos años y le valió un proceso civil y militar. Cuando se estrenó en 1981 fue la película más taquillera del año.

 


Pilar Miró Romero nació en Madrid el 20 de abril de 1940, en el seno de una familia de militares. Estudió Derecho, luego Periodismo y en 1968 concluyó la especialidad de Guión en la Escuela Oficial de Cinematografía. En 1960 empezó a colaborar en TVE, trabajando como auxiliar de redacción, más tarde como ayudante de realización y posteriormente como realizadora. En 1968 logró su primer premio cinematográfico, en el festival de Montecarlo, por la película Una fecha señalada; y en 1970, fue galardonada con una Antena de Oro por su labor como realizadora de televisión.

 

En 1975 dirigió su primer largometraje, La petición. En 1976 ingresó en el PSOE, partido en el que tuvo responsabilidades en el área de Cultura. En 1982 trabajó como asesora de imagen de Felipe González -a quien le unía una gran amistad- en la campaña que llevaría al PSOE al poder. Fue nombrada directora general de Cinematografía en diciembre de ese mismo año, y desde su cargo, del que dimitió en 1985, impulsó un polémico y eficaz programa de subvenciones anticipadas a las películas españolas y potenció la colaboración entre TVE y el cine español y latinoamericano.

 

En octubre de 1986, Miró sustituyó a José María Calviño en la Dirección general de RTVE. Su nombramiento no fue bien recibido en algunos círculos socialistas. Alfonso Guerra, que había estado presente en la toma de posesión de Calviño, no asistió a la de su sucesora, y la cineasta acusó en reiteradas ocasiones al guerrismo de haber propiciado su caída como directora de RTVE, hecho que tuvo lugar tras una auditoría de la Intervención General del Estado, que denunció una serie de gastos de representación que Miró cargó a las cuentas de RTVE. La directora devolvió a las arcas de RTVE cuatro millones de pesetas y presentó su dimisión, que le fue aceptada en enero de 1989. Los datos de la auditoría dieron lugar a un largo proceso judicial que terminaría absolviéndola en 1992.

 

En noviembre de 1989, la cineasta había renunciado a su militancia socialista; tras abandonar la dirección de RTVE, Miró ya no volvió a la política, aunque participó en ella como opinante o articulista, labor en la que destacó su oposición a la política cinematográfica del PP. Entre sus trabajos televisivos de mayor repercusión están las retransmisiones de las bodas de las infantas Elena y Cristina.

 

De los numerosos galardones recibidos a lo largo de su carrera destacan el Oso de Oro del Festival de Berlín por Beltenebros (1992) y el Goya a la mejor dirección por El perro del hortelano (1997), que logró seis premios más.

 


Miró dedicó muchos esfuerzos a la dirección teatral, y llevó a escena Hijos de un dios menor, de Meddoff; La verdad sospechosa, de Tirso; la versión catalana de Las amistades peligrosas (1993), de Laclos, o Cristales rotos (1995), de Arthur Miller. Su último trabajo fue El anzuelo de Fenisa, de Lope de Vega. Otras de sus pasiones fue la ópera, y en sus últimos años dirigió Carmen, de Bizet, y El cazador furtivo, de Weber, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.

 

Uno de los últimos libros que leyó Pilar Miró fue La dama duende, para ver si encontraba la forma de adaptarla al cine, pero lo que tenía muy avanzado era el proyecto de rodar La señorita Julia, de Strindberg: ya estaba enzarzada con el guión que le había pasado la escritora Ana Diosdado.



1 comentario:

  1. El Crimen de Cuenca es una de las películas que más me marcaron en la vida. Se me hizo realidad la irrealidad en que viven ciertas personas, la capacidad de fabulación de la sociedad y cómo pueden llevar cualquier cosa al grado de certidumbre. Qué nos espera para los cuentos que tienen 2000 años de antigüedad???

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