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jueves, 17 de junio de 2021

Las rubias de Hitchcock



 

Alfred Hitchcock (13 de agosto de 1899 - 29 de abril de 1980) es conocido por ser el mejor director de suspense, y, entre otras cosas, por firmar sus obras con cameos. De esta forma, el público recordaba que estaba viendo una película de Hitchcock porque: «Los actores aparecen y desaparecen, pero el nombre de los directores debería permanecer claramente en la mente del público», decía el director.

 

Hitchock tenía fama de prepotente y misógino. Le encantaba ser adorado, y ser el centro de atención en todas las conversaciones. En cuanto a las mujeres, sentía predilección por las «nórdicas» –como él las llamaba– porque las consideraba misteriosas y frívolas; eran más fáciles de fotografiar en blanco y negro y de resaltar su elegancia y frialdad. Hitchcock tenía muy claro que sus protagonistas serían rubias, y si no se teñirían, como lo tuvieron que hacer Madeleine Carroll, Joan Fontaine o Ingrid Bergman.

 

Y, sobre todo, tenía que sentir que podía moldear a su antojo a su musa: «Debo tener en cuenta si es la clase de chica a la que puedo dar forma como la heroína de mi imaginación. Debe tener verdadera belleza y juventud», expresó Alfred Hitchcock.

 

Todas las declaraciones que se recogen en este artículo están sacadas del libro «Las damas de Hitchcock» del biógrafo norteamericano Donald Spoto (2008).

 

 

Joan Fontaine

El reparto para encarnar a «Rebeca» no fue nada fácil. Vivian Leight no daba a cámara para el papel. Por tanto se lo disputaron entre tres actrices: Margaret Sullavan, Anne Baxter y Joan Fontaine. Esta última, la menos conocida y con menos experiencia, lo consiguió por ser «demasiado tímida y remilgada hasta extremos insoportables»; de esta manera la definieron Alma Reville (asistente de dirección y esposa de Hitchcock) y el guionista Joan Harrison.

 

Fontaine escribió en su autobiografía sobre Hitchcock: «Nos caímos bien, y me di cuenta de que estaba de mi parte. Tenía una extraña manera de comportarse, como bien saben los actores que han trabajado con él. Su lema es “divide y vencerás”. Deseaba total lealtad, pero solo a su persona.»

 

El director quiso que durante el rodaje Fontaine no se confiase, y que siempre mostrase esa inseguridad y timidez que tan bien iban a su papel: «Hitchcock intentaba dividirnos. Quería ejercer un control absoluto sobre mí y parecía disfrutar con el hecho de que los actores de la película no se cayeran bien entre ellos al final del rodaje. Eso ayudó a mi interpretación, ya que se suponía que mi personaje estaba aterrorizada por todo el mundo, y aportó mucha tensión a mis escenas. Aquello le permitía ejercer el mando, y formaba parte de la confusión que buscaba. Para su satisfacción me mantuvo en la cuerda floja; pero no me dio lo que yo más necesitaba, que era confianza.»

 

La actuación de Fontaine no fue muy buena. Hitchcock suprimió los planos de los «grandes momentos» para disimular que Joan no estaba a la altura. Además, tras terminar el rodaje, tuvieron que volver a grabar una docena de frases sueltas de la actriz para que su actuación se puliese en la sala de montaje.

 

Joan Fontaine también fue protagonista, junto a Cary Grant, de «Sospecha» (1941).

 

 

Ingrid Bergman

«Recuerda» es la primera de las tres películas que Ingrid Bergman rodó con Alfred Hitchcock. Además, fue el principio de una amistad que duró hasta la muerte del director.

 

Cuando comenzó el rodaje de «Recuerda», Hitchcock se enamoró perdidamente de Bergman, fantaseaba con conseguirla y con estar con ella. Sin embargo, la actriz lo veía como una figura paterna. Y a pesar de su negativa y no correspondencia, se sintió orgullosa por conservar su amistad.

 

Ingrid Bergman, la protagonista de «Recuerda», no se creía su papel; no veía creíble la historia de amor entre ella (psiquiatra) y Gregory Peck (director de un centro psiquiátrico y enfermo mental). Pero entre David O. Selznick, productor del film, y Hitchcock la convencieron. Uno de los motivos que la impulsaron al papel fueron las imágenes oníricas que Salvador Dalí diseñó para esta película; la actriz se quedó fascinada.

 

En algunos momentos, Bergman se veía incapaz de transmitir lo que Hitchcock le pedía en algunas escenas. Después de la muerte del director, la actriz comentó que: «Se sentaba y me escuchaba con paciencia, y cuando yo ya creía que me lo había ganado, me decía muy dulcemente: “Ingrid, cariño, fíngelo”. Así era como Hitchcock conseguía lo que quería. Y, por lo general tenía razón».

 

Hitchcock modeló la actuación de Bergman con ternura. Sin embargo no ocurrió lo mismo con Gregory Peck que dijo que: «la verdad es que no me ayudó en casi nada y eso que tenía tan poca experiencia que estaba seguro de que necesitaba que me dirigieran mucho (...) Se limitaba a decirme que lo que tenía que hacer era vaciar mi rostro de toda expresión y que entonces me fotografiaría».

 

Bergman también fue protagonista junto con Cary Grant en «Encandenados» (1946), una de las obras maestras de Hitchcock, y «Atormentada» con Joseph Cotten (1949).

 

De las seis nominaciones a los Oscar que consiguió «Recuerda» sólo logró el de la mejor banda sonora, que fue realizada por el húngaro Miklós Rózsa.

 

 

Grace Kelly

Hitchcock declaró sobre “La ventana indiscreta” que: «Se trató de una experiencia muy satisfactoria porque fue el epítome del enfoque subjetivo: un hombre mira, observa y reacciona ante una mujer incluso más que una situación».

 

El personaje que encarna James Stewart es exactamente el alter ego de Alfred Hitchcock, que observa a través del encuadre (la ventana), inventa historias, pone nombres a los personajes, y entre ellos destaca una rubia que es la protagonista de la trama.

 

Hitchcock encontró en Grace Kelly los ingredientes perfectos para moldear a su nueva heroína: frialdad y sensualidad. El director la descubrió por los papeles que hizo en «Solo ante el peligro» (Fred Zinnemann, 1952) y «Mogambo» (John Ford, 1953). Con 23 años, la actriz rodó la primera película con Hitchcock, «La ventana indiscreta». Después protagonizó dos películas más: «Crimen perfecto» (1954) y «Atrapa a un ladrón» (1955). Hitchcock se enamoró perdidamente de Grace Kelly. Un amor platónico, puro e inalcanzable que le hacía recordar a la fantasía vivida con Ingrid Bergman.

 

Hitchcock cuidó y mimó a su nueva musa a su antojo. Incluso, tuvo claro los trajes que luciría Kelly en la película antes de rodarla. Según Edith Head, diseñadora de vestuario, «en el guión definitivo aparecían detalladamente todos los vestidos. Había una razón detrás de cada color y de cada estilo que llevaba Grace, y Hitchcock estaba seguro de cada detalle. En una escena la veía de verde pálido; en otra, de chiflón blanco. La verdad era que estaba realizando su sueño en el estudio. Hitch quería que ella apareciera como una figura de porcelana de Dresde, como ligeramente intocable».

 

Antes de terminar el rodaje de «La ventana indiscreta» ya le pidió a Grace que fuese la protagonista de su próxima película, «Crimen perfecto».

 

 

Vera Miles

Vera Miles fue la protagonista de la película para televisión «Revenge» (1955) y, junto a Henry Fonda, «Falso culpable». Hitchcock expresó a un reportero: «Dirigiendo a Vera me siento igual que con Grace. Tiene estilo, inteligencia y cierta discreta cualidad».

 

De hecho, Hitchcock habló con Miles sobre futuros proyectos, e hizo numerosas pruebas de vestuario porque «Vera Miles es la joven que va a sustituir a Grace Kelly», confesó el director a un periodista de la revista «Cosmopolitan».

 

Sin embargo, Miles no percibió la ternura que el director sentía por ella, y consideraba que no gustaba al director porque durante el rodaje de «Falso culpable» declaró sobre Hitchcock: «Nunca me ha felicitado, tampoco me ha dicho siquiera por qué me ha contratado».

 

Además, Miles no percibió ser una de las damas de Hitchcock porque consideró que ella, por su forma de ser, no se correspondía a las anteriores grandes musas del director: «A lo largo de los años Hitchcock ha tenido un único tipo de mujer en sus películas: Madeleine Carroll, Ingrid Bergman, Grace Kelly. Yo intenté complacerlo, pero no pude porque era demasiado tozuda y él quería alguien a quien pudiera moldear».

 

 

Kim Novak

Vera Miles iba a encarnar a la actriz protagonista de «Vértigo (De entre los muertos)», si no se hubiera quedado embarazada. Hitchcock ya tenía todo listo para que ella volviese a ser la protagonista, pero la noticia sobre el abandono del papel le cayó como un jarro de agua fría.

 

Kim Novak, con veinticuatro años, sustituyó a Vera Miles en esta película, pero el director reconoció que la contrató porque Miles se quedó embarazada. Vera sentenció sobre «Vértigo»: «Hitchcock tuvo la película que quería y yo a mi hijo». Aun así, la actriz conservó su contrato con el director y apareció en algunos episodios para la televisión, y como actriz secundaria en «Psicosis». Pero Hitchcock reconoció que perdió todo el interés en Vera y ya no pudo encontrar el ritmo con ella.

 

El director tuvo problemas con Kim Novak por el vestuario en «Vértigo», ya que la actriz se negó a lucir zapatos negros de tacón y un traje de chaqueta gris, porque prefería que fuese de color púrpura o blanco, pero al final accedió. Novak desconocía lo importante que era para Hitchcock todos estos detalles en la película, que estaban especificados en el guión.

 

Samuel Taylor, que escribió el guión definitivo de «Vértigo», dijo que: «Todos los que vieron a Hitchcock durante la realización de la película comprendieron, lo mismo que yo, que aquella era una historia que sentía en lo más profundo de su ser».

 

Este largometraje define la personalidad del director, y es el mejor ejemplo de la perfección de Alfred Hitchcock, tanto en moldear a una rubia, con su maquillaje, peinado y vestuario, como en la supervisión de las escenas, los ángulos y el montaje final.

 

Taylor recordó que: «Hitch sabía exactamente lo que quería hacer en esa película, exactamente lo que quería decir y cómo debía ser visto y oído. Fue su historia del primer fotograma al último, y cada instante de la película nos descubre cosas de él».

 

«Vértigo» se ha convertido en la «mejor película de la historia», desbancando a la obra maestra de Orson Welles, «Ciudadano Kane» –película que fue número uno durante cincuenta años–, según la última encuesta de la revista «Sight and Sound» del Festival de Cine Británico (BFI).

 

 

Janet Leight

Cuando Janet Leigh rodó «Psicosis» –la película que le dio la fama absoluta en su carrera cinematográfica– tenía 32 años, dos hijos y estaba casada con Tony Curtis. Cuando Hitchcock la conoció en una reunión de preproducción, la advirtió diciéndole: «Mi cámara es el amo absoluto, yo cuento mi historia a través de la lente, y por lo tanto necesito que usted se mueva cuando ella se mueve y que pare cuando ella para. Confío en que sabrá encontrar la motivación adecuada para seguir el movimiento. Estaré encantado de que trabajemos juntos, pero no tengo intención de cambiar un solo movimiento de cámara.»

 

La famosa escena de la ducha ha dado mucho de qué hablar, incluso hasta nuestros días. Janet Leigh siempre dejó claro que Hitchcock nunca le pidió que interpretase esta secuencia desnuda. Sin embargo, Jack Barron, el supervisor del maquillaje, recordó que el director le dijo que estuvo intentando convencerla para que la rodase desnuda. También le propuso rodar desnuda algunos planos para la versión europea de «Psicosis». Pero ella siempre se negó.

 

Hitchcock, por su enfermedad y al verse solo, comenzó a temer a la muerte, y este miedo lo reflejó en tres de sus películas: «Con la muerte en los talones»; «Psicosis» y «Vértigo».

 

 

Tippi Hedren

Alfred Hitchcock no sabía quién iba a ser –ante la multitud de candidatas– la protagonista de su próxima película, «Los pájaros», hasta que vio un anuncio de televisión sobre un líquido adelgazante presentado por una bella rubia. En ese momento, quería saber quién era esa mujer y conocerla. Se trató de Nathalie Hedren, más conocida como Tippi Hedren. Una guapa mujer de 34 años, divorciada, madre de una hija de cuatro años (Melanie Griffith), y sin ninguna experiencia en la interpretación. Hedren firmó un contrato por ocho años, sin saber quién iba a ser su productor. Cuando firmó le dijeron que iba a trabajar para Alfred Hitchcock.

 

El director declaró a una periodista: «Firmé un contrato con ella porque es una belleza clásica. Las películas ya no tienen bellezas así».

 

Tippi tuvo que luchar mucho para bordar el papel de protagonista. Nadie entendía que Hitchcock diese el protagonismo a una actriz principiante. La actriz recordó: «El estudio no me respaldó porque yo no tenía experiencia. La gente de la Universal dijo a Hitchcock: “Pero ¿qué estás haciendo?”, “¿Estás loco?”. Sin embargo, él les contestó que tenía plena confianza en mí y que me dejaría hacer el papel. Desde esa noche sentí una tremenda responsabilidad y una gran presión, y mi vida se centró en hacer todo lo posible por justificar su fe en mí. Todos los días, mientras preparábamos «Los pájaros», si Hitchcock creía que yo no hacía exactamente lo que él quería, se enfurruñaba y parecía ofendido y decepcionado».

 

Hitchcock se empezó a obsesionar por Tippi, volviéndose muy dominante, absorbente y posesivo. Tanto es así que incluso «no permitió a nadie que se acercara físicamente a ella durante la producción. “No toques a la chica después de que haya dicho ¡Corten!”, me dijo más de una vez, lo cual fue muy difícil porque teníamos un montón de escenas juntos», explicó Rod Taylor, protagonista junto con Tippi en «Los pájaros».

 

Su obsesión se volvió enfermiza; hasta el punto de que Hitchcock no permitía que Tippi se fuese a su casa en un taxi compartido con gente del rodaje. «Yo no debía ir en el mismo coche que ella, como si fuera a mancillar a su diosa. Hitchcock la rodeó con un muro e intentó aislarla de los demás para que pasara todo el tiempo con él», expresó Taylor.

 

Tanto era así que el director desaprobaba a la gente que aparecía en la vida de Tippi, prohibió que su hija Melanie fuese al estudio a verla, y cuando salía con sus amigos, la seguían y la espiaban para luego dar parte de lo que hacía a Hitchcock.

 

«Hitchcock estaba obsesionándose conmigo, y yo empecé a sentirme muy incómoda porque no tenía forma de controlarlo. Debía ir con mucho cuidado y ser muy prudente. Intentaba controlarlo todo, desde lo que me ponía, hasta lo que comía y bebía», recordó Tippi.

 

Hitchcock se aprovechó de la situación y abusó de su poder, ya que era una época en la que no existía la posibilidad de poner una denuncia por acoso. A Tippi sólo le quedaba aguantar: «Yo no podía renunciar y romper mi contrato: habría habido una demanda judicial; además, era una simple madre soltera con una hija de la que cuidar. Me habrían puesto en la lista negra y no habría vuelto a encontrar trabajo, de modo que tuve que aguantarme», confesó la actriz.

 

Pero a Tippi aún le quedaba por grabar la escena final. Desde un principio le dijeron que los pájaros que iban a abordarla iban a ser mecánicos, pero cuando fue al estudio a rodar la última secuencia, vio que la habían traicionado, y que el director y el equipo habían tenido siempre otra intención. Tippi se sometió a que la tirasen sobre ella una multitud de aves de todo tipo, gaviotas, palomas, cuervos... que cubrieron de excremento todo el plato, incluso a la actriz.

 

Cuando casi habían terminado de grabar, la situación alcanzó un punto crítico. «Uno de los pájaros que estaba atado a mí, saltó de mi hombro a mi cara y me arañó el párpado inferior», expresó Tippi.

 

La actriz entró en shock clínico. Los médicos pidieron que guardase reposo absoluto durante mínimo dos semanas, pero Hitchcock protestó al doctor: «¡Pero no podemos seguir sin ella!, ¡la necesitamos para las últimas tomas!». El médico le contestó: «¿Está usted loco?, ¿acaso quiere matarla?».

 

Tippi grabó, en otoño de ese mismo año (1963), como actriz protagonista «Marnie la ladrona». Tuvo que aceptar el papel por defecto, después de que Hitchcock no logró convencer a Grace Kelly para regresar a la gran pantalla.

 

 


Alfred Hitchcock sintió el desprecio de la industria cinematográfica estadounidense, ya que estuvo nominado en cinco ocasiones al Oscar al mejor director por «Rebeca», «Naúfragos», «Recuerda», «La ventana indiscreta» y «Psicosis», pero nunca obtuvo la estatuilla. Hasta el final de su carrera cinematográfica no recibió ningún premio como director. En 1968 en la ceremonia de la Academia, recibió el Irving Thalberg, que premia a personajes significativos en el mundo de la producción cinematográfica. Cuando Hitchcock subió a recogerlo, cabizbajo y serio en todo momento, llegó al micrófono y, aunque algunos esperaban un ingenioso e irónico discurso, el director sólo se limitó a decir «gracias».

 

Alfred Hitchcock no recibió ni un Oscar, ni tan siquiera el honorífico. Aunque él mostraba indiferencia por ello, en privado y en lo más íntimo mostró su amargura. A sus pocos amigos se refería al premio como una «eterna dama de honor, jamás novia». Sin embargo, en público mostró su impasibilidad ante el Oscar cuando decía: «¿Para qué quiero otro sujetapuertas?».

 

En 1971 recibió un BAFTA como reconocimiento de la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión a toda su carrera profesional como director; y en 1972, en honor a su trayectoria profesional, recibió el Premio Cecil B. DeMille en la gala de los Globos de Oro en Hollywood.




2 comentarios:

  1. Bonito artículo. De todas me quedo con Tippi Hendren en Marnie la ladrona, Sean Connery le daba una réplica estupenda. En algunas secuencias los decorados chirrian , pero es una de mis películas preferidas. A. Márquez.

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  2. De ias rubias de Hitchcotk yo me quedo con Ingrid Berman,su estilo y su elegncia junto a su capacidad para manifestar sus sentimientos hacen de ella unade mis actrices favoritas
    Estoy de acuerdo con ella en que la historia que cuenta en Recuerda no tiene solidez,pero la forma de contarla es lo que admiro en Hitchcotk y lo convierte en uno de
    mis directores favoritos

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