Pilar Lebeña Manzanal
Cuando Miguel Ríos cantaba allá por 1981: Este es el tiempo del cambio/ el futuro se puede tocar/ Nacen cronistas, brujos y santos/ y alucinan con lo que vendrá… para continuar con el inolvidable estribillo de: Año dos mil/ llega el año dos mil/ y el milenio traerá/un mundo feliz/un lugar de terror… adornada la canción con palabros como microordenador, Mister Chip o ciencia ficción, ese dos mil se antojaba una fecha lejana y utópica que sin embargo metió el turbo, desmelenó el presente, y de un suspiro se plantó en un incrédulo 2024 sin tiempo para pensar nostalgias, tan empecinado está el aquí y ahora en querer ser siempre futuro.
Y entre tanto correr y correr, la rutina se ha vestido de realidades y terminologías nuevas que han dejado sin aliento no solo a aquel año dos mil, sino a los más de veinte que se han esfumado después. Que le pregunten sin ir más lejos a la industria del cine que asiste entre expectante, encantada y temerosa a estos tsunamis de cambio que la inteligencia artificial está provocando.
Y sin querer queriendo se atropellan las preguntas. ¿Es la IA un arma peligrosa para el cine o simplemente una herramienta más como tantas otras que ayuda a mejorar todo el proceso de producción cinematográfica desde la preproducción hasta la postproducción? Pixar y su película Elemental es un buen ejemplo de ello.
La última huelga desencadenada por el sindicato de guionistas de Hollywood dejó clara su postura de que la IA no pueda originar guiones ni novelas que posteriormente puedan ser adaptadas al cine. ¿Ahorro de tiempo y dinero? ¿Terminará la IA prescindiendo de ellos o se les explotará aún más? ¿Mandará la IA mano de obra hasta ahora imprescindible a las indeseadas y humillantes colas del paro? ¿Llegará el final de profesiones en un futuro? ¿Terminarán los hasta ahora actores y actrices de carne y hueso suplantados por la IA? ¿Conseguirá la IA ser más original, más creativa que la mente humana? ¿Y las bandas sonoras? ¿Y qué sucederá con el mundo de la animación? ¿Y los efectos especiales? Preguntas que se atropellan en busca de respuestas tranquilizadoras que por el momento no llegan.
El director Cristopher Nolan, oscarizado con su última película Oppenheimer, ha declarado: “Si apoyamos la idea de que es todopoderosa, respaldamos también la idea de que puede liberar a las personas de la responsabilidad de sus actos, ya sea militar o socioeconómicamente”.
Por su parte, el director James Cameron opina que si la IA gana un Óscar al mejor guión debemos tomarlo en serio. “No creo que una mente incorpórea solo regurgite lo que otras mentes encarnadas han dicho sobre la vida o el amor”, concluye.
Unos meses atrás, el productor creativo Nicholas Neubert publicó un tráiler de casi cincuenta segundos sin necesidad de actores ni guionistas. Con la IA le bastó. Búsquenlo si sienten curiosidad. Génesis es su título.
Una IA que aterrizó hace ya unos años revolucionando el mundo de la tecnología. ChatGPT como creador de texto. Sora, el nuevo sistema de IA inventado por OpenAI, como generador de videos a partir de texto que promete ser la próxima gran revolución. Ya saben. Ese vídeo que corre por las redes de una estilosa mujer caminando por una calle cualquiera de un Tokio iluminado con luces de neón, el pavimento con reflejos efecto espejo tras la lluvia, responde a un prompt en el que se le ha pedido justamente eso. Dicho y hecho. Recreó el entorno, la ambientación, vestimenta y maquillaje. Y de propina, Sora, como se le dijo Tokio, le añadió de cosecha propia los ojos rasgados. A la mujer, no a la calle, que la IA es eficiencia en estado puro.
Todo
esto nos lleva de corrido a otra pregunta inevitable, ¿ha dejado la
IA
de ser una discreta espectadora en el mundo de la industria
cinematográfica y ha introducido ya sus tentáculos
irremisiblemente?
Marilyn. Marilyn. Marilyn. Siempre Marilyn. Mito erótico, Marilyn. Fuente inagotable de dinero, Marilyn. Eterna Marilyn. La empresa estadounidense Soul Machine ha presentado Digital Marilyn como su última celebridad, donde el usuario de turno podrá mantener una charlita inolvidable en tiempo real con su ídolo… digital. IA post mortem de toda la vida de dios. No vayamos a perder la cabeza que a este ritmo nos quedan dos telediarios y un informe semanal. En Soul Machine están dichosos de haber dado vida a Marilyn en la era de la IA, “además de haberla convertido de nuevo en una pionera. Y hasta puede expresar emociones”, afirman.
El mismísimo Greg Cross, director ejecutivo de la empresa, comenta que cada vez que interactúa con Marilyn es una sensación especial pues siente que tiene una buena relación con la actriz. El avatar por su parte ha declarado lo siguiente: “Mi película favorita es Con faldas y a lo loco. Es un papel exigente pero también gratificante, y mi personaje es sexy a la vez que vulnerable”. No me digan que Digital Marilyn no es para comérsela.
Respecto de la ética. De la moralidad. ¿Qué piensan? ¿Entrañable Digital Marilyn? ¿Necesario? ¿Obsceno?
Cuando un desconocido Hugh Hefner edita su primer número de la revista Playboy en diciembre de 1953 ni conocía a Marilyn ni la conocería nunca ni estaba seguro de que fuera a haber una segunda edición. Su única certeza era que quería ser el dueño de una revista novedosa que sacara los desnudos de los suburbios de las revistas semiclandestinas y marginales existentes hasta entonces y tratar la sexualidad desde una óptica distinta, acompañando sus páginas de artículos serios donde imperase la libertad de expresión.
La Fox había estrenado Niagara apenas unos meses antes, convirtiéndose en un éxito de taquilla incontestable y elevando al estrellato a una actriz hasta entonces secundaria de la que los directivos pensaban que carecía de madera de estrella, Marilyn Monroe. Y Hefner se pone a la búsqueda de fotos publicadas de la actriz. Para la portada de ese primer número elige una de estudio donde se la ve enfundada en un vestido negro, de cuello blanco con un pronunciado escote, saludando risueña. Junto a la foto, un destacado que dice: “Por primera vez en una revista a todo color la famosa Marilyn Monroe desnuda”. Vendió 53.991 ejemplares en apenas unos días y sobre esa primera edición construyó un imperio.
Al fotógrafo Tom Kelly, que las había hecho en 1949 por encargo de una empresa para su calendario, se las compró por 500 dólares. Marilyn había cobrado 50 dólares, tenía veintitrés años, dos vestidos, y malvivía sola de alquiler en una pequeña habitación de la periferia de Hollywood a donde se había trasladado desde su ciudad natal, Los Ángeles. Posaba vestida y en bañador para anuncios y folletos fotográficos por los que cobraba una miseria, frecuentemente comía solo una vez al día a la par que se presentaba a todos los castings posibles para cumplir su sueño de ser actriz. Quién iba a ver nunca aquel calendario en el que ella aparecía desnuda más allá de los trabajadores de la empresa que lo encargó si era una absoluta desconocida, pensó. Temió que aquello iba a hundir su recién estrenada fama. Su honestidad ante la prensa sin embargo la disparó aún más.
Nunca recibió un dólar. Jamás Hefner la contactó para pedirle disculpas, darle las gracias o ambas cosas. Para verse, Marilyn tuvo que comprar la revista como todo el mundo.
En 1992, el ya multimillonario Hugh Hefner compra por 75000 dólares el nicho situado a la izquierda de la legendaria actriz. “Pasar la eternidad al lado de Marilyn Monroe es algo demasiado tentador como para dejarlo pasar”, afirmó. Lleva seis años disfrutando de esa tentación. Sin pedir disculpas ni permiso.
Richard Poncher, exitoso empresario norteamericano, se le adelantó y compró años antes el nicho situado encima. “Si no me pones boca abajo para estar cara a cara con ella, mi fantasma te perseguirá toda la vida”, le dejó escrito en tono amoroso a su querida esposa quien debía de querer más al dinero que a su marido pues después de dejarle unos años disfrutando de Marilyn en la paz eterna, sacó sus restos, aireó el nicho y lo subastó en eBay por un pastizal.
“La virtud de una chica en Hollywood es mucho menos importante que su peinado. Te pueden pagar 1000 dólares por un beso, pero sólo 50 centavos por tu alma. Lo sé porque rechacé la primera oferta bastante a menudo y cobré siempre los 50 centavos”, declaró Marilyn. Olvidó incluir los lobos que acechaban fuera de las murallas hollywoodienses.
Marilyn Monroe vivió poco más de diez años. Norma Jeane Mortenson treinta y seis, de los cuales los primeros quince los sorteó entre el orfanato y más de nueve hogares de acogida que jamás fueron tales, sino lugares faltos de cariño y atención sobrados de órdenes y abusos que el orfanato buscaba entre familias humildes a las que pagaba cinco dólares semanales para aligerar una institución copada de niños y a donde la devolvían como un mueble inservible cuando ya no les convenía. En medio, un padre huido antes de que ella naciera y una madre que quería e intentaba tenerla con ella, pero sus problemas mentales y económicos se lo pusieron muy difícil. Con quince años y para evitar volver al orfanato decide casarse sin estar enamorada con un vecino de veintiuno del que se separará cuatro años más tarde. Tenía diecinueve años y sin más equipaje que ella misma marchó a Hollywood.
No era rubia. Ni tonta. Buscó siempre enriquecerse como persona y como actriz. Ya famosa se matriculó en las clases nocturnas de la UCLA para estudiar Arte. Cuando Hollywood se negó a que ella pudiera elegir los guiones rompió contrato y creó su propia productora, Marilyn Monroe Productions. Únicamente Mary Pickford había osado hacerlo antes que ella. Se trasladó a Nueva York para profundizar el método con Lee Strasberg en el Actor´s Studio. Contrató clases de escritura para pulir los poemas que escribía. Dejó una biblioteca de más de cuatrocientos libros que calmara su constante certeza de incultura. Cuando se enteró de que Frank Sinatra iba a ganar semanalmente tres veces más que ella se negó a presentarse en el set. “Fue una mujer adelantada a su tiempo, pero ella no lo sabía”, declararía años después Ella Fitzgerald a quien la actriz consiguió que contrataran en los racistas años cincuenta donde colgaban carteles en los que se leía “Only white people”. Marilyn estuvo la primera semana sentada en primera fila cada noche como prometió a los empresarios del Mocambo. Y tocar o cantar en el Mocambo suponía tocar la cima.
Marilyn solo quería ser actriz. Una buena actriz. No una rareza erótica vendida al público como un afrodisíaco made in Hollywood.
Sola
Estoy sola
Siempre he estado sola
Pero hoy
ni siquiera me tengo a mi misma
para hacerme compañía.
Vida,
soy de tu cara y tu cruz
Casi siempre boca abajo,
pero fuerte como una telaraña al viento.
Dos de los poemas que la actriz y cantante dejó escritos.
Marilyn Monroe nunca consiguió que Norma Jeane Mortensen se desprendiera del inconmensurable dolor que provocan el abandono y la soledad porque ella misma fue incapaz de restañar heridas tan profundas. Será que son verdad las palabras de Dostoievski cuando escribe: “Quien acumula muchos recuerdos felices en la infancia está salvado para siempre”.
No fue su caso.
¿Con qué Digital Marilyn Monroe querrán interactuar los usuarios de IA? ¿A qué Marilyn querrán manosear virtualmente? Hagan sus apuestas.