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lunes, 27 de febrero de 2023

Series de TV: Patria (2020)

 

Título original: Patria. Temporada: 1. Episodios: 8. Año: 2020. País: España. Género: Drama. Estreno: 27 Septiembre 2020 (HBO).

Creación: Aitor Gabilondo. Dirección: Félix Viscarret, Óscar Pedraza. Guión: Aitor Gabilondo (basado en la novela de Fernando Aramburu). Fotografía: Álvaro Gutiérrez, Diego Dussuel. Música: Fernando Velázquez. Producción: HBO España, Alea Media. Distribuidora: HBO España.

 

Reparto: Elena Irureta (Bittori), Ane Gabaraín (Miren Uzkudun), Loreto Mauleón (Arantxa Garmendia), Susana Abaitua (Nerea Lertxundi), Mikel Laskurain (Joxian Garmendia), José Ramón Soroiz (Jesús María “Txato”), Jon Olivares (Jose Mari Garmendia), Eneko Sagardoy (Gorka), Iñigo Aranbarri (Xabier Lertxundi), Javier Beltrán, Alvar Gordejuela, Nagore Aranburu, Manuel Morón, Alba Brunet, Jesús Gallo, Begoña Maestre, Bruno Martín, María Isabel Díaz, Marcel Borrás, Lander Otaola, Fernando Guallar, Mario Mayo, Patxi Santamaria, Johanna Wallmeier, Adolfo Fernández, Txema Blasco, Carlos Serrano, Mikele Urroz, Belén Cruz, Chechu Salgado, Simón Ramos, Naiara Carmona, Loli Astoreka, Iñigo de la Iglesia, Leire Zuazua.

 

Sinopsis:

Basada en la novela de Fernando Aramburu, que abarca 30 años del conflicto vasco y estudia el impacto del mismo sobre la gente común, como la viuda de un hombre asesinado a tiros por la banda terrorista ETA, que vuelve a su pueblo natal tras el alto el fuego de 2011, o la madre de un etarra encarcelado.

 

Comentarios:

Nunca tuve demasiada paciencia, ni obligación cultural, ni esfuerzo, ni espíritu de sacrificio para encontrar el paraíso al final del túnel ante los libros que me aburrían, me resultaban incomprensibles y herméticos, no me arañaban ninguna fibra emocional. Y algunos de ellos habían recibido todo tipo de bendiciones académicas y certificado de arte mayor. Me ocurría lo mismo con el cine. O con determinados seres humanos. Suponían una pérdida de tiempo, cuando aún creías que este servía para otorgarte cosas gozosas. Pero era maravilloso cuando no podías ni querías dejar de leer una novela, disfrutar con cada una de sus páginas, sentirte transportado a un universo magnético, temer la llegada del final. Son libros a los que sigo retornando, sin que aparezca jamás la decepción, que me siguen provocando las inolvidables sensaciones de la primera vez que los visité.

Me ocurrió hace unos años con el descubrimiento temprano de la novela de Fernando Aramburu Patria. Lo hice antes de que aparecieran críticas, reseñas y análisis que la avalaran. La devoré de un tirón (solo interrumpido por la necesidad de dormir), fascinado por los personajes, las situaciones y la atmósfera, intrigado por su desarrollo con temblor hacia la sanguinaria sordidez de lo que narraba, admirando su compleja descripción de todos y de todo, contagiado por su tristeza y su desolación, expectante ante su imprevisible desenlace. Al parecer, esas sensaciones fueron compartidas por infinitos lectores. Es lo que ocurre algunas veces con algo que recibe la definición de clasicismo.

Y, por supuesto, tuve dudas cuando me enteré de que iban a realizar una serie de televisión adaptando un libro tan poderoso. A su favor jugaba el hecho de que la iba a producir la marca HBO, creadora de las mejores series que se han hecho en el siglo XXI, capaz de lograr auténtico arte en un formato que casi siempre había optado por lo convencional, la mediocridad, lo previsible. Inevitablemente, ese sello podía implicar garantía de cierta calidad, la apuesta de los más dotados por una novela imprescindible que había supuesto un fructífero terremoto en las librerías de este país.

El encargado de tarea tan arriesgada, el guionista y creador de la serie, ha sido Aitor Gabilondo, alguien que había dado con la fórmula del éxito comercial en varias producciones exhibidas por Telecinco. Series como El Príncipe y Vivir sin permiso, productos hábiles, a la medida de las apetencias del consumidor y que personalmente me provocaron más frío que calor, tan triunfantes como olvidables. Y después de tanto anhelo por constatar cómo se habían portado las imágenes cinematográficas con las palabras escritas de Aramburu, me citan en una sala para ver Patria. Se compone de ocho capítulos. La veo en dos sesiones. Podría haberlo hecho en una sola. Sin que apareciera ni un momento de fatiga. Han logrado un resultado magnífico, una adaptación tan creíble como apasionante de ese relato denso, terrorífico, lleno de sombras y de algunas luces, de seres humanos en circunstancias permanentemente violentas y trágicas, de gente quebrada y ya para siempre a la deriva por el zarpazo de un monstruo llamado ETA que duró cinco décadas. Todo es verosímil en ella. El ambiente, el lenguaje, lo que se muestra y lo que se sugiere, la acción y la reflexión, la ausencia de maniqueísmo, la descripción de una pesadilla que parecía inacabable, los afectos traicionados, el silencio cómplice o temeroso del entorno hacia las víctimas, el fanatismo y sus brutales consecuencias, la ejecución física y moral que ejercen los asesinos y las torturas que les aplica el Estado al detenerlos, la amenaza, el odio y el consecuente pavor como protagonistas de una sociedad alarmantemente enferma.

Félix Viscarret dirige los cuatro primeros episodios y Óscar Pedraza los restantes. Con mucho mérito. Y detrás de todo ello hay un trabajo inteligente, cuidadoso y homérico del inventor, Aitor Gabilondo.

No veo el nombre de Fernando Aramburu en los guiones, pero quiero imaginar que reconocería como suyo el mundo que retratan las imágenes. La elección de todos los elementos que componen Patria ha sido tan meditada como audaz. Y aciertan. La credibilidad que aportan los excelentes y para mí desconocidos intérpretes, casi todos ellos vascos, es absoluta. Igualmente la trama, los diálogos, los escenarios interiores y exteriores, el ritmo, la excepcional fotografía, el clima, el lenguaje externo e interno.

No hay nada que deje de interesarme en Patria. Me provoca muchos y agradables sentimientos. Es la serie que más me ha gustado (y no me olvido de la primera y brillante temporada de La peste) de todas las que se han realizado en este país. HBO ha estado a la altura de su prestigio. Desconozco cómo funcionará Patria en las audiencias. Pero su calidad es transparente, ahí está. Aitor Gabilondo y su equipo pueden dormir tranquilos. (Carlos Boyero)

Recomendada.




domingo, 26 de febrero de 2023

Rabiye Kurnaz contra George W. Bush (Andreas Dresen, 2022)

 

Título original: Rabiye Kurnaz gegen George W. Bush. Dirección: Andreas Dresen. País: Alemania. Año: 2022. Duración: 125 min. Género: Drama.

Guión: Laila Stieler. Música: Johannes Repka, Cenk Erdogan. Fotografía: Andreas Höfer. Montaje: Jöng Hauschild. Sonido: Peter Schmidt. Producción: Claudia Steffen, Christoph Friedel.

Premio al Mejor Guión y Mejor Interpretación Principal (Meltem Kaptan) en el Festival de Cine de Berlín 2022.

Fecha del estreno: 3 Febrero 2023 (España).

 

Reparto: Meltem Kaptan, Alexander Scheer, Charly Hübner, Nazmî Kirik, Abak Safaei-Rad, Alexander Hörbe, Sevda Polat, Abdullah Emre Öztürk, Cornell Adams.

 

Sinopsis:

Rabiye Kurnaz es una mujer aparentemente corriente, excepto porque es un terremoto. Cuidando de sus hijos y mucho más, es la que lleva la batuta en su casa de Bremen. Poco después de los ataques del 11-S, en 2001, su hijo Murat es acusado de terrorismo y es uno de los primeros enviados a la cárcel de Guantánamo. Esto marca el inicio de un viaje hacia el corazón de la política mundial para esta decidida mujer alemana-turca. Acompañada del abogado de derechos humanos Bernhard Docke, luchará por la liberación de su hijo.

 

Comentarios: 

El lugar donde instala su mirada el director alemán Andreas Dresen es lo que le da una consistencia especial a esta historia, basada en hechos reales y que contiene un gigantesco drama en su interior, pero es el punto de vista del director el que permite reconstruirla con un tono cercano a la comedia. El punto de vista del director y la personalidad de su actriz principal, Meltem Kaptan.

Un joven turco que vive en Bremen entra en la lista de sospechosos, justo después de los atentados terroristas del 11-S, y es capturado y llevado a la cárcel de Guantánamo, donde pierde sus derechos civiles y permanece sin posible contacto con su familia o posibilidades de defensa legal. También pierde contacto con la película, pues Andreas Dresen concentra su punto de vista en la madre de ese joven y el viaje kafkiano que emprende, junto a un abogado entusiasta, por el laberinto funcionarial, diplomático y legal para devolverlo a casa, o que al menos sea acusado y juzgado por algo.

Ni es nuevo en el cine ‘el asunto Guantánamo’ y mucho menos ‘el asunto madre coraje’, pero el director encuentra novedad en esa mujer pasada de kilos y de vehemencia, que endulza su drama con el mismo arte que su pastel de manzana y que va de aquí para allá como la ganadora de un concurso de Master chef; y desde luego, el hallazgo de esa actriz, Meltem Kaptan, merece la compañía y disfrute de ese viaje. El trabajo de Dresen es muy permeable al frescor y naturalismo de esa familia turcoalemana, y también al ambiente social y político que se maneja en el bufete de abogados, con lo que construye una película simpática y entrañable sobre un turbio estercolero. (Oti Rodríguez Marchante)

Recomendada.



viernes, 24 de febrero de 2023

Agustí Villaronga (1953-2023)

 

Agustí Villaronga nació el 4 de marzo de 1953, en Palma. Tras licenciarse en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Barcelona, Villaronga entró en el Institut del Teatre, la escuela oficial de artes escénicas de Barcelona, donde cursó escenografía, un arte que mantuvo presente en todo su cine (no hay más que recuperar su último filme estrenado, El vientre del mar). Como actor incluso participó en una gira de la compañía de Núria Espert con Yerma. De ahí pasó al cine, en papeles en El fin de la inocencia (1977), El último guateque (1978) o Perros callejeros II (1979). Sin embargo, fue el productor Pepón Corominas quien le cambió el paso y lo recondujo al vestuario, labor en la que trabajó en La plaza del diamante (1982). De paso, ya estaba dirigiendo cortos como Anta mujer (1975), Al Mayurka (1976) y Laberinto (1980).

 

Villaronga se estrenó como director de largometrajes con Tras el cristal (1986), protagonizada por Marisa Paredes y Günter Meisner, un drama marcado por el terror psicológico que palpitaba en el guion, que se centraba en el final de un viejo nazi que había abusado de decenas de niños en sus años de poder, y que se proyectó en el festival de Berlín. Capaz de mutar de registro, en 1989 participó con El niño de la luna en Cannes (Goya a guion original y candidatura a dirección), un salto al género fantástico con Maribel Martín —que la producía— y Lucía Bosé. La acogida tibia que recibió le llevó a trabajar en una pastelería, como recordaba hace poco más de un año: “Ya ni sabría cómo hacer pasteles... Estuve siete años fuera de circulación, y dudé, dudé mucho sobre si dirigiría de nuevo”.

 

El cineasta luchó durante un tiempo por adaptar la novela de Mercè Rodoreda La mort de primavera; al no lograr productor, acepta un encargo: llevar al cine otro libro, este de Georges Simenon, El pasajero clandestino, que además supuso el inicio de su relación profesional y de amistad con la productora Isona Passola. Después llegarían 99.9, en 1997, Mélies de Plata a la mejor película fantástica europea en el festival de Sitges; El mar (2000), un drama sobre la homosexualidad premio Manfred Salzberger al cine independiente y de nueva creación en el festival de Berlín; y el falso documental Aro Tolbukhin (en la mente del asesino) (2002), un filme que sorprendió en el certamen de San Sebastián y que ha ido ganando adeptos con el tiempo.

 


Sin embargo, la popularidad y el reconocimiento generalizado, tras décadas de aprecio crítico, no le llegaron hasta Pa negre. Fue la primera película que ganó el Goya a mejor filme en un idioma oficial que no fuera el español —curiosamente, este galardón sí lo habían obtenido antes títulos rodados en inglés— y el drama que cambió las reglas de la Academia de Cine, que desde el triunfo de los dos actores infantiles de Pa negre prohibió que compitieran en los apartados a mejor interpretación revelación menores de 16 años. Basada en dos novelas de Emili Teixidor, la película cuenta el clima claustrofóbico que vive un pequeño pueblo de Cataluña en la posguerra a causa de unos misteriosos asesinatos. Andreu, el niño protagonista, descubre, en su búsqueda de la verdad, cómo los fantasmas del pasado marcan el devenir de los adultos con los que se cruza.

 

Fotograma de "Pa Negre"

A aquella Guerra Civil supurante de amargura volvió en Incierta gloria (2017), que adapta la novela de Joan Sales sobre el frente de Aragón. Antes había dirigido para TVE la miniserie Carta a Eva (2013), sobre la gira de Eva Perón por Europa; y El rey de La Habana (2015), plasmación de la irreverente novela de Pedro Juan Gutiérrez, en la que Villaronga no logró concretar el desencanto y la sordidez de ciertos ambientes en la capital cubana. En teatro debutó en la dirección en 2014 con El testamento de María, de Colm Tóibín, con Blanca Portillo como protagonista. Y siempre estuvo abierto a nuevos formatos y apuestas, como El testament de la Rosa (2016), la película que mostraba a la actriz Rosa Novell ciega y poco antes de morir de cáncer ensayando ante la cámara el que debía ser su último trabajo escénico y que nunca llegó a realizarse; o a sumarse a la Caravana negra, una iniciativa ideada por el escritor Gabi Martínez, en la que ocho creadores en 2018 pastorearon durante tres días unas 800 ovejas por 60 kilómetros de pastos de La Serena y La Siberia extremeñas. Otra curiosidad: su aparición como un frío mafioso en la película rumana La Gomera (2019), de Corneliu Porumboiu, que le devolvió al festival de Cannes, esta vez como intérprete.

 


En 2019 se estrenó Nacido rey, el biopic de Faisal, el gran monarca de Arabia Saudí, que produjo Andrés Vicente Gómez. “Quiero mucho el cine, no me puedo sentir mercenario. Nacido rey tenía alicientes añadidos además del económico, como rodar en países árabes. No me he involucrado en algunos otros encargos porque no me he visto en ello, la verdad”, aseguraba.

 

Con El vientre del mar (2021) salió reforzado creativamente del confinamiento. Y premiado: se llevó seis Biznagas del festival de Málaga. Adaptación en blanco y negro de un capítulo de Océano mar, de Alessandro Baricco, con la que dibujaba un paralelismo entre la historia del naufragio en 1816 de la fragata La medusa, y los 13 días que vagaron por el mar los 151 supervivientes iniciales en una balsa, de los que solo quedaron 15 cuando fueron rescatados, y las travesías actuales de pateras en el Mediterráneo. “Llevo casi dos décadas con esta historia, y primero la intenté estrenar como obra de teatro con dos personajes” contaba en su estreno. “Durante el confinamiento pensé que ahí había una película. La rodé en Mallorca al acabar la cuarentena, con un presupuesto exiguo, y con una libertad creativa total, gracias a un equipo muy unido”.

 

De su obra, Villaronga tenía una sabia reflexión que hoy suena premonitoria, a definición de su síntesis entre lo humano y lo artístico: “Mirando para atrás, reconozco que me atrae cómo las situaciones difíciles marcan la infancia de la gente, cómo el destino deja a muchas personas tiradas en la cuneta. Nunca he sido capaz de hacer películas amables, tiendo al cariz trágico”.

 


La Acadèmia del Cinema Català anunció su fallecimiento el día 22 de enero de 2023: “Su talento, su sensibilidad, su enorme capacidad de amar todo lo que tocaba y sus películas, quedarán para siempre”. Además de sus tres premios Goya (dos como guionista por El niño de la luna y Pa negre, y un tercero por la dirección de esta última), Villaronga fue Premio Nacional de Cinematografía en 2011; Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (que recogió el 1 de diciembre de 2022); dos premios Ariel del cine mexicano, otros dos galardones de los Gaudí del cine catalán y cuatro trofeos Sant Jordi. “Supongo que soy un cineasta de culto”, bromeaba en 2011, tras recibir la llamada del Ministerio de Cultura anunciándole el premio nacional. Y apuntaba entonces: “Para mí es algo estupendo porque uno hace cine para comunicar y ver que eso que has hecho llega al público me produce una gran alegría”.

 

Ese eclecticismo y esas ganas de llegar al público explican varias de sus pasiones. Primero, porque por muy complejas que fueran las dinámicas emocionales que soterradamente movían a sus personajes, y por muy arriesgada que fuera su plasmación en pantalla, Villaronga nunca olvidó que su aspiración era que le viera cuanta más gente, mejor. Y segundo, su amor por Fernando Esteso, con el que contó en Incierta gloria como panadero, y en Loli Tormenta, la película que Villaronga ha dejado filmada: protagonizada por Susi Sánchez, cuenta la historia de una mujer que vive con sus nietos, de los que se hizo cargo cuando murió su hija, en una modesta casa del extrarradio de Barcelona. Cuando el alzhéimer avanza en Lola, los nietos empiezan a elaborar artimañas para que no les separen. Loli Tormenta se estrenará este 2023.




martes, 21 de febrero de 2023

Historias de película reales como la vida misma.

 Un artículo de PILAR LEBEÑA MANZANAL 


Tan de moda para unos. Tan fuera de lugar para otros. Tan desmedido para otros. Tan oportunista para unos. Tan necesario para todos los demás. Extenderse aquí en explicar en qué consiste el movimiento Me Too, innecesario, tanto se lleva escribiendo, hablando y debatiendo desde 2017. Tal vez sí recordar que no nace hace cinco años tras la denuncia por acoso machista y abusos contra el todopoderoso, laureado e intocable productor de Hollywood Harvey Weinstein desde las páginas del New York Times primero, la  denuncia  de la actriz Alysa Milano después, y la de otras muchas a continuación, sino en 1996 cuando la activista Tarana Burke escuchó en el campamento infantil para niñas donde trabajaba ese verano el testimonio de abuso por parte de un familiar a una de ellas al que no pudo hacerle frente. Ahí prendió la chispa del movimiento Me Too, centrado en mujeres jóvenes víctimas de abuso, agresión o explotación sexual.

 

Tal dimensión ha conseguido que parte del ocio nocturno ha implantado ya el protocolo contra ataques machistas. Y si no que le pregunten a Dani Alves. Tras la denuncia por acoso sexual en la fiesta posterior a los Premios Feroz 2023, la Academia de Cine diseña a su vez un protocolo específico contra cualquier tipo de agresión y/o acoso sexual durante la gala de los Premios Goya y fiesta posterior celebrada el pasado 11 de Febrero.

 

¿Y si en lugar de Me Too el movimiento se hubiera llamado Por Qué? Perdón, Why, por aquello de seguir con el inglés que siempre da más caché. O Por Qué Por Qué, es decir, Why Why, sin coma en medio ni signos de interrogación, que por qué y por qué por qué, sin coma en medio ni signos de interrogación es muy propio de ese mundo infantil maravilloso en busca constante de respuestas que no pocas veces se topan con un desganado porque sí. O porque no. O porque lo digo yo.

 

Niños. Niños del cine. Niños prodigio. Esa fórmula importada de Estados Unidos y su industria cultural antes que la coca cola, las hamburguesas, Halloween o el Black Friday.  Eso sí, con veinticinco años de retraso que para cuando aterrizó por estos lares, Shirley Temple, Judy Garland o Micky Rooney eran ya ex de estados varios, incluido el de ex niños/as prodigio.

 

Nuestro primer niño prodigio fue Alfredo Hurtado, “Pitusín” quien, con apenas siete años, protagonizó Los Granujas, en 1924.

 

Muchos años después vendrían Joselito, Pili y Mili, Marisol, Rocío Dúrcal, Conchita Goyanes, Pedro Mari Sánchez, Ana Belén. ¡Qué buenos ratos nos hicieron pasar! ¡Qué felices parecían que incluso cuando estaban tristes se antojaban felices! ¡Cómo actuaban! ¡Qué voces! ¡Qué suerte la suya!  ¡Quién fuera ellos!

 

¿Convirtieron su sueño, si es que lo tenían, en realidad o fue el sueño de otros? ¿A qué precio?  ¿Fueron la gallina de oro para ellos o para los dueños del gallinero?

 

Niños. Inocentes. Cándidos. Confiados.



 

Marisol tiene treinta y un años cuando le hace las siguientes declaraciones al periodista José Luis Morales: “A los ocho niños que formábamos el grupo Los Joselitos del cante nos contrató un empresario para que hiciéramos una gira por todo el país. Yo tenía ocho añitos y dormía en la misma cama que la querida del empresario, una tal Encarna, que me daba unas palizas de muerte, pero con saña y mala sangre. Me tenía ojeriza. En Lérida me dio una paliza que me dejó el cuerpo como el de un nazareno. El empresario me invitó a comer en Gerona y me dijo que me levantara el vestido. Cuando me vio, pidió llamar a mi padre y me mandó para Málaga. Cómo tenía que estar yo que cuando llegamos al corralón donde vivíamos, mi abuela al verme se desmayó en la hamaca. Y otra cosa quiero decirte, cuando yo dormía con aquella tía, el empresario se acostaba con ella y hacían de todo, así que cuando llegué a Madrid estaba ya más rascada que la estera de un baño”.

 

Poco después, la niña Pepa Flores abandonará para siempre ese corralón de Málaga donde vivía con su familia y cincuenta y seis más con derecho a letrina. Manuel Goyanes la ha visto en televisión, ha llegado a un acuerdo con sus padres y se la lleva a Madrid.

 

Le cambia el nombre, le tiñe el pelo de rubia y le opera la nariz. Vive con la familia Goyanes mientras a su madre cuando la visita la mandan a una pensión de mala muerte. Cuando crezca un poco le vendarán los pechos y le pondrán peso sobre la cabeza para que no siga creciendo. Se le impide salir de la casa, relacionarse con gente.

 

En las fiestas que tenían, como yo era la distracción, me levantaban de la cama a las doce o la una de la madrugada para que les cantara. Me pusieron profesores de cante, baile y ballet. Me estaban preparando para todo lo que me harían pasar después. Desde los ocho años tuve la responsabilidad de una persona mayor. Salí de casa para resolverle la papeleta a mi familia, pero yo nunca he sido artista”.

 

Con doce años rueda Un rayo de luz. En 1960 recibe el premio a la mejor actriz infantil en la Mostra de Venecia. Actúa en diez películas. Horas interminables de rodaje, firmas de autógrafos, sesiones de fotos, entrevistas… Cromos sobre ella. Muñecas con su cara. Su voz, su rostro y su sonrisa angelicales cruzan fronteras. Participa en Nueva York en el show de Ed Sullivan. Hace giras por Japón, África, Latinoamérica. Una fuente inagotable de ganar dinero. Para otros.



 

En uno de esos días que estaba yo en el estudio durante una sesión de fotos, el fotógrafo, amigo de la familia Goyanes, se puso a desnudarme, a meterme mano y a preguntarme si ya me había hecho mujer. Yo estaba asombradita. Le tenía miedo a todo en aquella casa, ten en cuenta que yo no podía ni rechistar. Te amenazaba para que no dijéramos nada. Un día, tiempo después, descubrimos en la cocina muchas fotos de niñas desnudas con vendas en los ojos. Se lo dijimos a Goyanes y se quedó como si nada. Aquella noche cuando bajamos a cenar, el fotógrafo estaba sentado a la mesa tan risueño como si no pasara nada”.

 

Pepa Flores habla en plural sin dar más nombres que el suyo.

 

Yo era intocable, ¿entiendes? Yo estaba como secuestrada. Cuando ya siendo mayor quería conocer chicos, me lo prohibían. Y si de los que conocía me gustaba alguno, me lo aislaban inmediatamente. Yo era su negocio”.

 

La Fundación Francisco Umbral guarda las conversaciones de lo que iba a ser una biografía de Marisol que nunca vio la luz. En esas charlas con el escritor cuenta cosas como: “Me llevaban a un chalet del Viso y allí acudía gente importante, gente del régimen, a verme desnuda, a mí y a otras niñas. A mi madre cuando venía a verme a Madrid la ponían a comer en la cocina”.

Luis García Gil, autor de la última biografía de Marisol, Corazón Rebelde, afirma: “Cuando Pepa ya se había separado de Goyanes y estaba con el bailarín Antonio Gades, tuvo un momento que parecía que iba a hablar abiertamente de lo que pasó. Lo deslizó en alguna de sus entrevistas, pero al final no dio nombres y apellidos.

 

En Málaga, la gente, sin dar nombres, te cuenta cosas de las que le pasaron. Hablo de gente muy fiable, desde arquitectos, escritores… que me han explicado encuentros furtivos en sitios a los que la llevaban forzada. Pero no he podido contrastarlo. Es que la verdad no se puede contar, no se puede contar. No podemos sumar más de lo que ella ya ha dicho porque nos metemos en un lío”.

 

Marisol, Pepa Flores, denunció tímidamente pero no tuvo la repercusión debida. Mejor mantener en el recuerdo el recuerdo de aquella niña con voz maravillosa y expresión angelical que, quizás, solo quizás, no necesitaba rebuscar mucho en su interior para ponerse en situación cuando precisaba poner expresión triste y ausente ante la cámara. O quedarse con la Marisol de la portada de Interviú en 1976. Aquel desnudo que dejó ojiplático a un país saliendo de una dictadura. Unas fotos publicadas sin su consentimiento, guardadas en un cajón hacía seis años cuando su recién estrenado marido Carlos Goyanes le pidió al fotógrafo César Lucas que se las hiciera para una película extranjera con Alain Delon que le había pedido el director. Record de ventas. Más de un millón de ejemplares vendidos. “La libertad revelada en el cuerpo de Marisol”, escribió Umbral. No sabemos si a Delon también le pidieron la misma libertad de la que escribió Umbral.


 

El escritor José Aguilar afirma: “La belleza y la juventud resultan afrodisiacas y hay gente que no tiene límite. En su momento hubo grandes productores importantísimos que no puedo nombrar, porque todavía viven sus familias, que abusaban de su poder, pero si Pepa hablara se caería España”.

 

Adiós al foco mediático con 36 años. Como Greta Garbo pero a la española. Medio denunció lo mejor que pudo y supo los abusos y el maltrato a los que se vio sometida. Para nada. Se pasaron por alto como si nada hubiera dicho. En su entrevista habló también de dos intentos de suicidio. Nada. Solo recibió silencio. Toca construir una vida alejada del foco. Una vida esta vez elegida. Dejar de ser Marisol y ser por fin Pepa Flores.

 

Pili y Mili solo declararon alguna que otra vez que en los rodajes les ofrecían unas pastillitas para trabajar mejor. Pastillitas. Pobre Judy Garland a la que no solo le vendaban los pechos también, sino que la empastillaban e inyectaban en medio de rodajes interminables, convirtiéndola en adicta de por vida. Corta vida.

 

Conchita Goyanes era ya una mujer más que adulta, casada y con hijos grandes, cuando un día cualquiera durante un trayecto en autobús, la presencia de un abuelo sentado tranquilamente en un asiento cercano le hizo sentir tan incómoda que se bajó en la siguiente parada sin entender qué le sucedía. Un psiquiatra le contaría tiempo después que los niños guardan bajo el candado del olvido experiencias dolorosas para seguir viviendo como si nada sucediera. 


Hija de un cirujano y una actriz, hermana de famosas actrices, debuta a los seis años en la obra de teatro Fuenteovejuna, dirigida por Adolfo Marsillach. En el cine lo hace con nueve años en la película Un fantasma llamado amor. Sobrina de Manuel Goyanes, su madre no quiso que trabajara en Un rayo de luz, pero parece ser que nadie pudo protegerla de todo lo que tendría que vivir de niña. En 2006 y tras ir recordando con terapia lo sufrido, ella sí habló públicamente de cómo fue sometida a maltratos y a abusos cuando era una niña prodigio. “Fue terrible. Aquellos hombres me decían cosas como, eres una niña mala, me miras así y me provocas para que te haga todas esas cosas”. Declaró haber sufrido varios abusos sexuales y malos tratos en los equipos de rodaje.


No era consciente de lo que me sucedía… Según los psiquiatras que después, ya de muy adulta me trataron, los niños tienen la capacidad de supervivencia tan desarrollada que disfrazan la realidad para que las cosas duras que les suceden no les destruyan. Sin embargo, todo eso queda como una herida latente y después, ya de adulto, comienza a darte problemas cuando menos lo esperas porque un cadáver que se esconde bajo la alfombra termina oliendo mal”.


Por qué. Por qué por qué preguntan los niños y las niñas en busca de respuestas que no siempre llegan. Porque Me Too llegó. Se instaló. Se tomó conciencia. Que los unos y los otros dejen de cuestionar por qué. Porque hacía falta. Porque ya era hora. Porque sí.




lunes, 20 de febrero de 2023

El prodigio (Sebastián Lelio, 2022)

 

Título original: The Wonder. Dirección: Sebastián Lelio. País: Irlanda. Año: 2022. Duración: 108 min. Género: Drama, Thriller.

Guión: Alice Birch, Sebastián Lelio (basado en una novela de Emma Donoghue). Música: Mathew Herbert. Fotografía: Ari Wegner. Producción: Element Pictures, Element, Irish Film Board, LSG Productions, House Productions.

Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián 2022.

Fecha del estreno: 16 Noviembre 2022 (España).

 

Reparto: Florence Pugh, Tom Burke, Kíla Lord Cassidy, Niamh Algar, Ciarán Hinds, Toby Jones, Elaine Cassidy, Brian F. O'Byrne, David Wilmot, Dermot Crowley, Josie Walker, Mary Murray, Abigail Coburn, Caolan Byrne, Niamh Finlay, John Burke.

 

Sinopsis:

Región irlandesa de las Midlands, 1862. Una niña deja de comer pero permanece milagrosamente viva y en buen estado. La enfermera inglesa Lib Wright es llevada a un pequeño pueblo para observar a Anna O'Donnell, de once años. Abundantes turistas y peregrinos se reúnen para contemplar a la niña que, según se dice, ha sobrevivido sin comer durante meses. ¿Acaso alberga el pueblo a una santa que "sobrevive con el maná del cielo" o existen motivos más siniestros?

 

Comentarios: 

En algunos círculos se considera que la versión primigenia de la anorexia la conformaron las llamadas ayunadoras de la época victoriana en el Reino Unido: preadolescentes que, aupadas por la cerrazón religiosa y el contagio imitativo, afirmaban que podían sobrevivir largos tiempos sin comer y sin que su cuerpo o su sistema inmunitario sufriera lo más mínimo, lo que dio pie a que fueran consideradas santas por los creyentes y sus supuestas capacidades fueran concebidas como milagros. Un fenómeno al que se acerca la elegante película irlandesa El prodigio, dirigida por el chileno Sebastián Lelio, y basada en una novela de Emma Donoghue publicada en 2016. Una historia de mujeres en busca de la liberación en un infierno de superstición.

Donoghue en su libro y Lelio en su película desvían el foco desde la apenas cría que afirma no haber ingerido alimentos en los últimos cuatro meses para ponerlo en la enfermera encargada de vigilar si el asombroso caso es una maravilla sobrenatural o una simple estafa. En el comité de sabios del apartado lugar irlandés de las Midlands, que encarga la labor de carcelera a la joven mujer interpretada con su fuerza habitual por Florence Pugh, se unen precisamente el hambre y las ganas de comer: por un lado, desconfían tanto de la cría como de la propia enfermera a la que han encargado la supervisión (por turnos, junto a una monja), cuando esta les ofrece una explicación al asombro, así como del periodista de The Daily Telegraph desplazado a la zona para informar del suceso; pero por otro les interesa mantener que la historia sea corroborada como cierta, al igual que a las instancias de poder de cualquier zona depauperada en la que se han producido supuestos milagros a lo largo de la historia.

En esa dicotomía reside parte del interés de un relato muy atractivo, en el que la influencia del catolicismo, de las creencias y de una sociedad opresiva mandada por hombres que desconfían de las mujeres puede dar lugar a no pocos paralelismos a lo largo de la historia, y que puede seguir vigente en ciertos ámbitos. En un ambiente rural áspero, pero expresivo y bello, que recuerda sobremanera a algunas de las adaptaciones de Cumbres borrascosas, Lelio maneja su cámara a través de movimientos sinuosos, lentos travellings de acercamiento hacia cuerpos y rostros, marcados por la duda y el atrevimiento en un tiempo, el año del señor de 1862, presidido por el fanatismo.

Con una preciosa utilización de la luz en los austeros interiores y en los agrestes exteriores, el director chileno inocula la forma con un subtexto de fondo muy cercano al de dos de sus excelentes trabajos anteriores, Gloria (2013) y Una mujer fantástica (2017, ganadora del Oscar a la mejor película internacional), e incluso al de su primer acercamiento al cine en inglés, la fallida Desobedience (2017), obras en principio distantes de El prodigio: relatos de mujeres enfrentadas a sociedades o comunidades despóticas, que se rebelan contra los mandamientos dados y contra sus normas morales.

Y, como aportación final de Lelio, se añaden un prólogo y un epílogo, contados desde fuera de la propia película y en los que se muestra la tramoya y su condición de artificio casi pirandelliano, con los que juega a la argucia de la mentira de otra mentira. O quizá a la mejor de sus verdades, quién sabe, pues en su ambiguo desenlace se aúnan las cuatro esencias de El prodigio: la compasión, la prohibición, la confusión y la expiación. (Javier Ocaña)

Recomendada.




sábado, 18 de febrero de 2023

El techo amarillo (Isabel Coixet, 2022)

 

Título original: El sostre groc (El techo amarillo). Dirección: Isabel Coixet. País: España. Año: 2022. Duración: 94 min. Género: Documental.

Guión: Isabel Coixet, Laura Ferrero. Música: Chop Suey. Fotografía: Nadia Zafra. Producción: Miss Wasabi.

Nominada a Mejor Película Documental en los Premios Goya 2022. Premio TVE "Otra mirada" en el Festival de Cine de San Sebastián 2022. Mejor Película Documental en los Premios Gaudí 2022.

Fecha del estreno: 16 Diciembre 2022 (España).

 

Sinopsis:

En 2018 un grupo de nueve mujeres presentaron una denuncia contra dos de sus profesores del Aula de Teatro de Lleida por abusos sexuales ocurridos entre los años 2001 y 2008, cuando eran unas adolescentes. Fue demasiado tarde. Por miedo, por vergüenza, porque tardaron mucho tiempo en entender y digerir lo que había pasado, la denuncia llegó cuando el caso ya había prescrito y se archivó. Lo que no sabían es que, a pesar de que el caso había prescrito, sus testimonios estaban abriendo una puerta en la que, tal vez, no todo estaba perdido.

 

Comentarios: 

Uno de los aspectos más notables de El techo amarillo, el documental de Isabel Coixet sobre los abusos sexuales ocurridos durante años en el Aula de Teatro de Lleida, es cómo logra que a través de su coro de voces entendamos mucho mejor los límites del consentimiento sexual y de qué manera opera un depredador sexual para confundirlos. El que fue profesor y director de la escuela, Antonio Gómez, es el elefante en esa habitación de techo amarillo por la que desfilan los terribles recuerdos de un grupo de mujeres que dan marcha atrás en el tiempo para hablar de los abusos que sufrieron.

La voz cantante la llevan siete de esas adolescentes que, ahora en la treintena, recuerdan sus años de fervoroso amor por el teatro… y por su profesor. Un grupo escénico tutelado por un hombre joven y supuestamente atractivo que sistemáticamente incomodaba, violentaba y abusaba de sus alumnas. Un gallito de corral que tenía aventuras con varias profesoras, además de una novia oficial, y que poco a poco había logrado una posición de poder que nadie ponía en duda. Los testimonios son pavorosos y todos arrancan con los ejercicios escénicos en los que se confundía la expresión corporal con tocamientos y masajes fuera de lugar. Son la punta del iceberg de un caso investigado por el diario Ara, que ocurrió entre 2001 y 2008, que se denunció demasiado tarde, en 2018, y que prescribió sin consecuencia alguna para el depredador.

La película explora las capas de un caso que se construye sobre la inicial fascinación por el profesor, cómo él las hacía sentir sus “elegidas”, hasta que afloran los excesos de un hombre que desde la seducción y el poder acorralaba a sus alumnas verbal o físicamente. Las historias son terribles precisamente porque revelan muy bien los límites, especialmente cuando se trata de adolescentes impresionables y con poca experiencia a las que es más fácil seducir e intimidar. Antonio Gómez repetía siempre un esquema parecido de usar y tirar para acabar con el mismo efecto: asco y miedo en ellas y una repulsiva culpa en él, resumida en la frase que solía repetir cuando ya había consumado su acoso: “Esto no tendría que haber ocurrido”.

A través de los testimonios y del material de archivo de la escuela y de las víctimas, Coixet traza un preciso mapa del abuso gracias a la intimidad que la película genera alrededor de un grupo de alumnas que dieron un paso al frente, apoyadas las unas en las otras. El techo amarillo, título que hace referencia a cómo una de las víctimas recuerda el techo de la habitación en la que su profesor abusó de ella, tiene algo de aquelarre y expiación del dolor en grupo y sobre un escenario. Como si Coixet quisiera que las víctimas vuelvan al lugar del crimen, esa triste Aula de Teatro de Lleida, no para hurgar en su herida, sino para al fin cerrarla. (Elsa Fernández-Santos)

Recomendada.



jueves, 16 de febrero de 2023

Queso de cabra y té con sal (Byambasuren Davaa, 2020)

 

Título original: Die Adern der Welt. Dirección: Byambasuren Davaa. País: Mongolia. Año: 2020. Duración: 92 min. Género: Drama.

Guión: Byambasuren Davaa, Jiska Rickels. Música: John Gürtler, Jan Miserre. Fotografía: Talal Khoury. Montaje: Anne Jünemann Bfs. Producción: Eva Kemme, Ansgar Frerich, Tobias N. Siebert.

Mejor Film Infantil en los Premios del Cine Alemán 2020.

Fecha del estreno: 28 Octubre 2022 (España).

 

Reparto: Bat-Ireedui Batmunkh, Enerel Tumen, Yalalt Namsrai, Algirchamin Baatarsuren, Ariunbyamba Sukhee, Purevdorj Uranchimeg, Alimtsetseg Bolormaa, Unurjargal Jigjidsuren, Batzorig Sukhbaatar, Sarantsetseg Myagmar, Batbaatar Uukhaan.

 

Sinopsis:

En una provincia en medio de la estepa mongola, Amra, de 11 años, vive una vida nómada tradicional con su madre Zaya, su padre Erdene y su hermana pequeña Altaa. Mientras Zaya cuida del rebaño, Erdene trabaja como mecánico y vende el queso casero de Zaya en el mercado local. Su pacífica rutina se ve amenazada por la invasión de empresas mineras internacionales, que excavan en busca de oro y devastan el hábitat natural. Erdene es el líder de los últimos nómadas que se oponen a ellas, y trata de unirse y convencer a sus compañeros de que no acepten las indemnizaciones que las empresas han ofrecido.

 

Comentarios: 

De formación documentalista, Byambasuren Davaa, la cineasta más reputada de Mongolia, ha logrado poner a su país en los cines de Occidente, más allá del Genghis Khan de Omar Shariff y de El conquistador de Mongolia de John Wayne. Lo hizo con su nominación al Oscar por La historia del camello que llora y con la aventura (con el aire del cine iraní) de la niña y el cachorro de El perro mongol, mediante una receta que sigue funcionando.

Regresa en esta producción alemana a los temas que le son propicios y vuelve a demostrar, por más que los argumentos del no nos moverán frente a las compañías multinacionales (en este caso mineras) suenen a ya vistos en las pequeñas cinematografías del mundo, que la sencillez encaja mejor con la poesía que las ínfulas. La puesta en escena de la familia protagonista, con su chaval obsesionado con Got Talent en YouTube, y la relación con su padre, en ese lugar perdido de Asia coronado por un árbol cargado de sueños, es de una autenticidad que sigue resultando relajante, muy de agradecer.

Cuando sobreviene la tragedia y la trama tiene que tejer su red hacia un arreglo argumental, la película pierde fuerza, pero la naturalidad de los personajes se funde con la fuerza del paisaje y, de las imágenes, aparte de las ganas de dar un pellizco a esos quesos salvadores, surge una luz que es puro oxígeno cinematográfico. (Carlos Marañón)

Recomendada.