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miércoles, 30 de junio de 2021

Destello bravío (Ainhoa Rodríguez, 2021)

 

Título original: Destello bravío. Dirección: Ainhoa Rodríguez. País: España. Año: 2021. Duración: 98 min. Género: Comedia dramática.  

Guión: Ainhoa Rodríguez. Fotografía: Willy Jauregui. Música: Paloma Peñarrubia, Alejandro Lévar. Producción: Tentación Cabiria, Eddie Saeta S.A, Lluís Miñarro Producciones.

Premio Especial del Jurado y Mejor Montaje en el Festival de Cine de Málaga 2021.

Fecha del estreno: 18 Junio 2021 (España)

 

Reparto: Guadalupe Gutiérrez, Carmen Valverde, Isabel María Mendoza.

 

Sinopsis:

"Va a pasar un destello bravo, bravío, y todo va a cambiar...", Isa se habla a sí misma dejándose mensajes en su grabadora para cuando desaparezca o pierda la memoria. Cita se siente atrapada en un matrimonio en una casa llena de santos y vírgenes. María regresa a la población donde nació para enfrentarse a su soledad. Las mujeres de una pequeña localidad rural, suspendida en el tiempo y azotada por la despoblación, viven entre la apatía de su día a día donde nada extraordinario ocurre y un profundo deseo de experiencias liberadoras que les hagan reencontrarse con el lugar donde fueron felices o soñaron serlo.

 

Comentarios:

Un pueblo suspendido en el tiempo donde solo quedan personas mayores que se aferran a su modo de vida. Por la noche se encienden luces misteriosas y lisérgicas que nos adentran en un territorio mágico y sobrenatural. Las mujeres, hartas de la tradición heteropatrical, se liberan en meriendas que, entre bollos y licores, despiertan su sexualidad.

Entre esos elementos que nos llevan de lo cotidiano al surrealismo, de lo bizarro a lo poético, se mueve la ópera prima de Ainhoa Rodríguez, 'Destello bravío', una de esas películas que funcionan como un objeto no identificado en nuestro panorama cinematográfico y que nos embarga con su extrañeza y su singularidad.

La directora, que es extremeña, pasó un tiempo viviendo en la comunidad que retrata para empaparse de su idiosincrasia. Se convirtió en una vecina más y fue creando vínculos con sus gentes. Escribió un guion abierto, con millones de ideas, con un sinfín de hilos argumentales para configurar su propuesta 'onírico-naturalista' a medio camino entre Luis Buñuel y David Lynch.

"La cotidianidad y la transgresión de la cotidianidad está en el ADN español. Yo quería plasmar las raíces como un elemento emocional, pero al mismo tiempo imbricarlo con las leyendas, los sueños”, cuenta Ainhoa Rodríguez tras presentar la película en la Sección Oficial del Festival de Málaga.

‘Destello bravío’ mezcla el documental observacional, con la ficción y también con la fantasía. Está compuesta por una serie de breves estampas que nos introducen a los personajes y los espacios que habitan para pasar en un abrir y cerrar de ojos desde lo cómico a lo oscuro, de lo absurdo a lo atávico, de lo sugerente a la pulsión más primitiva.

Pero hay dos elementos que se convierten en fundamentales en la película: el hecho de reivindicar el pueblo como lugar olvidado dentro del sistema capitalista, y por supuesto las mujeres y la necesidad de darles una voz dentro de un entorno que siempre ha estado contado desde la mirada masculina. "Aunque no sea una película política, elegir a mujeres maduras que están invisibilizadas es colocarte en un lugar. Quería elegir seres humanos con cuerpos que no fueran normativos, paisajes que no salieran en el cine español, acentos que estén fuera de la órbita. Rodar donde no pasa nada, fuera del ruido. Para mí eso forma parte de una idea y de una estética”, continúa la directora.

Una de las escenas más icónicas de la película nos muestra a un grupo de 'señoras' que comienzan a erotizarse, a tocarse, a explorarse. Rodríguez piensa que el cine ha vetado esta realidad y que si no se habla de la sexualidad de las mujeres mayores parece que no exista. "No es una reivindicación, es una realidad que está delante y que parece querer silenciarse".

¿Y qué es 'Destello bravío'? Una de las protagonistas registra con una grabadora de voz todo lo que ocurre a su alrededor. Lo hace para que no se pierda la memoria. "Va a pasar un destello bravo, bravío, que nos va a borrar del mapa", comenta. La muerte como idea física, pero también metafórica, de un lugar a punto de desaparecer de la faz de la tierra. "Destello como algo mágico, y bravío como el torito. La psicodelia y lo tradicional, las jotas y lo experimental". (Beatriz Martínez)

Recomendada.




martes, 29 de junio de 2021

Equus (Sidney Lumet, 1977)

 

Título original: Equus. Dirección: Sidney Lumet. País: USA. Año: 1977. Duración: 137 min. Género: Drama.

Guión: Peter Shaffer (basado en una obra de teatro de Peter Shaffer). Fotografía: Oswald Morris. Música: Richard Rodney Bennett. Montaje: John Victor-Smith. Producción: Elliott Kastner, Lester Persky.

3 nominaciones a los Oscars 1977 (incluido Mejor Actor). Globo de Oro 1977 al Mejor Actor de drama (Richard Burton) y Mejor Actor secundario (Peter Firth). Mejor Actriz secundaria (Jenny Agutter) en los Premios BAFTA 1977.

Fecha del estreno: 14 Julio 1978 (España).

 

Reparto: Richard Burton (Martin Dysart), Peter Firth (Alan Strang), Colin Blakely (Frank Strang), Joan Plowright (Dora Strang), Harry Andrews (Harry Dalton), Eileen Atkins (Hesther Saloman), Jenny Agutter (Jill Mason), Kate Reid (Margaret Dysart), John Wyman (Jinete), Elva Mai Hoover (Señorita Raintree), Ken James (Señor Pearce).

 

Sinopsis:

Un joven que trabaja en unas cuadras, después de dejar ciegos a seis caballos de un amigo, va a parar, por orden de la justicia, a la consulta de un psiquiatra que descubre en él una rara enfermedad mental, derivada de una extraña devoción religiosa, que le ha sido inculcada por su madre, y que consiste en la búsqueda de Dios a través del espíritu de Equus.

 

Comentarios:

Quizás sea Equus una de las películas más atípicas de Sidney Lumet. Basada en una obra de teatro de Broadway, tan exitosa como controvertida, tiene como protagonistas a actores tan excepcionales como Richard Burton, Colin Blakely y a un jovencísimo Peter Firth, entre otros. Peter Shaffer, el mismo autor de la obra teatral, fue responsable también del guión de la película.

Equus narra la historia de Martin Dysart (Richard Burton), renombrado psiquiatra, que acepta el extraño caso de Alan Strang (Peter Firth), un joven introvertido de 17 años, que decide una noche cegar con una hoz a seis caballos en el establo donde trabajaba los fines de semana.

Poco a poco, Dysart irá accediendo al muchacho, sus pensamientos, sueños y emociones. También irá entendiendo más profundamente aquello que desencadena sus acciones y miedos. El comportamiento de Alang parece producto de una madre extremadamente religiosa y de un padre distanciado. Sin embargo, no son ellos los únicos desencadenantes que llevaron a Alan a establecer una especie de relación mística con los caballos y a autoerigir una suerte de veneración a Equus, una deidad de la naturaleza de apariencia equina. La relación entre psiquiatra-paciente se irá estrechando hasta el punto de que el doctor será consciente que rehabilitar a su paciente significará anular precisamente aquello que más admira de él, su pasión.

Fue un proceso arriesgado el adaptar de una forma realista una obra de teatro que tan apreciada fue, precisamente por su puesta en escena y por su “experiencia de iluminación, sonido, representación y texto” como apuntara Vincent Canby en su crítica en el New York Times de octubre de 1977.

Ahí radicaba una primera dificultad casi insalvable, transformar una puesta en escena teatral, en la cual radicaba gran parte del encanto y atracción de la obra, en una adaptación cinematográfica más realista y llana, en la cual se habían eliminado precisamente aquellos elementos estéticos-fascinantes del teatro para dar paso a una historia, donde la identificación se hace casi imposible.

Segunda dificultad, la ardua tarea de mostrar en imágenes algo que la representación teatral de los años 70 no acababa de manifestar a pesar de toda su deslumbrante imaginería teatral: la destructiva crítica a una sociedad burguesa bienpensante (inglesa en su origen, pero extrapolada en la película de Lumet), justamente en uno de sus símbolos más queridos, el caballo y todo lo que rodea a su imagen: las tradicionales cacerías de la nobleza y alta burguesía, las carreras de caballos de Newmarket con todas las conexiones con la realeza que continúan todavía muy vigentes, pero sobre todo, sugerir en imágenes algo tan tabú como la zoofilia.

 

 

Lumet tocó un tema innombrable hasta entonces, escenificándolo de manera más que sugerente, pero sin llegar a lo explícito. Esto no se le perdonaría. De hecho, Equus es una película que lamentablemente permanece relegada a un segundo o tercer plano dentro de la filmografía de Lumet, ni siquiera él mismo la menciona en ninguno de los capítulos de su libro Making Movies.

Curiosamente, la temática de la zoofilia no se encuentra tampoco ni reflejada, ni comentada en las críticas importantes de los años setenta. Una revisión de esta película hace inevitable el tener en cuenta este aspecto. Algunos festivales de cine ya se están interesando también por no silenciar estos temas, prueba de ello fueron los festivales de Sundance y de Cannes del 2007 que seleccionaron el documental Zoo (Robinson Devor, 2007) iniciando una apertura en este sentido. Nos guste o no, la zoofilia y su tratamiento en imágenes es un aspecto que forma parte de nuestra sociedad (solo hay que echar un vistazo a la cantidad de millones de dólares que mueve la industria pornográfica con animales).

Lumet se atrevió a tratar el tema tabú de la zoofilia en su película eliminando buena parte de la veladura artificiosa-artística-teatral de la obra originaria de Broadway y Equus acabó siendo para la crítica de esos años demasiado “realista" e incómoda y lamentablemente fue catalogada por algunos críticos influyentes como una obra menor y un tanto equívoca. (Laura Bondía)

Recomendada.