Título original: La casa de las flores. Temporada: 1. Episodios: 13.Año:
2018. País: México. Género: Comedia. Estreno: 10 Agosto 2018 (Netflix).
Premio Platino 2019 a la Mejor
actriz de miniserie o teleserie (Cecilia Suárez).
Creator: Manolo Caro. Dirección: Manolo Caro, Yibrán Asuad,
Alberto Belli, Gabriel Nuncio, Santiago Limón. Guión: Manolo Caro, Monika Revilla, Mara Vargas, Gabriel Nuncio,
Alexandro Aldrete, Hipatia Argüero, Dariela Pérez Hernández. Música: Maximiliano Borghetti, Camilo Froideval, Dan Zlotnik. Fotografía: Pedro Gómez Millán. Producción: Rafael Ley, María José
Córdova, Mariana Arredondo.
Reparto: Verónica Castro (Virginia
Aguirre de la Mora), Cecilia Suárez (Paulina), Aislinn Derbez (Elena), Darío
Yazbek Bernal (Julián), Arturo Ríos (Ernesto), Paco León (María José), Juan
Pablo Medina (Diego), Verónica Langer (Carmelita), Norma Angélica (Delia),David Ostrosky (Salomon), Sheryl Rubio
(Lucía), Luis de La Rosa (Bruno), Lucas Velázquez (Claudio), Claudette Maillé (Roberta,
Narradora).
Sinopsis:
La aparente perfección de
una floristería gestionada por una familia esconde un lado oscuro plagado de
secretos en esta serie de humor negro.
Episodio 1. Narciso
(símbolo de Mentira)
Episodio 2. Crisantemo
(símbolo de Dolor)
Episodio 3. Lirio
(símbolo de Libertad)
Episodio 4. Petunia
(símbolo de Resentimiento)
Episodio 5. Dalia
(símbolo de Gratitud)
Episodio 6. Magnolia
(símbolo de Dignidad)
Episodio 7. Peonia
(símbolo de Vergüenza)
Episodio 8. Bromelia (símbolo
de Resistencia)
Episodio 9. Tulipán (símbolo
de Esperanza)
Episodio 10. Tusilago
(símbolo de Precaución)
Episodio 11. Orquídea (símbolo
de Lujuria)
Episodio 12. Erísimo (símbolo
de Adversidad)
Episodio 13. Amapola
(símbolo de Resurrección)
Comentarios:
El culebrón es uno de los
géneros más despreciados, como si no tuviera un mérito enorme ser capaces de
inventar tramas y subtramas una detrás de otra que mantengan el enganche de los
espectadores. Melodramas con familias con relaciones complejísimas en los que
los giros de guion se suceden estratégicamente situados para que la acción no
decaiga y la historia siga adelante. Pero también es un género al que es fácil
encontrarle las costuras.
Por eso renovarlo no es
cosa sencilla. Eso es lo que pretende La
casa de las flores (Netflix). La serie mexicana, dirigida por Manolo Caro,
no oculta su condición de culebrón. No obstante, tiene a la reina de las
telenovelas Verónica Castro (Los ricos
también lloran) interpretando a uno de los personajes centrales. Pero
también se reivindica como algo diferente a lo que se puede esperar. Viendo los
primeros capítulos te puedes encontrar desde referencias a Mujeres desesperadas a una salida del armario que arranca al menos
una sonrisa al ritmo de A quién le
importa o mariachis en un funeral.
La historia tiene todos
los elementos que se podrían esperar de un culebrón. La acomodada vida de una
familia mexicana de clase alta se desmorona cuando, en plena celebración
familiar, un trágico evento saca a la luz amantes, hijos secretos, negocios
paralelos y situaciones económicas desconocidas. Los descubrimientos no
quedarán ahí y a cada paso la cosa se complica más con secretos compartidos y
ocultos. Pero aquí lo único que importa son las apariencias, y mientras el
resto del mundo no sospeche nada, todo maravilloso.
Los capítulos de
alrededor de 30 minutos se pasan volando combinando nuevas tramas, golpes de
humor negro y situaciones disparatadas. Como esa matriarca aficionada a la
marihuana que cuenta sus problemas al muñeco-calcetín de su psicólogo. O la
peculiar forma de hablar de Paulina, entre desquiciante e hilarante.
Las aventuras de la
familia De la Mora se puede combinar, sin salir de Netflix, con las vicisitudes
del cantante Luis Miguel en otra vuelta de tuerca a la telenovela para el
tiempo presente. Y, cuando te quieres dar cuenta, ya te has enganchado a un
culebrón mexicano. O a dos. ¡Híjole!. (Natalia Marcos)
Título original: Tutti a casa. Dirección: Luigi Comencini. País: Italia. Año: 1960. Duración: 105
min. Género: Comedia dramática.
Agenore Incrocci, Furio
Scarpelli, Luigi Comencini, Marcello Fondato (Guión), Carlo Carlini (Fotografía),
Angelo Francesco Lavagnino (Música),
Nino Baragli (Montaje), Ugo Pericoli
(Vestuario), Dino de Laurentis (Producción).
Premio David di Donatello
1960 al Mejor Actor (Alberto Sordi) y la Mejor Producción.
Estreno en España: 16 Septiembre 1963.
Reparto:
Alberto Sordi (Alberto
Innocenzi), Serge Reggiani (Ingeniero Ceccarelli), Martin Balsam (Sargento
Fornaciari), Carla Gravina (Silvia Modena),Eduardo De Filippo (Señor Innocenzi), Claudio Gora, Didi Perego, Mario
Feliciani, Jole Mauro, Nino Castelnuovo (Codegato), Alex Nicol.
Sinopsis:
El 8 de septiembre de 1943,
Italia se rinde y firma un armisticio con los Aliados. En medio del
desconcierto y la confusión general, una parte del ejército italiano se
dispersa y los soldados empiezan a volver a casa. Alberto Innocenzi,
Subteniente de Complemento, meticuloso en el cumplimiento de su deber, intenta
mantener unidos a sus soldados y encontrar algún mando al que presentarse. Pero
la situación es tan caótica que acaba rindiéndose y decide emprender la fuga
con el Sargento Fornaciari y el ingeniero Ceccarelli.
Comentarios:
Una de las mejores
películas hechas en Italia que mezclan comedia y drama, sin duda. Además, tiene
la singularidad de enmarcar la historia en un momento concreto de la Italia
contemporánea muy especial, el período extraño de levantar las manos y rendirse
a los aliados en la Segunda Guerra Mundial mientras estás ocupado a la práctica
por los alemanes. No es de extrañar que de un momento histórico tan peculiar,
caótico y difícil de explicar surja una película que muestra tan claramente el
estupor de la población ante la situación dada. Podría ser una tragedia
dolorosa y también podría ser una comedia surrealista, porque la realidad daba
para ambos extremos: el éxito incuestionable de "Todos a casa"
consiste en repartir de forma brillante ambas opciones. Y para hacerlo bien,
hay que saber de cine, lo digo por Comencini.
Hay momentos para todo,
con un Alberto Sordi en una nueva exhibición de talento, mostrando por momentos
su conocida faceta cómica pero encajando a la maravilla en las situaciones
dramáticas. No debió ser fácil decidir lo que hacer en la realidad, y es por
ello que Comencini opta por las carcajadas en el inicio de esa 'road movie' que
cuando toca ofrece lo peor de la guerra. La guerra es muy perra, que nadie lo
dude, un conflicto armado supone la culminación de la desgracia del ser humano,
sea cual sea la motivación de los líderes que empujan a la masa a matar y
morir.
Así que de vuelta para
casa hay tiempo para todo, estamos en Italia y es posible echar unas risas en
cualquier momento. Pero el drama asoma también tras cualquier esquina, en
cualquier cruce de caminos, sea por culpa de los soldados alemanes o por la
misma realidad que pisotea y condena a los supervivientes. Saber mezclarlo de
forma sana está sólo al alcance de unos pocos. Comencini, rotundamente,
consigue firmar una obra excepcional.
El guión pertenece a un
gran binomio italiano que han trabajado mano a mano en decenas de films,
Agenore Incrocci y Furio Scarpelli (“Rufufu”, “La Armada Brancaleone” o “El
Bueno, el feo y el malo” son prueba de ello), crean una historia fluida,
humanista, que mezcla con mordacidad el humor, el drama, el género bélico, ello
con diálogos inteligentes, punzantes y divertidos, creando momentos que se
mueven entre el humor, la tensión y, la amargura y la mezquindad, una
road-movie que refleja espléndidamente lo que ocurrió en Italia en este tiempo,
como padecieron las penurias del conflicto, con el hambre, la xenofobia, la
violencia, la muerte, la compasión, la amistad, el sentido del deber, el
nihilismo, el comprometerse con una causa, los valores familiares, el racismo,
el estraperlo, el hambre, la belleza de la música, en definitiva, una notable
tragicomedia encuadrada en un entorno cruento.
Nos habla sobre todo de
cómo el protagonista, reflejo de persona que no quiere tomar partido en un
viaje por una devastada Italia comienza a sentir el deber de no ser neutral,
toma conciencia de quienes son los malos y hay que luchar contra ellos.
La puesta en escena
resulta muy naturalista, rezuma realismo, veracidad, aires cuasi-documentales,
se supone en el Véneto, el gran trabajo en diseño de producción de Carlo Egidi,
pero rodada en Livorno y la campiña de los alrededores, y en zonas aún derruidas
por la S.G.M., como curiosidad el ministro Giulio Andreotti se negó a prestar dos
tanques y los hicieron de madera contrachapada, todo esto alcanzando en grado
sumo autenticidad, a lo que ayuda la cruda fotografía de Carlo Carlini, el
calor se palpa, se siente el sudoroso sol, el seco polvo del camino, con bellas
tomas generales, sirviendo para emitir el territorio colapsado que era la
Italia profunda.
Alberto Sordi demuestra
una vez más lo gran actor que es, un Titán exhibiendo humanidad, aristas,
debilidades, se percibe su evolución de la indiferencia al combatismo,
magnífico, rol que en principio debía hacer Vittorio Gassman. El galo Serge
Reggiani (cantante de éxito en Francia) realiza una interpretación estupenda,
emitiendo candidez, dignidad, compañerismo, con un aire a perrito desvalido
siempre con el paquete, este rol estaba destinado a Nino Manfredi pero Sordi se
opuso, no quería competencia. El estadounidense Martin Balsam compone con
sencillez y contención a un tipo pragmático. Eduardo De Filippo (dramaturgo
italiano) da vida al padre de Innocenzi, muy buena su creación del fascista
convencido, rol destinado a Totó. Carla Gravina en su corta aparición como la
judía Silvia Modena deja un halo conmovedor a su alrededor.
El film posee momentos
recordables: la pelea fuera de campo en el túnel donde la inmensa mayoría de la
compañía deserta, ingeniosa; el desgarrador momento cuando, en un pueblo
devastado por la guerra, los lugareños descubren harina en una camioneta, el
caos y la locura por conseguir un saco denota el hambre del pueblo, en fin.
Hagánse un favor y no se la pierdan. (Filmaffinity)
Título original: Hogar. Dirección: Àlex Pastor y David Pastor. País: España. Año: 2020. Duración: 103
min. Género: Thriller.
Álex Pastor y David
Pastor (Guión), Pau Castejón (Fotografía), Lucas Vidal (Música), Martí Roca (Montaje), Marc Bech (Sonido), Irantzu Campos (Vestuario), Adrián Guerra, Núria Valls
y Marta Sánchez (Producción).
Estreno en Sevilla: 25 Marzo 2020 (Netflix)
Reparto:
Javier Gutiérrez (Javier
Muñoz), Mario Casas (Tomás), Bruna Cusí (Lara), Ruth Díaz (Marga), Iris Vallés (Mónica),
Cristian Muñoz (Dani), David Ramírez (Damián), David Selvas (Darío), David
Verdaguer (Raúl), Vicky Luengo (Natalia), Raül Ferre (Lucas), Ernesto Collado (el
profesor), Yaneys Cabrera (Araceli), Eli Iranzo (Amparo), Julia Molins (la
chica joven).
Sinopsis:
Javier Muñoz era un
ejecutivo publicitario de éxito pero, tras un año en el paro, él y su familia
se ven obligados a dejar el piso que ya no se pueden permitir. Un día, Javier
descubre que aún conserva un juego de llaves de su antigua casa, y empieza a espiar
a la joven pareja que ahora vive allí. Poco a poco, Javier empezará a
infiltrarse en la vida de los nuevos propietarios, decidido a intentar
recuperar la vida que ha perdido… a costa de quien sea.
Comentarios:
Como en el famoso juego
de las serpientes y escaleras, que hunde sus raíces en la filosofía hindú, la
sociedad podría ser ese tablero por el que se asciende lentamente gracias a las
virtudes, representadas por las escaleras, pero por el que también se puede
sucumbir y caer en un hoyo, descenso mucho más profundo simbolizado por las
serpientes. El protagonista de Hogar,
thriller de intriga social de los hermanos Pastor, ha subido siempre en la vida
por las escaleras pero va a derrumbarse como una serpiente. Un publicitario de
éxito que, tras la crisis económica y la eclosión de la nueva juventud
profesional, ha caído en desgracia.
La extraordinaria Parásitos nos ha demostrado en los
últimos meses que una película coreana de infinita raigambre social podía ser
universal. Chuparle la sangre al de arriba para intentar conseguir su lugar en
el mundo. Cualquiera lo entiende. La obra de Bong Joon-ho, que entroncaba de un
modo insólito con clásicos del cine de autor como El sirviente y con pequeñas joyas del cine oriental contemporáneo
como Hierro 3, siempre con la lucha
de clases de por medio, ha demostrado que la envidia admite infinitos matices.
En Hogar, estrenada el día 25 de
marzo en Netflix, es el rencor de clase el que domina las acciones de otro
vampiro al que el capitalismo salvaje y su propia idiosincrasia han convertido
en un psicópata. El reciclaje económico y social parece imposible cuando se ha
habitado un piso de lujo que ahora poseen otros a los que envidiar. Es la hora
del paro, de las impertinentes entrevistas de trabajo, de las condiciones
laborales leoninas, de un nuevo piso con grifos, azulejos y persianas que antes
eran de los de abajo y ahora son las tuyas. Tú eres ellos.
Los Pastor, que siempre
han mostrado una factura técnica impecable y una potente capacidad visual desde
La ruta natural, aquel histórico
cortometraje de 2004 dirigido por Àlex, despliegan su relato con interesantes
apuntes sociales y a través de un tono de thriller de intriga. Sin embargo,
llegado el tramo central de la película, la crítica colectiva va dejando paso
al suspense y al golpe de efecto, enlazando así con aquellos thrillers de los
noventa asentados en la tirria por la vida del otro: La mano que mece la cuna; De repente, un extraño; Mujer blanca soltera
busca… El cruel retrato del arribismo y de la manipulación siguen ahí, pero
quizá se priorice la sacudida del cine de género por encima del análisis de la
cotidianidad.
Con un excelente grupo de
intérpretes comandado por Javier Gutiérrez, los Pastor han vuelto con
convicción al largometraje después de siete años de series televisivas. Sus
últimos trabajos en cine, casi como un sarcasmo de nuestra realidad de hoy,
habían sido las distopías Infectados (2009)
y Los últimos días (2013). ¿Alguien
dijo distopías? (Javier Ocaña).
Título original: La semana del asesino. Dirección: Eloy de la Iglesia. País: España. Año: 1972. Duración: 102
min. Género: Thriller.
Eloy de la Iglesia,
Antonio Fos (Guión), Raúl Artigot (Fotografía), Fernando García Morcillo (Música), José Luis Matesanz (Montaje), Santiago Ontañón (Escenografía), Paquita Pons (Vestuario), Manuel Baquero (Efectos especiales), Vicente Parra, José
Truchado (Producción).
Película conocida
internacionalmente cómo “The cannibal man”.
Medallas del Círculo de
Escritores Cinematográficos 1972 al Mejor Actor (Vicente Parra).
Estreno en España: 22 abril 1974.
Reparto: Vicente Parra (Marcos), Emma
Cohen (Paula), Eusebio Poncela (Néstor), Charly Bravo (Esteban), Fernando
Sánchez Polack (Señor Ambrosio), Goyo Lebrero (Taxista), Vicky Lagos (Rosa), Ismael
Merlo (Jefe de personal), Rafael Hernández (Agustín), Lola Herrera (Carmen).
Sinopsis:
Un joven que trabaja como
carnicero en un matadero, mata accidentalmente a un taxista tras una discusión.
Cuando su novia le intenta convencer de avisar a la policía, se ve obligado a
matarla, y lo mismo hace con todos aquellos que suponen para él una amenaza.
Comentarios:
La Semana del Asesino se trata de un
filme perteneciente al género de terror (como veremos esto es motivo de
discusión), que realizó aún durante los últimos coletazos de la dictadura
franquista, el cineasta de origen vasco Eloy de la Iglesia. La película sigue
durante una semana, como indica el título, la vida del obrero que interpreta
Vicente Parra, quien cometerá una ola de crímenes durante ese lapso de tiempo.
Es cierto que la película se ha adscrito comúnmente al género de terror, pero
como bien advierten algunos, en realidad De la Iglesia no la ubica en un tiempo
fantástico ni imaginario, sino que La
Semana del Asesino transcurre en Madrid. Para más señas, en emplazamientos
frecuentados por la clase media-baja y trabajadora (desde la fábrica hasta la
chabola donde nuestro protagonista mira a los lumpenes jugar a fútbol), y además su protagonista es un obrero que
trabaja en una industria carnicera. Estaba claro que a pesar del género el
cineasta no iba a renunciar a su sello de autoría.
Hay sin duda una lírica
macabra en la película, que quizá incluso nos pueda recordar documentales como La Sang Des Bêtes (La sangre de las
bestias, 1949) de Georges Franju, por su afinidad temática. Detalles irónicos
que ayudan a potenciar el mensaje de desesperación que recubre el filme. Unas
secuencias monstruosas, realizadas mediantes algunos planos secuencias y
travellings nos muestran la carnicería en la que trabaja nuestro protagonista.
El desmembramiento y la sangre se convierten en absolutos protagonistas. Sin
embargo, la película no nos muestra estas escenas como algo extraño, sino que
forman parte de la cotidianeidad de nuestro protagonista. Para más ironía, se
nos muestra a nuestro personaje comer un bocadillo mientras somos testigos de
esta barbarie. Detalles como este ayudan al cineasta a mostrar su faceta más
negra, como la bolsa de deporte que tiene el eslogan del ministerio del
movimiento, y que nuestro protagonista utiliza como herramienta para
transportar los trozos desmembrados de las víctimas.
La estética de la
película consigue adaptarse perfectamente entre el territorio de lo escabroso y
lo macabro (las ya comentadas secuencias del matadero) y un ambiente industrial
decadente. La película emplea un magnífico raccord que nos adentra en la vida
de nuestro protagonista. Por ejemplo, la decoración del piso es un genial
ejemplo de cómo se construye un raccord
en torno a una idea (en este caso, la de construir un personaje como al que da
vida Vicente Parra).
Eloy de la Iglesia nunca
pretendió cerrar la película con el final que conocemos, fue la censura la que
obligó al cineasta a cambiar el final que tenía pensado el autor. De manera que
el final resultante nos puede parecer absurdo porque una de las cosas que nos
enseña la película es que nuestro protagonista cae en una vorágine de sangre de
la que no puede escapar (remarquemos la característica del no retorno). Primero
se trata del asesinato casi involuntario del taxista, pero los crímenes
posteriores vienen de una manera casi inevitable y como a consecuencia del
primer asesinato, pues el personaje que interpreta Parra intenta tapar las
evidencias del crimen, así que resulta impensable que de repente nuestro
personaje reflexione y vire hacia el final que marcó la censura.
A pesar de que la
película está realizada antes de la caída definitiva del régimen franquista y
por tanto antes de que la censura se anulara, ya encontramos señas muy
interesantes que anuncian el cine de Eloy de la Iglesia.
En este sentido, es
conveniente remarcar que La semana del
asesino representa también la primera aproximación del director al mundo de
la homosexualidad. Un acercamiento que no se limitará a mostrar al típico
mariquita gracioso tolerado en el cine español (en esta ocasión el dependiente
de la droguería), sino de una forma más real y cercana, que a pesar de las
múltiples mutilaciones de censura, quedó bastante palpable. Algunas de las
frases promocionales del filme sorprendentemente incidían en ello: “¿Qué clase
de amistad une a Marcos y Néstor?”, “¿Por qué no denunció Néstor a Marcos
siendo el único testigo de sus crímenes?” Y la más absurda: “¿Es Vicente Parra
un paranoico o comprendió perfectamente al personaje de Marcos?” Pero si Néstor
es para Marcos el descubrimiento de su propia sexualidad, este para Néstor
representará la atracción por el abismo. Sabe que es un asesino, pues desde la
ventana de su bloque le ha espiado con unos prismáticos y deja patente en
varias ocasiones que ha sido testigo de los asesinatos que Marcos ha cometido.
Pero desde su posición acomodada tiene una atracción homosexual por el lumpen,
por el elemento suburbial, que compartía el propio De la Iglesia y que llevó al
director al abismo de la droga. Como a Pasolini a la tumba. También la casa (y
concretamente el dormitorio) de Marcos, puede ser visto como un armario repleto
de esqueletos. Un lugar cada vez más claustrofóbico y que cada vez apesta más.
Con esas moscas y ese olor que parece atravesar la pantalla. Peste fétida,
fluidos y carne: la sangre salpica el piso de Marcos; la de las reses
sacrificadas riega los suelos del matadero. El sudor impregna el cuerpo de
Marcos. Y la carne. Carne femenina en el lecho de Marcos y en los pósters de
sus paredes, con los que en una escena parece masturbarse, siendo observado
desde arriba. Y carne también en el plato de comida que le sirve Rosa (Vicky
Lagos), carne que, en un tétrico ciclo, proviene de la trituradora con la que
Marcos trabaja en la fábrica.
Inicialmente Eloy de la
Iglesia quería que el personaje de Marcos fuera interpretado por un joven de 18
años. Esa inexperiencia explicaría su torpeza, su huida hacia delante al no
saber cómo salir del lío en el que se había metido. Tenía más sentido con un actor
más joven. Y el personaje de Néstor se aproximaría también más al pervertidor
que Simón Andreu interpretó en la posterior Los
placeres ocultos (1977). Pero Vicente Parra estaba seriamente interesado en
el papel, no dudando incluso en entrar en la producción del filme. En todo
caso, el Marcos que interpreta Vicente Parra resulta igualmente efectivo. Un
obrero sin salida en un Madrid desarrollista y condenado a una vida que le
resulta inaceptable. Proletario hasta en la forma de matar, perpetrando sus asesinatos
con lo que tiene más a mano: piedras, herramientas y cuchillos de cocina,
cuando no con sus propias manos. Pero a pesar de sus crímenes, Marcos no puede
ser visto con odio por el espectador. Ni siquiera cae mal. Es un pobre diablo
condenado por la fatalidad y la mala suerte, una víctima más. Un asesino cañí
que desmenuza cuerpos a ritmo de pasodoble, transportando esos trozos a su
puesto de trabajo con una bolsa cada vez más fétida en la que reza el deportivo
lema ‘Contamos contigo’.
Secuencia censurada de la película
Marcos tan solo vive
momentos de paz cuando está con Néstor paseando, en su casa o en la piscina,
instantes tras los cuales retorna a su apestosa realidad, una realidad con
fondo de guitarra española y el lema ‘Dios guarde esta casa’ en la puerta. Una
casa que es un prodigio de realidad fabricada, ya que se construyó ex profeso
en un descampado de pesadilla que, al igual que toda la ambientación del filme,
es obra de Santiago Ontañón. Una pieza fundamental en la arquitectura de la
cinta junto a la acertada música de Fernando García Morcillo.
Como analizaba el teórico
Jamake Highwater en su obra, estas imágenes de transgresión sexual servían para
cuestionar un poder establecido que no dejaba que ninguna película ocultara el
mínimo atisbo sobre la homosexualidad. Eloy de la Iglesia fue uno de los
pioneros en este sentido, y seguiría con esta vía a lo largo de casi toda su
carrera.
La semana del asesino se estrenó antes
en Estados Unidos y Alemania que en España, a cuyas pantallas llegó en 1974.
Allí tuvo el equívoco título de Cannibal
Man, aunque en Italia recibió el no menos absurdo deL’appartamento
del 13º piano.
Vicente Parra recibió el
premio del Círculo de Escritores Cinematográficos por su trabajo, y la película
fue presentada fuera de concurso en el Festival de Berlín, donde según su
director “daban unas bolsitas para vomitar, como las de los aviones”. La cinta
fue incluida, junto a otras 72, en la lista de Video Nasties(películas prohibidas) que se promulgó
durante la etapa Thatcher en Inglaterra.
Cannibal Man es una cinta de culto en
todo el mundo, que ha sido editada y reeditada lujosamente en todos los
formatos domésticos.