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lunes, 30 de septiembre de 2019

Downton Abbey (Michael Engler, 2019)


Título original: Ad Astra. Dirección: Michael Engler. País: Reino Unido. Año: 2019. Duración: 122 min. Género: Drama.  
Mark Day (Montaje), Ben Smithard (Fotografía), Julian Fellowes (Guión), John Lunn (Música), Gareth Neame, Liz Trubridge, Julian Fellowes (Producción), Nigel Marchant, Brian Percival (Producción ejecutiva), Anne Nosh Oldham (Maquillaje), Anna Robbins (Vestuario), Jill Trevellick (Casting), Anne Nosh Oldham (Peluquería).
Presentada en la sección oficial del Festival de Venecia 2019. 
Estreno en Sevilla: 20 Septiembre 2019

Reparto:
Hugh Bonneville (Robert Crawley), Laura Carmichael (Lady Edith), Jim Carter (Sr. Carson), Raquel Cassidy (Srta. Baxter), Brendan Coyle (Sr. Bates), Michelle Dockery (Lady Mary), Kevin Doyle (Sr. Molesley), Michael Fox (Andy), Joanne Froggatt (Anna Bates), Matthew Goode (Henry Talbot), Harry Hadden-Paton (Bertie Hexham), Robert James-Collier (Thomas Barrow), Allen Leech (Tom Branson), Phyllis Logan (Sra. Hughes), Elizabeth McGovern (Cora Crawley), Sophie McShera (Daisy), Lesley Nicol (Sra. Patmore), Douglas Reith (Lord Merton), Maggie Smith (Violet Crawley), Penelope Wilton (Isobel Merton), Oliver Barker (George), Zac Barker (George), Fifi Hart (Sybbie), Eva Samms (Marigold), Karina Samms (Marigold).

Sinopsis:
1927. La familia Crawley y su carismática servidumbre se preparan para el momento más crucial de sus vidas. Una visita del rey y la reina de Inglaterra desatará una situación de escándalo, romance e intriga que pondrá en peligro el futuro de Downton.

Comentarios:
Parafraseando el título de la famosa marcha orquestal creada por el compositor británico Edward Elgar en 1901, la versión cinematográfica de “Downton Abbey” ha preferido la pompa regia a la circunstancia histórica de los mejores momentos de la serie. En ella están casi todas sus virtudes, sobre todo las más aparentes y lujosas, pero da la impresión de que se ha perdido la oportunidad de ejecutar un salto verdaderamente fílmico en lugar de apostar por una suerte de especial navideño de duración extendida con el que celebrar, años después, los emocionantes ratos al lado de una larga serie de personajes apasionantes y de enorme calado sentimental.
Estrenada en la televisión británica el 26 de septiembre de 2010, y culminada cinco años y 52 episodios después, “Downton Abbey” destacó, además de por su impresionante labor artística en decorados y vestuario, por la rara facilidad de su creador, Julian Fellowes, para relatar las radicalmente opuestas existencias de una veintena larga de personajes a través de pequeños y conmovedores encuentros y desencuentros en los pasillos y salones de una aristocrática mansión. Roles complejos que huían del arquetipo, ya fueran los de arriba o los de abajo del escalafón social, a los que Fellowes añadía la otra gran virtud de la serie: la brillante inclusión de los acontecimientos históricos en el devenir de unos seres humanos pertenecientes a un lugar y a una época determinados, relatada con rigurosidad y pasión. Así, el drama de la Primera Guerra Mundial, el nacionalismo irlandés, las luchas sociales y los inicios del movimiento sufragista, por citar solo unos cuantos, convivían con las pasiones más calladas que desbocadas y, lo mejor, el compromiso o la rebeldía para seguir ocupando el lugar en el mundo que les venía dado por imposición social.
Sin embargo, en esta versión cinematográfica, que aunque sea continuación del último capítulo de la serie no será difícil de seguir por los neófitos, apenas se incluyen temas de relevancia histórica y solo se añade un compló del republicanismo irlandés para asesinar el rey Jorge V, mal desarrollado y filmado por Michael Engler, y que se agota a mitad de metraje. Una cojera a la que hay que añadir algún desliz en la configuración de los personajes, principalmente la de convertir en un bufón al que únicamente era tímido lacayo Molesley, y la incorporación de un estereotipado chef francés recién escapado de Ratatouille.
Quedan en cambio, además del habitual entretenimiento, tres pequeñas grandes historias: la del chófer irlandés reconvertido en miembro de la familia, al lado de un nuevo y precioso personaje femenino; las dudas de Lady Mary con el futuro de la casa y el suyo propio; y el de la homosexualidad del gran personaje que siempre fue el mayordomo Thomas, con la inclusión de los primeros locales de ambiente gay.
Y, para los fanáticos de la serie, un golpe de efecto final en relación a uno de los roles más queridos, al que sólo le hubiera faltado que Engler, que ya había dirigido el capítulo especial de Navidad de 2015, hubiese aplicado una puesta en escena que engrandeciera el momento en lugar de atenuarlo. (Javier Ocaña)
Recomendada (con reservas).

domingo, 29 de septiembre de 2019

Ad Astra (James Gray, 2019)



Título original: Ad Astra. Dirección: James Gray. País: USA. Año: 2019. Duración: 122 min. Género: Ciencia-Ficción.  
John Axelrad, Lee Haugen (Montaje), Hoyte Van Hoytema (Fotografía), James Gray, Ethan Gross (Guión), Max Richter (Música), Brad Pitt, Dede Gardner, Jeremy Kleiner, James Gray, Rodrigo Teixeira, Anthony Katagas (Producción).
Presentada en la sección oficial del Festival de Venecia 2019. 
Estreno en Sevilla: 20 Septiembre 2019

Reparto:
Brad Pitt (Roy McBride), Liv Tyler (Eve McBride), Tommy Lee Jones (Clifford McBride), Donald Sutherland (Croronel Pruitt), Ruth Negga (Helen Lantos), Jamie Kennedy (Sargento Peter Bello), John Ortiz (General Rivas), Kimberly Elise (Lorraine Deavers), John Finn (Stroud), LisaGay Hamilton (Gral. Adj. Amelia Vogel), Alyson Reed (Janice Collins).

Sinopsis:
El astronauta Roy McBride (Brad Pitt) viaja a los límites exteriores del sistema solar para encontrar a su padre perdido y desentrañar un misterio que amenaza la supervivencia de nuestro planeta. Su viaje desvelará secretos que desafían la naturaleza de la existencia humana y nuestro lugar en el cosmos.

Comentarios:
No existe precisamente la exaltación ni la plenitud en aquello que imaginaron por primera vez Verne en la literatura y Méliès en el cine. O sea, los viajes espaciales, iniciados en la realidad con algo tan prodigioso como que el hombre pisara la Luna. Las novelas y relatos de ciencia ficción son inquietantes o terroríficos. Y las películas, a excepción de ese circo tan triunfante, exprimido y cansino de la saga galáctica, acostumbran a ser amenazantes, angustiosas o tétricas. Hay monstruos esperando a los invasores como en el primer y magistral “Alien” y en sus prescindibles secuelas. Lo más humano de “2001: una odisea del espacio” no lo parecían los hieráticos conquistadores del espacio sino el ordenador Hal y su agonía al ser desconectado. También era más fácil conectar anímicamente con los trágicos replicantes de “Blade Runner” que con los despiadados y envilecidos humanos que les van a exterminar.
En las últimas incursiones del cine en los viajes planetarios el protagonismo lo ejercen el tormento interior, la introspección y la angustiosa soledad de los astronautas. Bueno, George Clooney inyectaba inicialmente humor e ironía a su personaje flotando en la atmósfera en la admirable “Gravity” pero todo se convertía en miedo y supervivencia para la pobre Sandra Bullock cuando se queda más solita que la una en el amenazador espacio. La irregular pero también atractiva “El primer hombre” contaba la hazaña lunar de Neil Armstrong, pero también el destrozo de su corazón ante la muerte de su hija. Sin embargo, la profesionalidad se impuso a su desdicha. Es emocionante el momento en el que deposita en la Luna la pulserita que llevaba la cría.
En “Ad Astra” su director y coguionista James Gray no cita como fuente de inspiración al irreemplazable escritor Joseph Conrad y su justificadamente mítico relato “El corazón de las tinieblas”. Creo —no estoy seguro— que tampoco lo hicieron Coppola y su guionista John Milius en “Apocalypse Now”. Pero está claro que todos se empaparon de Conrad, independientemente de que sus aventuras se desarrollen en la guerra de Vietnam o en el espacio interestelar. En “Ad Astra” un astronauta experimentado, en posesión del físico, los conocimientos y la fuerza mental que hay que tener para profesión tan trascendente, recibe la orden de viajar a los límites del sistema solar para averiguar qué ha ocurrido con su legendario padre, del que no se han tenido noticias desde quince años atrás, cuando se embarcó con la misión de encontrar vida inteligente en el universo planetario. También sabemos que su hijo es una persona íntimamente herida, que sale de un naufragio sentimental, que acumula frustraciones por la ausencia de su progenitor aunque los exámenes psicológicos que precisa un trabajo de tanta responsabilidad como el suyo le hayan aprobado para esa aventura de desarrollo y final inciertos.
Hay misterio, tensión, múltiples peligros, pesadumbre y sorpresas en el viaje de ese hombre roto para encontrar al padre que se perdió en el corazón de las tinieblas. James Gray describe esa angustia con un poderoso sentido visual. Y Brad Pitt, que además de ser una verdadera estrella y un actor muy competente, demuestra inteligencia, sentido artístico y capacidad de riesgo en el cine que produce, transmite con hondura y sobriedad la tortura, la vulnerabilidad y la incertidumbre de su personaje. Sale menos guapo que de costumbre, nada que ver con el Adonis que despierta comprensible y generalizada lujuria cuando se despoja de la camiseta en “Érase una vez en… Hollywood”. Y es un lujo cuando aparecen actores tan buenos, tan veraces, con tanta personalidad, como Tommy Lee Jones y Donald Sutherland. “Ad Astra” no es excepcional pero sí perturbadora, más que digna, posee aroma. (Carlos Boyero).
Recomendada.


sábado, 28 de septiembre de 2019

lunes, 23 de septiembre de 2019

Los informes sobre Sarah y Saleem (Muayad Alayan, 2018)



Título original: The Reports on Sarah and Saleem. Dirección: Muayad Alaya. País: Palestina. Año: 2018. Duración: 127 min. Género: Drama.  
Sebastian Bock (Fotografía), Rami Musa Alayan (Guión), Frank Gelat, Charlie Rishmawi, Tarek Abu Salameh (Música).
Premio Especial del Jurado al Mejor Guión en el Festival de Rotterdam 2018. Presentada en la sección oficial del Festival de Cine de Valladolid (Seminci 2018).  
Estreno en Sevilla: 13 Septiembre 2019

Reparto:
Ishai Golan, Hanan Hillo, Maisa Abd Elhadi, Kamel El Basha, Sivane Kretchner, Bashar Hassuneh, Adeeb Safadi.

Sinopsis:
Drama sobre la relación adúltera de Sarah, una mujer israelí que dirige un café en el oeste de Jerusalén, y Saleem, palestino de Jerusalén Este que trabaja como repartidor. Sus cónyuges se vuelven conscientes de los engaños de sus parejas después de que Saleem y Sarah se peleen en público, lo que sitúa a Saleem en el punto de mira de las fuerzas de seguridad israelíes.

Comentarios:
Cuando, tras la vehemente secuencia introductoria de “Los informes sobre Sarah y Saleem”, el relato presenta, con trazo sintético y revelador, a los cuatro personajes de esta película tan compleja y resbaladiza como la vida uno se queda con la seguridad de estar en muy buenas manos. El tándem formado por el director Muayad Alayan y su hermano guionista Rami Musa Alayan revela unas capacidades narrativas que recuerdan en no poco medida las del iraní Asghar Farhadi, de cuya “Nader y Simin, una separación” (2011) podría ser este trabajo su competente contrapunto palestino, porque lo que comparten ambos discursos es la capacidad de relacionar lo personal y lo político, lo privado y lo público con una mirada humanista que sabe que cada personaje tiene sus razones (y su punto de vista). También comparten una palpable facilidad para desarrollar un renovado registro realista marcado por acusado sentido de la localización y por la loable tendencia de hacer invisibles sus inteligentes decisiones de puesta en escena, que de tan orgánicas parecen más recogidas (al vuelo) que diseñadas.
Saleem es palestino y repartidor de una empresa panadera. Sarah es israelí y propietaria de un café. Las diferencias de clase, credo y cultura no impedirán que entre ellos surja una relación adúltera, que más que pasional parece, por ambas partes, un puro alivio de tensiones traídas de casa, del trabajo o del territorio. David, el marido de ella, es un militar al que el cineasta presenta llegando a la zona acordonada donde yace un cuerpo muerto, sobre el que alguien preguntará si se trata de un judío o de un musulmán. A Bisan, la esposa de él, la descubrimos contemplando una cuna en un escaparate, con un brillo en la mirada que en medio segundo neutraliza el potencial tópico dramático para decir muchas cosas sobre el personaje.
Lejos de discursos bienintencionados y razonablemente sensibles como “Una botella en el mar de Gaza” (2011) que aplicaban sobre el conflicto palestino-israelí el eco de Romeo y Julieta –el amor como territorio de cuestionamiento de conflictos heredados-, aquí las cosas van por otro lado y son mucho más complicadas. De lo que habla Muayad Alayan es de la vida como campo minado, de la permeabilidad de la esfera de lo íntimo a las tensiones de un contexto político que hace que cada gesto levante sospecha, y, también, de las consecuencias que tiene cada decisión, incluso cada titubeo. (Jordi Costa).
Recomendada.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Sordo (Alfonso Cortés-Cavanillas, 2018)


Título original: Sordo. Dirección: Alfonso Cortés-Cavanillas. País: España. Año: 2018. Duración: 121 min. Género: Thriller, Acción, Western.  
Alfonso Cortés-Cavanillas (Montaje), Adolpho Cañadas, Silvia Domínguez (Fotografía), Juan Carlos Díaz Martin, Alfonso Cortés-Cavanillas (Guión), Carlos Martín Jara (Música), Aníbal Ruiz-Villar, Juanjo López (Producción), Juanjo López (Producción ejecutiva), Daniel Rodrigo (Sonido), Inés Díaz (Maquillaje), Austen Lasa (Vestuario), Mónica de la Fuente, Mateo Mariotti (Dirección Artística), Ana S. de la Morena (Casting), Blanca Díaz (Peluquería).
Presentada en la sección oficial del Festival de Cine Español de Málaga 2018.
Estreno en Sevilla: 13 Septiembre 2019

Reparto:
Asier Etxeandia (Anselmo Rojas), Hugo Silva (Vicente Roig), Marian Álvarez (Rosa Ribagorda), Aitor Luna (Capitán Bosch), Imanol Arias (Sargento Castillo), Olimpia Melinte (Darya).

Sinopsis:
Año 1944. Han pasado años tras la Guerra Civil Española, pero muchos maquis siguen escondidos combatiendo al franquismo. Uno de ellos es Anselmo, que se queda sordo tras una acción de sabotaje dentro de la llamada ‘Operación Reconquista’. Escondido por los montes, acorralado por el ejército dirigido por el Capitán Bosch y ayudado por la mercenaria Darya Sergéevich, el silencio de su sordera será su acompañante y su espejo, pero sobre todo su enemigo.

Comentarios:
Desde un punto de vista estético y narrativo, la lucha del maquis, la guerrilla antifranquista que lanzaba operaciones desde los montes en busca de la recuperación de territorio tras la victoria nacional en la Guerra Civil, siempre tuvo un aire de wéstern. De vana cruzada contra el poder por parte de unos héroes cansados y fracasados, a los que la vida arrinconó en un lugar en el que la renuncia iba irremediablemente unida a la muerte.
Bien se supo ver desde la órbita franquista con películas como “Torrepartida” (Pedro Lazaga, 1956), en la que los civiles armados que resistían en la ilegalidad eran retratados como simples bandoleros, como cuatreros de clásico del Oeste desprovistos de cualquier connotación e ideal políticos. Y ya en democracia por Julio Sánchez Valdés, director de “Luna de lobos” (1987), basada en la novela de Julio Llamazares, y en la que el tratamiento del espacio físico era muy semejante al del wéstern.
Una particularidad que ahora recoge Alfonso Cortés-Cavanillas en “Sordo”, su segundo largometraje, para llevarla a una dimensión mucho más explícita y convirtiendo el cómic original de David Muñoz y Rayco Pulido, publicado en 2008, en un spaguetti-western de corte crepuscular, con personajes agotados por el tiempo y por la pérdida, ambientado en el año 1944, cuando el inminente final de la Segunda Guerra Mundial aún auguraba una posible ayuda aliada y desde el maquis se lanzó la llamada “Operación Reconquista”, una importante incursión desde el valle de Arán que debía ir acompañada posteriormente de un levantamiento popular.
En “Sordo”, Cortés-Cavanillas y sus compañeros de La Caña Brothers, la productora que ocupa el insólito último título de crédito (“una película de La Caña Brothers”, a la manera de las producciones de David O. Selznick o, en cierto modo, ahora con Netflix), han ahondado en unos elementos iconográficos de cine del Oeste que en el cómic original apenas resaltaban, y aunque han sido relativamente fieles a la trama y a una parte de las acciones del relato, se han alejado tanto del tipo de encuadre como del blanco y negro, y sobre todo de la esencialidad del trabajo de Muñoz y Pulido: el silencio, pues en la novela gráfica la inmensa mayoría de las viñetas estaban vacías de diálogo. Así, han inventado un nuevo vestuario y aditamentos para su héroe (abrigo muy especial, sombrero, caballo), y acompañan cada secuencia con una banda sonora de gran vehemencia, creada por Carlos M. Jara, con efectos de sonido e instrumentos deudores de las músicas de Ennio Morricone, con mucha percusión y trompetas.
Con una formidable producción y perfecta en escenarios, vestuario, localizaciones, decorados y factura técnica en general, “Sordo” se ve con pasión durante la primera hora de metraje, entrando de lleno en un tipo de cine de género donde los aspectos políticos solo están en un segundo plano. Algo que tampoco es nuevo porque Guillermo del Toro ya hizo algo semejante uniendo fantasía y terror en “El espinazo del diablo” y “El laberinto del fauno”.
Sin embargo, a pesar del excelente trabajo interpretativo de Asier Etxeandia, Marian Álvarez, Aitor Luna, Imanol Arias y Ruth Díaz, y en general de todos, en la segunda mitad del relato, sobre todo tras la aparición de la mercenaria rusa, todo es mucho más discutible, y van surgiendo secuencias con un punto inconcebible (la violación, sobre todo), incluso dentro de los parámetros de género entre los que se mueve la producción. Una caída que, de todos modos, no arrastra el exquisito cuidado de la imagen y, lo mejor, tampoco acaba con la metáfora final, con un país sordo y ciego ante lo que tenía delante de sus ojos. (Javier Ocaña).
Recomendada (con reservas).